La fresca brisa matutina acariciaba con delicadeza sus mejillas
incitándola a levantarse de su profundo sueño, pero realmente se sentía tan
cansada que abrir siquiera sus parpados parecía una tarea titánica e imposible
de cumplir. Su cuerpo dolía y sus músculos totalmente agarrotados le
confirmaban que todo lo sucedido la noche anterior no había sido una simple alucinación
de su mente. Su hermana, esa pequeña niña que vio crecer y con la que compartió
tantos momentos importantes de su vida, fue la misma que sin miramientos había
pisado el acelerador de aquel vehículo con el que intentó acabar con su vida,
traicionando así los lazos de sangre tan irrompibles que las unían a ambas.
Aun en sus memorias le era posible recordar ese día en el que finalmente
se pudo liberar de ese infierno terrenal que fue su anterior vida, esa que
estaba conformada por un padre que renegaba de su existencia y al cual jamás le
molesto tocarse el corazón para evitar echárselo en cara. Siempre
considerándola débil, ineficaz en todo lo que hacía y emprendía para poder
ganar su aprobación y quizás, solo quizás un poco de su cariño, sin embargo,
para alguien como él, todos sus intentos jamás fueron suficientes ni sus
expectativas las que él deseaba, así que había optado por la decisión más
ventajosa para su persona y desde luego para su poderoso imperio, entregarla al
mejor postor… su primo.
-Shin Hye, te presento a LeeTeuk, tú prometido y dentro de algunos meses
tú futuro esposo.- Fueron las palabras que cual sentencia a muerte pronunció su
padre aquella tarde en que sorpresivamente su compromiso se dio a conocer ante
todos los integrantes de su familia, sin tener ella la menor noción sobre el
asunto, pues como siempre, su padre había tomado todas las decisiones sin tomar
en cuenta la suya, desencadenando así a la más oscura de sus pesadillas.
LeeTeuk era su primo de sangre, el único hijo que fue concebido por
parte del hermano menor de su padre, el cual tan solo algunos cinco años atrás
había muerto trágicamente en un accidente aéreo junto a su esposa, dejando al
chico huérfano y con la enorme responsabilidad de mantener por sí solo los
negocios de su familia a flote. Brillante y astuto por naturaleza, LeeTeuk
logró no solo salvaguardar las empresas de forma intacta, si no también
incrementar su capital y el valor de sus acciones a cifras estratosféricas con
ayuda de sus ingeniosos proyectos e ideas audaces y precisas, convirtiéndose en
algunos meses en uno de los empresarios más jóvenes y exitosos del país.
A simple vista todo parecía señalarlo como el hombre ideal con el que
toda mujer soñaría y estaría feliz por tener a su lado, pues no solo era
atractivo, inteligente y benefactor de múltiples asociaciones de caridad, sino
también era dueño y heredero directo de un emporio multimillonario. Así es,
todas lo pensaban, sus amigas, compañeras de escuela, hasta su propia hermana
lo creía así… claro todas menos ella, ya que en el mismo instante en el que sus
orbes miraron tan directamente aquellos ojos tan profundos, fríos y vacíos lo
supo… LeeTeuk, no era la maravilla de hombre que se esforzaba en aparentar y
reflejar con tanto ahínco ante el mundo entero. Su primo era un ser sombrío,
tenebroso y… sumamente aterrador.
Muchas fueron las veces en que se decía a sí misma que estaba equivocada
y que el rechazo natural que el chico le causaba era porque esté había aceptado
cumplir la absurda e incuestionable voluntad de su progenitor, pero desafortunadamente
no fue así, siendo ese su primer error.
-“Ahora me perteneces y nada de lo que hagas podrá cambiar eso…”-
Tomó con fuerza su nuca, echando un vistazo al bello perfil que la chica
poseía. Acarició su cuello con la ansiedad que traspasaba sus dedos, ardiendo
en furia por no hacer con ella lo que esperaba al haberse infiltrado en su
habitación a esas horas de la noche.- “Recuérdalo Shin Hye, te guste o no, eres
mía... solo mía”.- Afirmó amenazante, dejándola en aquel oscuro rincón
abandonada a su suerte, sostenida solo por la fría pared que le servía como
soporte con la ropa completamente rasgada e inservible, el cabello revuelto por
los constantes jaloneos, el cuerpo cubierto por diversas marcas rojizas que
seguramente dolerían al día siguiente, el ardor incesante de su labio inferior
que aun sangraba debido a la bofetada con la que había intentado silenciarla para
que no fuera descubierto y esa mirada tan llena de terror que se había plasmado
en sus húmedos y llorosos ojos al recordar lo que por un momento su
"perfecto prometido" estuvo a punto de hacerle.
Para su desgracia, aquel primer intento simplemente había sido el
catalizador que impulso el surgimiento de muchos más, siendo todos y cada uno
de ellos peores que el anterior, más violentos, impetuosos y fuera de sí.
En poco tiempo LeeTeuk se encargo de recluirla en un nuevo mundo, uno
mucho más terrible que el que desde niña conoció, uno en donde las amenazas y
los maltratos eran vistos con frecuencia. Viéndose incluso en la necesidad de
dejar la escuela para separarse de sus amigos de forma indefinida por su propia
seguridad, ya que estos corrían el riesgo de sufrir la furia de su primo si
permanecían con ella. Estaba sola, encerrada día y noche en esas cuatro paredes
que era su habitación, permitiéndole salir en situaciones especiales cuando su
presencia era requerida por algún evento de la familia, siendo su tutora su
única compañía y el aliciente que intervenía en su mente para no caer en la
locura. Un estado mental que en demasiadas ocasiones le resultaba tentador pues
al menos de esa manera podía escapar de esa realidad que parecía engullirla
diariamente.
-“¡No digas estupideces, deberías de estar agradecida de que alguien
como él hubiese accedido a casarse contigo!”.- Gritó colérico su padre arrojando
los documentos que anteriormente descansaban sobre la madera reluciente de su
escritorio.- “¡Solo mírate…!”.- Guardó silencio algunos segundos mientras la
inspeccionaba de pies a cabeza como si no encontrara un calificativo adecuado
para describirla.- “¡Eres un ser patético, una vergüenza y una completa pérdida
de tiempo!”.- Una lágrima resbalo por su mejilla al ver la sonrisa torcida y
despectiva de aquel que supuestamente debería de cuidar más de ella, de
protegerla contra todos con uñas y dientes tal y como todos los padres lo
harían con sus hijos, sin embargo... -… “y si LeeTeuk te dio esa lección…”-
Señalo esa zona amoratada que cubría la mitad de su mejilla izquierda.-… “es
porque seguramente te lo merecías, así que no me vengas con tus caprichos de
niña tonta y cursi, el compromiso continuara y esa es mi última palabra”.- Sin
embargo, y aunque le doliera en el alma reconocerlo hasta estas alturas, era
obvio que su padre jamás entraría en esa categoría.
