Los primeros
rayos del sol comenzaban lentamente a cubrir cada rincón con cálidos
resplandores, mientras que el fresco aire de la mañana garantizaba un agradable
día, por lo menos relacionado a condiciones climatológicas.
Su pequeño y
frágil cuerpo se movía inquieto una y otra vez sobre las suaves sabanas
indicando que sus sueños no eran tranquilos. Aun podía sentirla, esa profunda y
extraña mirada sobre ella. Podía ver entre la espesa capa de oscuridad el
tenebroso brillo de esos ojos bañados en el rojo de la sangre como si
estuviesen asechándola, persiguiéndola… pero ¿Por qué?, ¿Por qué a ella?.
Se giró hacia
su ventana, percibiendo como poco a poco la luz del nuevo día intentaba colarse
entre sus ventanas para hacerla despertar finalmente. Se cubrió completa con
sus cálidas mantas, aun no quería levantarse y mucho menos ir a hacia el
instituto, de solo pensar en tener que soportar una vez más los reclamos tan
injustificados y fuera de lugar de su profesor, le producían un terrible dolor
de cabeza y la urgente necesidad de no apartarse de donde estaba.
-¡¡Qué!!-
Gritó desesperada, moviéndose en la cama para intentar levantarse.- ¡No puede
ser, ya es muy tarde!.- Tomó molesta el pequeño aparato que descansaba sobre su
mesita de noche, comprobando una vez más que las manecillas permanecían
totalmente estáticas.
Terminó de
ponerse en pie saliendo disparada a cambiarse. Consciente de que no podía
llegar nuevamente tarde, de lo contrario su profesor esta vez no tendría piedad
y mucho menos consideraciones.
Salió
corriendo precipitadamente, no importándole en lo absoluto el que la observaran
de forma escudriñante por transitar tan aprisa las diversas calles y avenidas
que se entrecruzaban en su andar. Giró en la última de las esquinas que faltaba
para poder atravesar el tramo hacia el instituto, contemplando como aquella
enorme construcción se exponía ya más próxima a ella. Estaba por llegar después
de tanto esfuerzo cuando un duro golpe detuvo de repente su paso haciéndola
perder el equilibrio. Cerró instintivamente sus ojos pareciéndole sentir en
cualquier momento el pavimento, sin embargo, se equivocó.
-¿Estás
bien?.- Preguntó sin ningún tipo de emoción en sus palabras a la castaña que
aun cohibida por el impacto, mantenía el cuerpo engarrotado en un diminuto
ovillo.
Abrió
paulatinamente sus ojos, topándose al instante con una profunda oscuridad
enmarcada en esa mirada que parecía de alguna extraña manera estudiarla a
detalle. Le miró algo asustada e incómoda por como la tenía rodeada entre sus
brazos, acercándola estratégicamente a su pecho con maniobras sumamente
sutiles.
- Si, gracias
pero…- Estaba por decirle que la soltara pero el sonido de las campanas que
repicaban por sobre ellos la tomó por sorpresa.- Tengo que irme.- Se dijo más
para sí que para el joven que aun la contemplaba de cerca.
Le notó alejarse con cautela algunos pasos
lejos de él solo para hacer una improvisada reverencia como agradecimiento.
-No tienes
por qué agradecer.- Informó a Shin Hye, quien estaba preparada para iniciar por
segunda ocasión su carrera contra el reloj. Sonrió con arrogancia al tomar sus
pertenencias, vislumbrando por sobre sus hombros a quien sería el blanco de sus
crueles ataques.- Fue un placer verte de nuevo… Park Shin Hye.- Finiquitó con
intriga.
Todas las extremidades
de su cuerpo se paralizaron brutalmente con la sola mención de su nombre siendo
pronunciado por los labios de aquel chico que nunca antes había visto, y aun
así, estaba convencida de que algo en él, le era increíblemente familiar.
-Sus ojos…-
Articuló casi de manera involuntaria. Rememorando aquella penetrante mirada que
el joven poseía y que aun ahora le causaba escalofríos. Era tan abrumadora, tan
sombría, tal y como la que desde hacía varios días la atormentaba como
depredador dentro de sus sueños y pesadillas.
Regresó a la
realidad cuando el segundo toque del reloj sonó vigoroso desde la lejanía,
sorprendiéndole ver que era solo su persona la que se encontraba sobre aquella
solitaria avenida. Movió su cabeza de un lado a otro en busca de aquel
desconocido, aun así, no había una minúscula pista de su paradero, simplemente
aquel sujeto se había evaporado en el ambiente.
__________
Respiró algo
cansada al verse enfrente de esa blanca puerta que la separaba del interior.
Sujetó la perilla entre sus nerviosas manos y entró con sigilo de no ser
descubierta. Parecía ser sencillo, al menos todos los demás alumnos se
encontraban ocupados escribiendo los problemas de aritmética que Park Yoo Chun
apuntaba sobre la pizarra. Suspiró ansiosa, estando segura de que si no hacía
demasiado ruido lograría terminar de entrar sin ningún tipo de inconveniente.
Estaba a
punto de sentarse en su respectivo lugar y celebrar que nadie la había pillado
cuando una fastidiosa voz llamo no solo su atención, sino también la del resto
de sus compañeros.
-De nuevo tarde, Shin Hye.- Le dijo aun de
frente a la pizarra.
Se maldijo
internamente de saberse descubierta, ¿es que acaso ese hombre tenía ojos detrás
de la espalda que siempre terminaba por atraparla?. Le divisó el girarse para
poder quedar de frente a ella, su rostro mostraba molestia eso era más que
evidente.
-¿Es que
acaso tengo que alargar la hora de entrada para tenerla a tiempo en todas mis
clases?.-
-Lo siento.- Se disculpó avergonzada.
-Imagino que
no es necesario decirle que estará castigada al atardecer.- Inspiró resignada
tomando finalmente asiento al oír semejante sentencia.- Sin mencionar que me
entregaras un ensayo de mil palabras sobre el tema del día de hoy...- Acabó de
explicarle con sorna, consiente que eso definitivamente la haría enfurecer. Rio
internamente al contemplarla de esa manera y antes de que ella pusiera
objeciones sobre su castigo agregó.-… Y no intentes decir una palabra más que
me veré en la necesidad de aumentar tu castigo, así que espero pongas
atención.-
-Como usted diga, sa bom nim.- Discutió entre
dientes tratando de sonar lo más tranquila y convincente posible, saco sus
cosas de su mochila y comenzó a escribir.
¡Quién se creía ese tipo!, era verdad que
había llegado tarde pero obligarla a hacer un ensayo de aritmética y de mil
palabras, eso era un abuso de autoridad.
Recargó su
cabeza sobre la superficie de su pupitre, no comprendiendo aun, cuál era la
razón que guiaba a Yoo Chun sa bom nim a atacarla constantemente si nunca antes
había sido catalogada como una "chica problema". Aun así, sin
importar lo mucho que se esforzara o lo dedicada que se mostrara delante de su
profesor, el resultado siempre terminaba siendo el mismo y por lo menos una vez
a la semana acababa castigada no importando si la razón era por demás ilógica y
ridícula.
-Min Ho…-
Murmuró con mágica ensoñación al ver por el ventanal del aula como un alegre
joven jugaba en compañía de su grupo de amigos que arrojaban y golpeaban
fuertemente la pelota que giraba sin detenerse sobre el césped de aquel espacio
deportivo.
Estaba tan
absorta en esa tarea, que no se dio por enterada de la sigilosa inspección que
rastreaba cada una de sus acciones desde el instante en que pusiera el primer
pie en el salón de clases.
Contrajo con
fuerza sus puños, abofeteando de un duro portazo el portafolio que guardaba sus
lecciones del día. Se sentía molesto, furioso, pero sobre todo impotente.
Impotente por no poder tratar como quisiera a la castaña que tanto lo atormentaba.
Estaba desesperado por no saber controlarse ante el visible interés que la
chica tenía por alguien más. Era demediado difícil admitirlo pero era la
verdad, se sentía enloquecer al no poder olvidar que Park Shin Hye, tan solo
era su alumna y nada más.