Esa fue la última vez que trató de persuadirlo para que anulara los
preparativos de su matrimonio y para que finalmente se le cayera la venda que le
impedía ver quien era realmente ese falso modelo de rectitud que consideraba
todo un prodigio. Su padre había escogido su propio destino y ante eso ya nada
pudo hacer para salvarlo. Solo una semana después de su conversación ese hombre
fuerte, arrogante y severo que se creía prácticamente indestructible y
todopoderoso, estaba atado a una cama de hospital recuperándose de aquel
aparatoso accidente automovilístico del que estaba segura, su primo era el
total responsable.
Los meses restantes transcurrieron con una lentitud agonizante,
reflejándose para sí como si fuesen años enteros el tiempo en el que había
permanecido viviendo esa pesadilla de la que pensaba no despertaría. Tenía que
irse lejos lo más rápido posible, de lo contrario sabía que sus esfuerzos y
autocontrol tanto físico como mental no darían para más.
-“Sabes que esto no es justo, ¿verdad?”.- Alcanzó a escuchar que le
hablaban, obligándose así misma a enfocar esos apagados ojos que en muchas
veces rezaba porque no se abrieran nunca. Movió su cabeza hasta toparse de
frente con el enorme espejo de cuerpo entero en donde esa personita tan
prepotente y altanera que por demás conocía la contemplaba. Dirigió su vista
hasta la chica de mediana estatura y cabellera castaña que se mantenía
recargada en una de las paredes mientras con suma precisión observaba los
detalles finales de ese hermoso vestido de novia que lucía y el cual la hacía
parecer una de esas princesas de cuentos de hadas que leía de niña, solo que a
diferencia de sus historias, la suya no acabaría con el clásico "y
vivieron felices para siempre".
-“¡Soy yo la que debería llevar ese vestido y no tú!”.- Soltó entre
molesta y dolida acercándose hasta ella, retirando en el proceso esas rebeldes
lágrimas que escapaban debido a la rabia que sentía, la cual se acrecentaba al
ver como su hermana estaría al lado del hombre del que ella aseguraba se había
enamorado la misma noche en que su compromiso se dio a conocer.- “Pero aunque
sea lo último que haga impediré esa boda, ¡ya lo verás!”.- Advirtió convencida
de que así sería antes de dejarla nuevamente en compañía de ese falso reflejo
que el espejo como burla le enseñaba, la misma copia barata que su padre y su
primo habían fabricado exclusivamente para el beneficio de ambos.
Los preparativos estaban listos y en menos de cuarenta y ocho horas
sería la flamante esposa de uno de los jóvenes herederos más codiciados del
país.
La desesperación había llegado de forma brutal colocándola en un punto
en donde a estas alturas haría lo que fuese con tal de escapar de esa farsa en
la que había accedido formar parte sin poner la debida resistencia, por lo que
en la menor oportunidad que tuvo de liberarse e irse lo más lejos posible del
acoso enfermizo y posesivo de LeeTeuk, lo hizo.
-“¿Qué haces aquí Park Min Ha?, ¿Cómo es que pudiste entrar?”.- Cuestionó sin
parar Shin Hye a la joven que se había inmiscuido en su habitación a plena luz
del día, ya que estaba consciente que su primo la mantenía como prisionera sin
permitirle la entrada a nadie que no fuese él o los miembros de la servidumbre
que le subían los alimentos diariamente.
Su hermana no respondió, únicamente subió su brazo a la altura de sus
hombros y sin esperar más tiempo abrió su palma dejando ver la brillante llave
con la que había abierto la cerradura de esa habitación que se había vuelto su
prisión por tantos meses. Los latidos de su corazón aumentaron casi hasta
volverse zumbidos dentro de sus oídos que le impedían pensar con claridad. Sus
manos sudorosas reflejaban el nerviosismo y la ansiedad que sentía al imaginar
que tan solo era cuestión de tomar ese objeto metálico entre sus dedos y en la
menor oportunidad huir definitivamente, algo tan fácil de hacer y sin embargo…
-Qué esperas, tómala.- Le dijo al ver la contradicción dibujada en su
rostro en tomar o no la llave que la llevaría muy lejos de esa casa.
-¿Porque lo haces?, pensé que…- No pudo terminar la frase, simplemente
retiró sus pupilas de aquellas que le miraban rápidamente con marcada
impaciencia.
Los recuerdos de las muchas veces en que Park
Min Ha le había dicho a la cara el desprecio que sentían
ella y su padre hacia su persona se apoderaron de su mente, los tiempos en que
sin miramientos le demostraba el rencor que le profesaba y el cual había
aumentado desde el momento en que el primo de ambas había entrado a formar
parte en sus vidas, no obstante, a pesar de todas las grandes diferencias que
había entre ellas, su hermana estaba ahí, dándole en las manos el pasaporte que
la llevaría a su anhelada libertad.
-“¡Gracias Min Ha!”.- La abrazó con el cariño que como hermana siempre
le tendría, tal vez a partir de ahora las cosas entre ellas lograrían mejorar.-
“Con esto las dos nos podremos ir y…”-
-No te confundas conmigo, Shin Hye.- La apartó de mala gana de ella,
haciéndole ver lo equivocada que estaba al creer que por un momento la menor
podía ser diferente a los otros miembros de su familia.
Arrojó la llave hasta sus pies descalzos al ver la fuerte impresión que
le causaron sus palabras, aun así la observó cruelmente y continuó.
-“Te dije que impediría tú boda y sí para eso tengo que traicionar a
LeeTeuk al liberarte y dejar que te marches de esta casa… lo hare”.- Un
escalofrío sacudió su cuerpo al escucharla, sabía que tenía que seguir
insistiendo en que se fuera con ella pero la conocía demasiado bien como para
saber que su libertad se la había cedido a cambio de permanecer ella al lado de
su prometido.
-“LeeTeuk salió de viaje y no regresara hasta mañana temprano, así que solo
tienes hasta esta noche para irte”.- Dio media vuelta y se encaminó a la
salida, tomó el pomo de la puerta y giró su cabeza para darle una última
advertencia.- “Espero que con esto que acabo de hacer no vuelva a verte, de lo
contrario te aseguró que yo misma te quitare de mí camino… Hermanita”.- Habló
con sarcasmo aquella palabra que para ella no significaba nada más que un
montón de letras sin sentido ni dirección.
Cerró tras de sí y sin más desapareció entre los enormes y sombríos
pasillos de la mansión, dejando en el interior de aquella solitaria habitación
a una joven destruida en todos los sentidos tanto físicos como mentales, una
que no podía dejar de preguntarse, qué error tan grande pudo haber hecho en el
pasado como para merecer en este presente el desprecio de aquellos quienes más
deberían quererle.