-Buenos días,
profesor.- Saludó cordialmente la rubia mujer que había llegado hasta el salón
de clases.- Espero no haber interrumpido.-
-Despreocúpese directora Jang Eun Joong,
estaba casi por marcharme a mi siguiente clase.-
Respondió
notando como la mujer entraba de lleno, recibiendo al instante el saludo de sus
alumnos, claro a excepción de cierta personita que parecía perdida en otra
dimensión.
-En ese caso
seré breve.- Dijo la rubia y prosiguió.- El día de hoy hemos recibido la
llegada de un nuevo estudiante, el cual estará con ustedes hasta finalizar el
semestre, espero lo reciban con agrado y simpatía… vamos pasa.- Ofreció en
dirección a la puerta abierta del salón, dejando que los segundos
transcurrieran desenfrenados hasta que él apareció y el silencio se hizo
funesto e inminente.
Todas y cada
una de las integrantes de aquella habitación quedaron atónitas apenas el
hiciera notar su presencia, convencidas de que jamás habían visto a un
espécimen como lo era aquel extraño chico. Era alto e imponente, su piel
totalmente deseable parecía tintinear y provocar al tacto, sin olvidar que ese
rostro que poseía era como si estuviese hecho por fuerzas que superaban la
razón humana. Su mirada era gélida y penetrante, enérgica y llena de un aura de
misterio que lograba que todos sus atributos fuesen sumamente irresistibles.
Definitivamente esa era la palabras más cercana para poder calificar al nuevo…
irresistible.
-Él es Kim
Jae Joong, ha venido del extranjero por nuestro programa de intercambio, por lo
que hemos decidido que permanecerá en casa de alguno de ustedes por pocas
semanas hasta la clausura del semestre.- Dio a conocer sorpresivamente.
De inmediato
la euforia femenina no se hizo esperar, ya que tener la posibilidad de estar
cerca de ese chico era por demás tentadora.
-Calma,
seleccionaremos a la suerte el nombre de la primera persona que lo hospedara.-
Informó rápidamente, colocando el nombre de cada estudiante del salón en un
pequeño recipiente, una acción que obviamente originó una sonrisa burlesca en
Jae Joong.
-"No importa cuánto hagan esa estupidez,
el resultado siempre será el mismo".- Pensó con prepotencia, pues sabía a
la perfección cual sería el nombre que aparecería como ganador o mejor dicho
ganadora.
Y hablando de
ella… ¿Dónde rayos estaba esa pequeña despistada?.
Sus ojos la
buscaron por cada rincón del lugar hasta dar con ella, por lo visto había sido
la única de todos los presentes que ignoraba su presencia.
Aun recordaba
su encuentro con Shin Hye hace apenas algunos minutos atrás, manteniendo en su
mente el momento en que la contempló lo suficientemente cerca como para
memorizar cada delicada y exquisita facción que la conformaba.
Se giró hacía
la misma dirección que la castaña contemplaba como sumida en algún tipo de
trance, provocándole en el acto una desagradable sensación en la boca del
estómago. Alejó su vista de ella y del chico que por días enteros admiraba a
distancia.
Si bien era
cierto que detestaba en sobremanera ver esa mirada tan llena de ilusión y
absurda añoranza en los mortales, no comprendía porque ver esa misma mirada en
Shin Hye, en la nueva víctima escogida por la mano de Cupido era casi…
insoportable.
-Vamos, Yoo
Chun.- Invitó la rubia, elevando hasta él el contenedor.- Seleccione uno para
saber quién será el alumno de esta primer semana.- Terminó de decir al tiempo
en que el joven profesor introducía su mano en el recipiente, eligiendo una de
las desenas de papelillos para repasar su contenido.
-"Esto no puede ser".- Se recriminó
enfurecido entre su propia mente.
Revisó una y
otra vez el nombre que estaba escrito en aquella hoja, no pudiendo hacer otra
cosa que la de maldecir una y mil veces más la suerte que correría esa chica
ahora que estaría siete largos y tormentosos días al lado de aquel estudiante
que despertaba su entera desconfianza.