Abrió de golpe sus ojos sintiendo aun el efecto de esos amargos y
tristes recuerdos que como fantasmas no se cansaban de atormentarla ni siquiera
dentro de sus sueños. Trató de incorporarse de un solo movimiento pero al
parecer su cuerpo pensaba todo lo contrario, ya que no duro más de dos segundos
sentada cuando de nueva cuenta estaba de forma horizontal sobre su mullida
cama. Soltó un profundo suspiro de resignación dejando aquella tarea de lado al
menos por el momento y mejor se dedicó a explorar los alrededores de la
habitación en donde había despertado. Las paredes pintadas en colores pastel,
el ligero aroma a jazmines esparcido en el aire y claro esa fotografía que
tanto quería y en donde aparecían ella y sus amigos a las afueras de un parque
de diversiones. Ahora no tenía ninguna duda de que esa era su habitación pero,
¿Qué es lo que había ocurrido?, y lo más importante, ¿Cómo es que había llegado
hasta ahí?.
-"Gracias por salvarme… JaeJoong".-
Sus mejillas se ruborizaron fuertemente al tener presente el segundo en
que le había agradecido al chico el impedir que el automóvil de su hermana la
tocara, así como también recordaba claramente que se había quedado
profundamente dormida entre sus brazos sin el menor inconveniente. Su corazón
se removió intranquilo dentro de su lugar y sus manos nerviosas estrujaron las
cálidas mantas que la cubrían sin entender aun él porque lo había hecho. Todo
era demasiado confuso, tanto como la sensación de completo bienestar y
protección que sintió justo antes de dejarse llevar al mundo de los sueños.
Jamás había experimentado algo así, nunca había sentido la plena satisfacción
de tener todo lo que se deseaba, todo lo bueno que esta vida podía ofrecer a
los seres afortunados y aun así, lo percibió… y había sido al lado de un joven
que tan solo días atrás había coincidido en su camino, alguien de quien
ignoraba su origen, su historia y su vida entera.
-Pero ¿Qué es esto?.- Se preguntó inquieta al ver que el uniforme que
llevaba puesto el día anterior había sido reemplazado por su ropa de dormir, lo
que significaba que…
"¡No!, él no pudo haberlo hecho… ¿O sí?".
Quiso convencerse así misma, notando a su estomago estrecharse con el
solo pensamiento de que realmente el JaeJoong hubiese hecho lo que tanto temía.
Nuevamente decidió ponerse en pie para salir en su búsqueda y preguntárselo
personalmente pero en cuanto sus ojos se posaron en aquella conocida silueta,
detuvo cualquier tentativa en proseguir.
Ahí estaba él, situado sobre el marco de la ventana en esa pose tan
llena de despreocupación que parecía ser tan característica en su persona. Sus
manos metidas en los bolsillos de su pantalón demostraban la apatía y la poca
importancia que sentía ante todo lo que le rodeaba. Vestido con esa casual
camisa en color negro abotonada hasta los inicios de su cuello, hacían ver a su
piel aun más sedosa y marmoleada. Sus cabellos azabaches removidos por el
viento de la mañana le daban un aspecto informal que en cualquier otro estaba
segura no lucirían tan bien, lo que en combinación con sus penetrantes y
suspicaces orbes, eran un toque de rebeldía andante bastante difícil de ignorar
pero… había algo diferente en ellas, su mirada no era la misma de siempre.
Ahora lucía más indiferente, más distante y más atormentada.
Era como sí JaeJoong estuviese rememorando hechos de un pasado casi tan
doloroso como el suyo propio, incluso tal vez aun más. Por lo que no pudo
evitar cuestionarse, ¿qué era eso que él chico ocultaba?, ¿qué cosas tan terribles
pudo haber hecho, para mostrar esa mirada tan llena de remordimiento y
tristeza?
Por un momento pensó que aquellas interrogantes las había dicho en voz
alta, pues en cuanto terminara de formulárselas esa mirada profunda cual hoyos
negros se posó sobre la suya tan brusca y duramente que sin notarlo se removió
sobre su cama retrocediendo algunos centímetros, a la vez que subía su mano a
la altura de su corazón en un intento por calmar su enloquecedora carrera ante
la conmoción que le había causado el verle reaccionar repentinamente.
-Hasta que despertaste.- Le oyó decir sin el menor matiz de sentimiento
en sus palabras. Se encaminó a los inicios de su cama hasta sentarse en la
silla que reposaba a su lado y sin más puso su mano en su frente checando su
temperatura.- Al parecer la fiebre ha vuelto.- Espetó planamente al ver el
rostro totalmente enrojecido de la chica y el respirar inconstante que tenía
mientras inhalaba y exhalaba aire con dificultad. Soltó un bufido molesto al
entender la verdadera razón de su estado, por lo que rápidamente se puso de pie
hasta estar a una distancia prudente de Shin Hye.- Será mejor que permanezcas
recostada el resto del día, así que espero no te metas en problemas y te quedes
aquí.- Le miró fríamente y se preparó para marcharse de la habitación.
-No puedo quedarme.- Comenzó a decirle con nerviosismo, deteniendo así
su intento por salir, pero aun así continuaba dándole la espalda.- Tengo que ir
al instituto.- Fue todo lo que le dijo sin entender muy bien las razones que
tenía JaeJoong para hablarle de esa manera tan despectiva. Retiró las mantas de
su adolorido cuerpo y se movió hasta sentir la suave alfombra sobre sus pies
desnudos. Estaba por alcanzar su bata de dormir y empezar a prepararse cuando
el joven dios se le adelantó, derrumbando con sus palabras todos sus deseos por
ponerse de pie.
-Por mí haz lo que quieras.- Su voz mordaz y gélida aturdió tan fuerte a
su cerebro que le impidió moverse de su lugar, obligándola a quedarse en la
misma posición.- Lo que hagas o dejes de hacer ya no es algo que me importe.-
Dijo firmemente mientras tomaba su chaqueta y caminaba hasta la puerta.- ¡Ah!,
y una cosa más...- Tomó el pomo de la puerta de madera y se giró para encararla
de frente, encontrándose a la joven tal y como la dejó al principio.- Por tú
propia seguridad, deja de indagar cosas de mí pasado.- Terminó de decir en tono
amenazante antes de abandonar esa habitación que empezaba a asfixiarlo,
encontrando solo al salir y cerrar tras de sí que la chica le observaba con la
sorpresa marcada en el rostro al haber descubierto las peligrosas interrogantes
que inundaban su mente incauta.
__________
Estaba furioso y todo en él lo delataba. Sus puños estrujados con fuerza
desmedida, su respirar violento y tosco, así como también las enormes zancadas
que daba por las calles de la ciudad como si quisiera huir a cualquier otro
sitio que no fuese en el que estaba. Sí, definitivamente su día no había
empezado muy bien y todo parecía indicarle que con el paso de las horas sería
cada vez peor. Al menos el idiota de Junsu había cumplido su palabra y sus
poderes finalmente se estaban restableciendo a lo que eran antes de llegar a ese
detestable lugar y claro, antes de que la chica de cabellos castaños entrara en
su vida tornándola en un completo caos.
-¡Demonios!.- Refunfuñó con la ira contenida que aguardaba dentro de sí
con el solo recuerdo de Shin Hye, ¿es que acaso no había un solo momento en
que no pensara en ella?.- Todo tiene que tomar de nuevo su curso…- Habló
para sí a modo de justificación por la forma en que la había tratado hace
apenas algunos minutos. Aun podía sentir esa aura tan melancólica y dolida que
la chica despedía gracias a su comportamiento, haciéndole sentir aun más furia
en su interior, pero ya había comenzado y de ninguna manera se arriesgaría a
retroceder.- Debo protegerla, aun si eso me obliga a destruir todo lazo que me
una a ella.- Detuvo su caminar algunos metros más adelante hasta estar frente a
esas enormes rejas de metal. Subió su vista leyendo mentalmente las letras de
aquel edificio al que hace tanto tiempo no visitaba y al que por obvias razones
no pertenecería jamás.
Una amarga sonrisa surcó su rostro desalentado y culpable. Reflejo de
ese hecho tan terrible del pasado que aun después de todos estos años
transcurridos no había podido saldar.
Recorrió con pausa el terreno de aquel lugar, buscando impaciente la
esencia tan característica de esa persona que lo había motivado a ir en su
búsqueda como en otros años lo hubiese hecho y en donde el tiempo y las eras
solo habían variado para los mortales sin hacer el mínimo estrago en él. Llegó
a un área en especial, una que estaba compuesta por tumbas antiguas y abandonadas,
destruidas en su mayoría por el peso de los siglos que con insistencia las
golpeaba. Sonrió ligeramente al dar con su objetivo y sin más arrojó aquel
delicado lirio blanco a la tierra que guardaba en sus entrañas los restos de
esa mujer que aunque nunca se lo dijo ó repitió en voz alta, ocuparía por
siempre un lugar demasiado importante dentro de él.
-Tanto tiempo sin vernos… Min
Young.-
El viento chocaba con suavidad entre las verdes y frondosas ramas de los
árboles que le rodeaban, produciendo un relajante sonido que para él le era
bastante familiar, llenando sus oídos con esa extraña melodía que desde hacía
muchos siglos no escuchaba, y la cual solo podía ser interpretada por una única
persona. Sacó dentro de sus ropas esa pequeña flauta, la pertenencia más
valiosa que una joven tan sencilla como Min Young podía tener, la misma que le fuese entregada la
noche en que partió al otro mundo. Muriendo con ella aquella mágica música que
era capaz de crear al tener en su posesión aquel instrumento que tanto amaba y
del que desde ese entonces no se separaba nunca.
Incluso ahora le era posible sentir su esencia en el ambiente, verla
como en los últimos días que estuvo a su lado. Sentada sobre esa enorme roca a
las orillas del lago mientras toda su energía y concentración se centraban
solamente en una sola tarea, tocar una y otra vez su flauta a los espíritus del
bosque.
-“Porque mejor no bajas de ese árbol, sé perfectamente que estas ahí
JaeJoong”.- Se escuchó decir por los alrededores, no obstante, ningún sonido se
hizo presente más que el de los animalillos y roedores que se movían en busca
de su alimento diario. Esperó un poco más pero fue inútil, no obtuvo
respuesta.- “Esta bien, puedes quedarte ahí todo el tiempo si lo deseas… pero
si no bajas, no seguiré tocando”.- Advirtió en tono divertido a sabiendas del
efecto que sus palabras tendrían en el chico. Y en efecto, solo pasaron algunos
segundos cuando un pesado ruido se dejó oír sobre la tierra.
-“Nada mal”.- Soltó malhumorado el joven dios al saberse descubierto y
bajar de su escondite.- “Veo que para ser una simple mortal no pareces ser tan
inútil como la mayoría de ellos”.- Hizo una mueca de fastidio con el solo
recuerdo de saberse en ese mundo que tanto le desagradaba. Se movió un paso,
dos pasos y usando su inusual velocidad ya se encontraba situado al lado de la
mujer que tan insistente lo llamaba.- “Supongo que es gratificante saber que no
he perdido del todo mi tiempo contigo”.- Se cruzó de brazos y cerró sus ojos en
forma despreocupada.
-“Vamos JaeJoong, como si tuvieras mejores cosas que hacer”.- Respondió
entre risas sin importarle en lo más mínimo la furiosa mirada carmesí que el
chico le dirigía.- “Admítelo…”- Lo miró divertida buscando un contraataque que
no llego. Amplió aun más su sonrisa mientras ajustaba el lirio blanco entre sus
negros cabellos.- “Sin mí… tú vida sería realmente aburrida y tú humor aun más
insoportable”.-
-“Modula tus palabras, ¿quieres?”.- Lanzó con severidad hacia aquellos
vivaces ojos cobrizos que se posaron sobre el rojo sangre.- “El hecho de que le
importes a Hyung Jun, no significa que puedes hablarme con tanta libertad… recuerda que solo
soy tú protector y nada más”.- Aclaró a la chica, borrando así la dulce sonrisa
de su boca.
El tiempo pasó y ninguno de los dos agregó algún otro comentario.
La noche se acercaba más y más, trayendo consigo al astro lunar que
imponente los coronaba a ambos, dibujando singulares siluetas sobre la
superficie del lago que presuroso movía sus aguas en un intento por romper el
silencio tan incomodo que se había formado. La vio apretar su instrumento,
negándose a liberar así a las lágrimas que se esforzaba en retener y que
comenzaban a asomarse por sus ojos.
-“¿Tan malo es que desee estar a su lado?”.- Cuestionó sorpresivamente,
captando con eso su entera atención y comprendiendo así la agresividad que el
chico arrastraba en cada palabra.- “Lo lamento pero…pero…”- Una tras otra, las
lágrimas fueron deslizándose por sus mejillas creando tenues surcos casi
transparentes que marcaban su pálida piel.
-“Lo sabes…”- Subió su mirar hasta el cielo estrellado negándose a
seguir observando el llanto de Min Young.-…”Individuos como tú no pueden estar con seres
como nosotros”.- Habló lúgubremente conociendo el posible desenlace en que todo
podría terminar si la chica continuaba con esa decisión en mente.
Era verdad, todas y cada una de las cosas que acababa de decir lo eran.
Ella era una humana, un ser que no solo era inferior y débil, sino que también
era un peresedor de vida, alguien que día a día agotaría más y más su estadía
en el mundo. Min Young, al igual que todos los demás mortales, solo era una simple llama que
con la más leve brisa de aire se apagaría por siempre.
-“Si puedo permanecer con él aunque sea por poco tiempo, para mí sería
más que suficiente”.- Un tierno sonrojo cubrió sus blancas mejillas al recordar
a Kim Hyung Jun y la
forma tan inusual en que ambos se habían conocido en ese mismo lago algunos
meses atrás.
Giró su cabeza haciendo que sus largos mechones se movieran con gracia y
tomando a JaeJoong por sorpresa se
abrazó a él, esperando de alguna forma la entendiera.