-Park... Park
Shin Hye.- Pronunció con esfuerzo, añorando porque el nombre que leía, fuese
cualquiera menos el de la castaña.
Únicamente
basto el mencionar aquel nombre para que todas las miradas se posaran en su
persona con tal presión que finalmente la hicieron despertar de sus fantasías,
solo para encontrarse con la notable insatisfacción de sus demás compañeras,
las cuales sin entender muy bien el porqué, la acechaban como si quisieran
atravesarla con lo más doloroso que estuviese cerca.
-Perfecto, en ese caso la alumna Shin Hye será
la seleccionada de esta semana.- Dijo la directora.
-¡¿Qué?!.-
Fue todo lo que debatió aun confundida. No entendiendo absolutamente nada de lo
que ocurría a su alrededor.- A qué se refiere con que soy la seleccionada de
esta semana.-
-A que Kim Jae Joong, permanecerá en tú casa
por los próximos siete días… a partir de hoy.- Finiquitó en tono contundente.
-¡Pero
directora yo no puedo serlo!, ¡por favor escoja a otro de mis compañeros!.-
Trató de persuadir vanamente a la rubia que no estaba dispuesta a recibir una
negativa por parte de Shin Hye.
-¡Pero nada,
esto no es opcional!.- Vociferó con molestia.- Si eso era todo lo que tenías
que decir me retiro y como ya se los había dicho a tus compañeros y a ti,
espero que reciban de forma agradable al joven Kim.- Enfatizó nuevamente antes
de salir del lugar dejando un pesado e incómodo silencio.
-Toma tu
respectivo asiento, el profesor de la siguiente hora está por llegar.- Habló
Yoo Chun sin mucho interés en aquel recién llegado que encendía todas sus
alarmas en alerta extrema.
Avanzó como
todo un felino entre la multitud de locas y desquiciadas estudiantes que
suplicantes le rogaban una y otra vez que fuera con ellas con quien tomara
asiento, más sin embargo, solo tenía en mente a una en especial.
-Veo que
llegaste sin ningún rasguño después de todo.- Le oyó decir con un toque de
gracia en cuanto caminara hasta su lugar y el oscuro de sus ojos se posara de
nuevo en aquella figura femenina que por días enteros vigilaba sin tregua ni
descanso, ocasionando en él una disimulada sonrisa al ver como sus mejillas se
teñían sutilmente por el efecto de sus comentarios.
-No imaginaba
que asistirías a mi instituto, esto sí que es una coincidencia.- Confesó por lo
bajo sin atreverse a encararlo directamente, la sola idea de tener que soportar
esa sensación tan aplastante que despedían esas profundas pupilas negras le
producía escalofríos.
El aire
abandonó velozmente sus pulmones al ver a ese chico que apenas y conocía,
tomarse la suficiente libertad para sujetar su barbilla entre sus manos con la
clara intención de enfrentar sus miradas, algo que Shin Hye rehusaba a hacer y
que obviamente a él le disgustaba.
-Las
coincidencias no existen, pequeña Shin Hye...- Susurró tan cerca de su oído que
le erizo los vellos de la nuca.-… Así que no lo olvides.- Su voz sonó
enigmática, como si sus palabras ocultaran más de lo que se podía apreciar a
simple vista.
Se hallaba
tan atrapada en esas ideologías que no se percató cuando Jae Joong comenzó a
acariciar los alrededores de su cuello con las yemas de sus dedos,
distribuyéndolos por aquella zona que sabía perfectamente, nadie nunca antes
había tocado.
-"Es tan… apetecible".- Se dijo a sí
mismo al borde del éxtasis. Era como tocar la más pura de las sedas. Deseó
posar sus labios sobre tan exquisita piel, recorrerlo con sus besos y morderlo
con desesperación para así averiguar si su sabor era tan prominente como su
tacto dejaba ver.
-¡Park Shin
Hye!.- Escuchó el nombre de la joven justo antes de cometer una estupidez.
Se giraron
ambos ante el dueño de aquella voz tan "inoportuna", encontrándose
con un furioso Park Yoo Chun, quien al parecer había sido el único de todos los
presentes que había observado a detalle y minuciosamente las verdaderas
intenciones de Jae Joong.