-“Amarlo es la decisión correcta”.- Susurró suavemente a su oído sin que
JaeJoong hiciera el menor esfuerzo en alejarla o contradecir a sus palabras.- “Se
que es difícil hacerlo, pero sé que algún día lo entenderás”.- Le dijo al joven
dios, conociendo a la perfección las ideas que esté mantenía sobre las
"estúpidas emociones humanas", como él solía llamarlas.
-“¿Entender?”.- Repitió con la voz levemente enronquecida por la ira que
empezaba a mermar en él.- “¿Acaso a un no comprendes las consecuencias que
caerán sobre ti?”.- Intentó calmarse, liberándose de la calidez que aquellos
suaves y joviales brazos le ofrecían.- “Serás rechazada y señalada por los de
tú misma especie, sin mencionar que los seres de nuestro mundo nunca te
aceptarán aun si tú vida se fuera en ello”.- Trató una vez más de hacerla
recapacitar, tenía que hacerlo. Min Young era lo más
cercano que tenía a un amigo y no deseaba que ella padeciera las secuelas de
ese estúpido sentimiento llamado "amor", aunque sabía que a estas
alturas eso ya era una lucha completamente perdida, ella había tomado su
decisión.
-“El precio que tendré que pagar será demasiado pero…”- Bajó su rostro
hasta toparse de frente con el reflejo que descansaba en el agua, mostrándole a
una mujer totalmente diferente a la que era antes de que Kim Hyung Jun entrara a su
vida y tomara para sí su alma y corazón. Sonrió al contemplarse a sí misma,
borrando con ella cualquier duda o inquietud que aun estuviera alojada en su
interior.-… “Por estar a su lado, cualquier sacrificio valdrá la pena”.- Le
respondió segura y sin rastro de vacilación en sus palabras.
Tomó entre sus delicados dedos su instrumento y sin que ninguno de los
dos optara por seguir con la conversación comenzó a tocar esa inconfundible
melodía. Tan parecida al canto del viento que rondaba el bosque en un bello
atardecer y sin embargo, al igual que esté, moriría para darle paso a la
profunda noche.
El movimiento del aire seso de pronto y con ello los recuerdos de su
pasado, uno demasiado lejano y aun así parecía estar más presente de lo que
podía llegar a soportar. Del mismo modo como lo estaba la marca de maldición
que cargaba consigo, siendo precisamente esa mujer que desde hacía siglos atrás
descansaba bajo las frías profundidades de la tierra, la razón por la cual se
vio forzado a aceptar las cadenas y grilletes que lo ataban y sellaban de forma
indefinida. Siendo obligado a obedecer y acatar cada orden y disposición como
lo haría el más bajo de los sirvientes… dócil, ciega y eficazmente. Después de
todo, él había sido el responsable de arrebatarle a su "amo" la
posibilidad de cambiar la oscura vida que tenía junto a la humana que logró
cautivarlo. La única mujer, por quien estuvo a un paso de renunciar a su mundo,
a su poder y a lo más preciado que seres como ellos lograrían tener… su
inmortalidad, y todo eso solo por permanecer a su lado. Así es, esa era la
penitencia que llevaba a cuestas y el castigo que había roto las alas de su
libertad… ser el culpable de la partida de Min Young tan cruel y repentina al otro mundo.
-Perdóname.- Susurró apenas audible, deseando que con eso bastara para
que llegara hasta donde la joven se encontraba.
Sus ojos se contrajeron de golpe enfocándose sin más sobre esa lapida
acabada por los años, no pudiendo retener por más tiempo aquellas palabras que
aguardaban dentro de él desde hacía ya muchos siglos, esas que deseó decirle
mientras sujetaba su cuerpo cubierto por múltiples heridas y sangre. Las mismas
que calló por orgullo aun cuando ella lo liberaba de toda falta mientras que su
mirada se apagaba para siempre.
-No permitiré que la historia se repita, esta vez no cometeré el mismo
error.- Prometió frente a los restos de ese ser tan valioso para él,
manteniendo en mente la enorme posibilidad que existía de que Shin Hye tuviera
el mismo fatídico desenlace. Un escalofrío lo rodeo de pies a cabeza y una
gélida y pesada sombra se adentro en su interior con el solo pensamiento de que
esa maldita noche se repitiera, con la excepción de que ahora era el rostro de
Shin Hye el que contemplaría en sus pesadillas en lugar del de Min Young, algo que
desde luego no permitiría, aun si eso lo obligaba a alejarse permanentemente de
ella.
__________
Suspiró por enésima vez tratando de contener el llanto que amenazaba con
salir de forma incontrolada por su garganta al verse finalmente frente a esa
sencilla y humilde tumba. Tomó con mayor fuerza el bello arreglo de rosas rojas
que llevaba consigo como si deseara hallar en ellas la fuerza que requería para
terminar de acercarse ante los restos solitarios que anhelaban la presencia de
un ser del mundo de los vivos. Esperó solo un poco más e inhalando una profunda
bocanada de aire, comenzó a reducir la distancia que la separaba de la fría
lapida de mármol blanco.
-Feliz cumpleaños, madre.- Hizo una reverencia ante el montículo y tomó
asiento a su lado, depositando con entera devoción su ofrenda.- Tú hija te ha
dejado demasiado tiempo sola, ¿cierto?.- Se reprochó a sí misma mientras
intentaba sonreír tal y como lo hacía siempre que había gente a su alrededor,
sin embargo, por alguna razón las artificiales y vacías sonrisas ahora no
surtían el efecto esperado, provocando que sus pupilas chocolate brillaran con
mayor intensidad, llenando sus parpados con aquel salino destilar que incrementaba
su dolor.
Nunca había sido buena mintiendo, siendo su madre quien siempre
descubría los momentos en que se encontraba triste aun cuando ella sonreía
falsamente diciendo que "todo estaba bien", algo que aun
parecía continuar haciendo a pesar de las dimensiones que las separaban.
Recorrió con las yemas de sus dedos el lugar en donde se suponía debería ir su
nombre, siendo sustituido por esos relieves deformados que resaltaban entre las
longitudes lisas y pulidas. Retiró de golpe su mano de la superficie tan rápido
que solo fue consciente de ello al sentir el ardor de sus uñas incrustadas en
su delicada piel. Sus lágrimas caían una a una de forma silenciosa, no había
sollozos ni quejidos que desahogaran su inmenso sufrimiento, únicamente estaba
su llanto, un llanto tranquilo, agobiante y lleno de pesar, dejando solo la
huella de su existencia en las sombras de la lapida que absorbía quietamente su
esencia.
Muy pocas eran las personas que estaban al tanto de su estadía en esa
ciudad en sus años de infancia, ni siquiera su hermana menor tenía noción de
ello, siendo solamente su padre y ella quienes conocían esa información, razón
por la cual había sido su primera opción cuando se había visto obligada a huir
lejos de su hogar y de su perverso primo. Siendo justamente en ese tiempo
cuando los golpes del rechazo se acentuaron con mayor rigor en su persona y en
su alma, rompiendo permanentemente la fragilidad de su inocencia y niñez.
Solo era una niña cuando su madre se había ido de su lado. Solo contaba
con escasos seis años cuando había sido arrojada a un mundo de tinieblas,
lágrimas y soledad. Sobreviviendo a sorbos el día con día, oculta en espera de
que el castaño apareciera y la arrastrara al infierno del que había sido presa,
viéndose incluso en la necesidad de borrar el nombre de su madre de su propia
tumba y los registros para que eso no llegara a suceder, no obstante, todo
había sido en vano ya que después de tres largos años, LeeTeuk finalmente había
dado con ella.
-¡¿Por qué madre?!.- Le discutió con reproche a sabiendas de que jamás
recibiría una contestación.- ¡¿Por qué me dejaste aquí?!.- Recostó la mitad de
su cuerpo en la fría superficie en espera de tenerla un poco más cerca mientras
paseaba su mano por los confines a modo de caricia para continuar perdida en su
congoja.
Deseaba tanto verla, tocarla, decirle una y otra vez las tantas veces
que le hizo falta, pero eso ya no era posible y lo sabía. Ella se había ido
hace demasiado tiempo y todo era su culpa, tal y como su padre siempre se lo había
gritado sin piedad alguna a la cara desde que era tan solo una pequeña niña.
-Porque…- Su voz apagada por el llanto a penas y era entendible, aun así
era lo bastante clara para que su silencioso espectador las apreciara desde su
puesto. Subió una de sus manos retirando algunas de las lágrimas de sus
enrojecidos orbes, causándole aun más escozor. Se sentía atrapada, desprotegida
y sin las fuerzas necesarias para enfrentarse a un enemigo tan grande y
peligroso como lo era LeeTeuk y lo peor de todo es que tanto él como ella,
estaban consientes de eso. Con el solo pensamiento, las saladas gotas volvieron
con mayor intensidad que antes.
-Porque me dejaste tan sola… ¿Por qué?.- Cerró sus fatigados ojos
en un intento por olvidar todos los hechos del pasado que la marcaban tan
cruelmente sin siquiera merecerlo.
Ya no quería pensar, al menos por algunos minutos solo deseaba aparentar
que era como una de las tantas tumbas que inertes la rodeaban, ansiando
únicamente descansar y encontrar la paz aunque fuese solo en su imaginación.
Sus pupilas tan rojas como la sangre no dejaban de contemplar a la chica
que ajena a todo lo demás, liberaba su sufrimiento dejándose leer ante él tan
fácil como un libro abierto. La furia que sentía algunas horas atrás no tenía
comparación con la que recorría veloz sus venas haciéndolas palpitar con
frenesí. Sus puños se contrajeron con una fuerza tan desmedida y sin control
que ni él mismo fue previsor de los débiles resplandores azulinos que surgían
desde sus palmas cerradas hasta las puntas de sus dedos alterando así el
ambiente a su alrededor. Las nubes de tormenta se movían por todo el firmamento
atraídas por la tentadora energía que irradiaba JaeJoong, oscureciendo
rápidamente el día y eliminando así a todo rayo de luz que anhelara hacerse
presente.
Su ira aumentaba alarmantemente con cada lágrima que recorría sus
rosadas mejillas, con cada mueca de tristeza que desencajaba su angelical
rostro y lo hundía en la más desolada desesperación.
-"No llores… por favor no llores".- Ordenó altiva y fieramente
como si ella pudiera oír fácilmente sus pensamientos.
Su mandíbula tembló con mayor rabia incitando a sus poderes
sobrenaturales a despertar de su letargo. El rugir de los cielos no se hizo
esperar más, dibujando sobre los grises algodones enormes látigos de
electricidad que danzaban agresivamente a todo lo largo y ancho del infinito.
La observó ponerse de pie al sentir la fría lluvia caer sobre su persona,
aguardando solo unos minutos más antes de emprender su retirada. Una extraña
sensación de incomodidad lo atormentó al verla abrazarse a sí misma en busca
del apoyo y protección que tanta falta le hacía, por lo que sin saber a ciencia
cierta cómo, se aproximo hasta ella guiado por su llanto que aclamaba su
cercanía.
Estaba por irse del cementerio cuando un gélido viento la sacudió
calándole duramente los huesos. Tragó son pesadez presintiendo claramente a sus
espaldas la esencia de alguien que se negaba rotundamente a dejarla ir. Deseaba
moverse, girar y saber quién era la persona que detenía aun sus pasos, pero
algo en su interior le decía claramente que no podía hacerlo… ella no debía
voltear.
Los latidos de su corazón se desbocaron fuera de sí al sentir el débil
pero persevible calor corporal que irradiaba aquel ser detrás suyo, indicando
una mayor proximidad entre sus cuerpos. Podía percibir la tibieza de su
respirar sobre su cuello expuesto haciendo que su piel se erizara, tomándola
por sorpresa no cuando su frente se posó en uno de sus hombros en busca de
descanso, si no por lo que esté murmuró aun negándose a revelar su identidad.
- Ya no estarás sola…- Escuchó que le decían con firmeza, obteniendo en
esa pequeña frase la respuesta que tan afligida pedía ante la tumba de su madre.-
Ahora… Yo te protegeré.- Susurró a su oído con aquel tono de voz tan
lleno de osadía que solo una persona pudo pasar por su mente, una que desde
luego era imposible que estuviera en ese sitio y en aquellas extrañas
condiciones junto a ella.
Sin esperar más tiempo se rodó sobre sus pies en busca del dueño de esos
profundos mares de oscuridad y perturbación, sin embargo…
-No puede ser.- Soltó nerviosamente mientras llevaba ambas manos hacia
su pecho, comprobando que lo que sus orbes chocolate veían era cierto… estaba
sola.
__________
El sonido de las llantas friccionando el pavimento en un intento por
frenar fue todo lo que se lograba oír en esa zona tan abandonada de la ciudad.
De inmediato el chofer bajo del lujoso auto que acababa de ser estacionado a
las afueras de una enorme bodega, abriendo temeroso las puertas que aguardaban
en su interior a sus dos jóvenes pasajeros.
-Me puedes decir, que estamos haciendo en este lugar.- Interrogó molesta
la chica que acababa de bajar. Su largo cabello castaño ondeaba con la brisa
del medio día arruinando el delicado cepillado que hacía solo algunos minutos
acababa de recibir, dirigiendo aun más irritada sus altivas pupilas hasta esas
otras que destilaban aun más frialdad y presunción que las suyas propias.
-El dar explicaciones de mis actos es algo que no acostumbro, Park Min Ha.- Respondió
sin más mientras terminaba de acomodar su impecable traje.- Así que mantenlo
presente.- Concluyó, alcanzando a escuchar a lo lejos un débil "Lo
siento" por parte de la castaña, a quién no le quedo más que guardar
silencio y seguirle sin volver a cuestionarle nada.
Se encaminó por el corto pasillo hasta llegar a las grandes puertas de
metal que los separaban del interior, las cuales eran custodiadas por dos fornidos
tipos, quienes en segundos se hicieron a ambos lados al reconocerlo, dándole
así el total acceso a lo que ahí se ocultaba. Dos lámparas suspendidas se
hicieron encender en cuanto pusiera el primer pie, mostrando a la vista
diversas cajas y empaques con cargamento desconocido.
-Tú pedido ha llegado mí estimado, LeeTeuk.-
Un alto y delgado sujeto llegó ante ellos, trayendo consigo un folder
que en instantes paso a las manos del joven.
-Ahí encontraras toda su información.- Sonrió al ver el malévolo
resplandor que despedía la mirada de lo que podía llamar su "amigo"
al tener esos papeles, conociendo a la perfección lo que LeeTeuk le haría a la
nueva diversión que había casado para él.
-Tráelo aquí.- Ordenó aun con la vista puesta sobre los documentos,
ocasionando que la sonrisa del chico a su lado se ensanchara sobre sus labios
al comprobar que en efecto, ese tipo pagaría un precio demasiado elevado el
haberse cruzado en el camino de LeeTeuk.
No había transcurrido ni medio minuto cuando otro sujeto apareció en
compañía del juguete nuevo del chico. Era un hombre, joven a simple vista pues
aun con los múltiples golpes contaba con las energías para resistirse y agredir
a su raptor pese a que sus manos estaban atadas tras su espalda.
-¡Maldito!.- Gritó el otro hombre al tiempo en que sujetaba la zona de
su sien y observaba furioso la espesa sangre que coloreaba sus dedos. Tomó sus
cabellos con fuerza, bastándole el estrellarlo contra la dura superficie de
metal para dejarlo semi inconsciente debido a sus heridas y el agotamiento. Sus
parpados estaban por cerrarse y dejarse llevar por la oscuridad, no obstante, el ruido de pasos avecinándose hasta él lo
mantuvieron en alerta.
-Así que tú nombre es… Park YooChun.- Le dijo con sorna,
bastándole eso al joven profesor para reconocerlo.- ¿Sabes la razón del porqué
estas aquí?.- Con esfuerzo enfocó sus amoratados ojos hasta hallar la imagen
del chico que lo llamaba justo enfrente de él.- Te lo dije en ese entonces y te
lo digo ahora… te costara muy caro el haber interferido entre Shin Hye y yo.-
Habló fríamente y chasqueando sus dedos les dio la orden a esos tipos de que
por fin podían proseguir con el juego.- Pero descuida que no te matare,
simplemente te daré una lección de vida que por tú propio bien, espero nunca
olvides.- Fue lo último que YooChun pudo escuchar antes de ser levantado y
llevado a la parte trasera de la bodega.
-Hiciste un excelente trabajo.- Le felicitó LeeTeuk al tiempo en que le
extendía el portafolios que Min Ha llevaba consigo.
-Solo cumplo órdenes.- Respondió con agrado recibiendo su comisión.-
Antes de que llegues a tú casa tendrás lo que deseas, LeeTeuk.- Se despidió del
chico y de su acompañante y al igual que sus hombres desapareció de sus vistas.
Pronto salieron de ese lugar, dirigiéndose rumbo a la casa que ambos
compartían. Solo bastaron algunos quince minutos cuando la enorme mansión se
posaba delante de ellos, siendo recibidos por uno de los tantos mayordomos que
sin demora tomó sus cosas para así esfumarse y dejar a los jóvenes a solas.
-¿No sería todo más fácil si solamente nos fuéramos de esta desagradable
ciudad?.- Recalcó insistente, ganándose la fuerte bofetada que ahora marcaba su
tersa mejilla.
Reprimió sus lágrimas como en otras tantas ocasiones en que despertaba
la ira de su primo, evitando por orgullo no dejar caer una sola prueba de dolor
o debilidad. Lo amaba y estaba consciente de que tenía que soportar todo por permanecer
y seguir a su lado.
-Yo soy quien ha estado contigo todo este tiempo...- Le recordó,
deseando que por un breve momento se percatara de todo lo que había hecho por
él.-… ¿Porqué aun sigues mendigando su atención?.-
Solo bastó decir eso para tenerlo sobre su cuerpo tal depredador. Cogió
con cólera su mentón entre sus manos para que le mirara, hundiendo sin tacto
alguno los dedos en esa pálida piel.
-Porque a diferencia tuya, es a Shin Hye a quien realmente deseo a mí
lado.- La arrojó lejos de su vista hacia uno de los muebles de la estancia,
recuperando la compostura ante la llegada de uno de los sirvientes que le
solicitaba y al que desde luego ya no le afectaba en lo más mínimo el ver la
violenta imagen de cada día.
-Este presente ha sido traído para usted.- Prosiguió sin inmutarse.
Una brillante charola de plata había sido llevada ante él, transportando
en su superficie lo que tanto estaba aguardando ver. Retiró el pañuelo que lo
cubría y sin poder reprimir una satisfactoria y torcida sonrisa lo vio. Sujetó
el frasco de cristal, ansiando contemplar la cara de ese tipo después de lo que
acababan de hacerle. Caminó por la estancia hasta estar en el umbral del gran
ventanal, permitiendo que la poca luz detallara con precisión la conformación
de ese objeto sumergido en formol.
Un pensamiento rondo por su mente, originado que una tétrica risa
abandonara su boca… ¿Cómo reaccionaría su prima al ver a su estimado
profesor… sin su ojo izquierdo?.
__________
Transitaba tranquilamente por las calles de la ciudad, notando con
cierto humor como las personas cercanas corrían presurosas en un intento por
resguardarse de la tormenta que se había desatado de forma tan
"inesperada", arruinando el trabajado de los estúpidos meteorólogos y
sus pronósticos de "un soleado y despejado día".
Recorrió solo unos metros más y la presencia que venía siguiendo desde
que llegara a casa se hizo aun más fuerte y en efecto, sentada en la parada del
autobús… ahí estaba ella. Su cabeza ladeada y recargada contra un gran anuncio
le confirmó que dormía y rompiendo la distancia que le apartaba se aproximó.
La vio descansar por largos minutos en silencio hasta terminar sentado
en cuclillas custodiando su sueño. Su pequeño cuerpo traslucía por la humedad
que la cubría debido a la lluvia, sus cabellos adheridos a su rostro resaltaban
bellamente en contraste con el rosa intenso que bañaba sus mejillas, lo que
junto a su respirar entre cortado le confirmaban que la fiebre de nuevo había
vuelto.
-Como alguien tan descuidado vive aun en un mundo como este.- Habló
serenamente para sí y no despertarla.
Retiró un mechón rebelde que resbalaba por su cara, sonriendo al
comprender que definitivamente la tenía tan cerca como lejos.
-¿Porque Shin Hye?…- Continuó diciendo, moviendo lentamente la mano que
anteriormente descansaba en sus cabellos hasta rozar más vivamente su mejilla y
labio inferior. Detalló con su pulgar la comisura de su boca, sintiendo la
imperiosa necesidad de unirse a ella antes de que se quemaran sus entrañas.- ¿Porque
es tan difícil alejarse de tú lado?.- Musitó a solo centímetros de su rostro,
logrando capturar el dulce aroma a jazmines que ahora parecía seducirlo a
robarle un suave beso y así lo hizo. Tierno e inocente como ella, solo una leve
caricia que había bastado para apaciguar al demonio en su interior y a los
fantasmas que atormentaban su pasado.
Se puso en pie dispuesto a despertarla, sin embargo, una impresionante
energía lo puso en alerta. Su ceño se frunció de pronto y parte de sus poderes
se liberaron, lo que significaba que un ser sobrenatural se había hecho
presente.
Un gran estruendo se apreció en los alrededores lo suficientemente
fuerte como para hacer reaccionar a Shin Hye y sacarla de sus sueños, encontrándose
al abrir sus ojos, a JaeJoong buscando a algo o mejor dicho, a alguien en
especial.
-"Yo te protegeré…"-
Esas palabras aun seguían muy incrustadas en su interior ocasionándole
un raro y desconocido sentimiento. ¿Realmente había sido JaeJoong la persona
que se había topado con ella en el cementerio?, una parte de ella le decía que
no era algo tan imposible como lo había imaginado al principio.
-Primero el molesto de Junsu y ahora tú, ¿qué demonios haces aquí, Yoona?.-
Tanto JaeJoong como Shin Hye, dirigieron su atención a la chica que de
la nada había surgido frente a ellos. Una mujer sumamente hermosa al parecer de
la castaña.
-No es obvio, he venido a verte JaeJoong.- Respondió en tono seductor
rodeando sus estilizados brazos en su cuello e ignorando completamente la
presencia de Shin Hye… lo beso.
El aire dejó sus pulmones de golpe impidiéndole respirar. Retrocedió en
un intento por huir de lo que sus confundidos orbes observaban. El ardor de sus
parpados le confirmaba el nacer de esas que desde muy niña la acompañaban como
amigas fieles y sinceras. Negándose a creer que sus lágrimas eran el resultado
de ver a JaeJoong en ese cuadro tan íntimo, siendo precisamente ella la que
estaba demás en ese sitio… lastimándola aun más profundo de lo que estaba
dispuesta a admitir.
-"¡Desaparécete de nuestras vistas!".- Una voz gritó dentro de
su cabeza. Llevó sus manos a sus oídos tratando de ignorarla pero fue en vano.-
¡Márchate!.- Vociferó con mayor fuerza intimidándola, consiguiendo finalmente
su objetivo. Dio media vuelta y sin mirar una sola vez atrás y revivir aquella
imagen de ambos jóvenes, se fue.
-Creo que mi sorpresa te molestó, pero descuida, solo jugué un poco con
su torpe mente.- Rió divertida ante la gélida mirada del chico.- Te he echado
mucho de menos, ¿sabes?.-
-Una idea que desde luego no comparto contigo.- Le dijo sin darle
interés.
Posó su vista en el camino que había tomado Shin Hye decidido a ir tras
sus pasos, al menos si no hubiese sido por la intromisión de la joven que
detenía sus acciones lo habría logrado.
-Si tú no me prestas atención, entonces esa niña será mí nuevo juguete
de tortura.- Tan rápido como dijo eso se arrepintió.
Unas implacables manos se cerraron en su cuello paralizándola tan
terriblemente que por vez primera sintió temor por su vida. Una débil gota de
frío sudor resbalo por su mejilla al ver la furia desatada del menor de los
dioses.
Sus penetrantes ojos escarlata le taladraban lo profundo de la conciencia,
detallando vívidamente aquellas formas tan atroces que como dagas fulminantes
se tinteaban sobre su iris escalofriantemente. Se removió desesperada sobre su
puesto en busca de libertad, segura de que necesitaba escapar lo más pronto
posible de lo contrario, sabía que JaeJoong la exterminaría.
-Atrévete a tocarla… a dañarla en lo más mínimo y te garantizó que ni la
eternidad me será suficiente para hacerte pagar.- Amenazó fieramente al momento
de soltarla y permitirle respirar.
-¡Acaso tanto te importa una simple humana!.- Lanzó consternada por lo
que le había hecho. Tocó su cuello tratando de calmar el abrazador calor que
emanaba de él, dejando de lado su malestar al ver que JaeJoong no se atrevía a
desmentir su comentario.
Abrió ligeramente sus ojos al entender lo que le pasaba al chico, no
pudiendo creer que la historia de hace mucho siglos atrás se había vuelto a
repetir. Como pudo se puso de pie sin creer aun en lo que acababa de descubrir
y es que era algo imposible… una completa estupidez.
-La quieres, ¿cierto?.- Pero por segunda ocasión no hubo respuesta.- Tú
qué tanto dices odiar a tú hermano, terminaste siendo tan débil como él…-
Apretó su quijada aun llena de rabia y cólera.- ¡Eres un estúpido, te dejaste
cautivar por una humana!...- Gritó con la desesperación y el despecho a flor de
piel que sentía al ver en peligro su deseo de estar junto a JaeJoong.-… Pero te
doy mi palabra de que esto no se quedara así.- Sentenció claramente ante el
menor de los dioses, al tiempo en que se desvanecía tan fácil como había
llegado.
Permaneció sentado en la parada del autobús por un rato más, el
suficiente como para meditar debidamente lo que Yoona le había dicho. Una
repentina brisa de aire golpeó el lugar, llevándole con agrado la señal que le
faltaba para terminar de aceptar su situación. Cogió la delicada flor,
sonriendo sinceramente al comprobar que en efecto, se trataba casualmente de un
lirio blanco.
-Creo que finalmente entiendo tus palabras, Min Young.- Le
dijo como si ella estuviera realmente sentada a su lado.
Dejó aquella hermosa flor en el sitio que antes ocupaba, metió sus manos
a los bolsillos de su pantalón y se preparó para marcharse. Se movió solo unos
pasos, lo suficiente para mirar el oscuro firmamento. Tan oscuro y turbulento
como lo estaría su futuro después de este día. Giró sobre sus talones,
vislumbrando a la distancia el lirio blanco.
-Sabes, tenías razón… amarla es la decisión correcta.- Confesó
sintiéndose más tranquilo consigo mismo. Estando dispuesto a velar por la
seguridad de la pequeña Shin Hye a costa de todo y de todos, inclusive de su
propio mundo. Lo había prometido y lo cumpliría aun si el precio era demasiado
elevado, pero tal y como se lo había dicho Min Young
aquella ultima vez…
-"Por estar a su lado, cualquier sacrificio valdría la pena".-
Continuara…
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