-Espero que
no olvides que estas castigada por toda la tarde de hoy, así que te estaré
esperando.- Concluyó un poco más calmado sin apartar aun su vista del chico
nuevo, quien al igual que él, le observaba como si deseara destazarlo vivo y
sin piedad alguna. Le dirigió un último vistazo a Shin Hye y se marchó a su
siguiente clase.
-"Acaso ese hombre esta…".- Se puso
de pie aun con aquella duda danzando por su cabeza, estando cada vez más y más
convencido del interesante descubrimiento que acababa de hacer.
Lo sabía, no era necesario activar sus
habilidades sobrenaturales para poder leer las ocultas intensiones que ese
profesor tenía para cierta castaña. Sus orbes tan llenas de odio y deseos por
eliminarlo de la faz de la Tierra se lo confirmaron en el segundo en que se
miraron en ese duelo furtivo y silencioso. Agradeciéndole internamente el
haberse hecho notar en el mejor momento, de lo contrario no estaba del todo
seguro de lo que hubiese sido capaz de hacer con aquella chica. Rugió entre
dientes, pasando una mano por sus cabellos en busca de un poco de cordura. No
era posible que esa niña lo aturdiera de esa forma con solo tenerla cerca,
debía recordar que ella solo era una "víctima" más en la lista de su
hermano, solo era otra de tantas misiones, debía recordar que Park Shin Hye era
solo un peldaño más en el camino a su anhelada libertad y nada más.
__________
El sol del
medio día era tan agradable como el delicioso y reconfortante viento que
entretenido se divertía jugando una y otra vez con sus suaves cabellos
elevándolos con gracia y produciéndole algunas cosquillas en sus sonrosadas
mejillas.
Por fin había llegado la hora del descanso,
considerándole demasiado largo el día que apenas iniciaba. Primero su accidente
con el alumno nuevo, después su castigo por parte de Yoo Chun sa bom nim y por
último la impuesta obligación de la directora de hospedar a Kim Jae Joong por
toda una larga y apenas comenzada semana.
Respiró algo cansada, lo único que quería era
irse hacía su casa, tomar una merecida ducha de agua caliente y dormir
profundamente hasta el día siguiente. Sonrió infantilmente al recordar que en
días como este sabía exactamente qué hacer para de alguna forma mejorarlo.
Detuvo sus pasos para empezar a rebuscar algo entre sus cosas. El brillo de sus
ojos caramelo aumento al ver esa pequeña caja adornada en tonos morados y la
cual mantenía en una hermosa caligrafía la palabra "Chocolates".
-Es el
último.- Sonrió más ampliamente al contemplar la dulce golosina en el interior
de la caja, pues siempre había pensado la última pieza era la que guardaba el
sabor más exquisito de todos y para un día tan pésimo como ese, nada como una
dosis de ese increíble manjar de los dioses.
Sujetó con sumo cuidado el trozo de chocolate
entre sus manos y justo cuando estaba a punto de darle el primer mordisco un
fuerte golpe la hizo reaccionar, solo para darse cuenta que había caído sobre
las raíces salientes del enorme árbol en donde acostumbraba permanecer en el
descanso. De inmediato se puso de pie rogando que nadie de los alrededores la
hubiese visto en tan penoso espectáculo, aunque sabía que era tan desapercibida
que dudaba que siquiera la distinguieran.
-Todo está en
mi contra el día de hoy.- Se dijo con pesar así misma al ver como en su
descuido su queridísimo trozo de chocolate había salido disparado muy lejos,
aterrizando sobre el verde césped despedazándose en el proceso.
-¿Siempre
eres así de torpe?.-
Un estremecimiento
sacudió su espina dorsal al escuchar esa voz tan fría y seca, siendo increíble
como en tan solo unas horas pudiera ubicar tan bien a su dueño. Pasó sus dedos
por el contorno de sus labios en una pose arrogante, entreteniéndole ver a esa
niña tan diferente al resto de la población femenina "normal" que no
parecía alterarse eufóricamente por su cercanía.
-Vamos,
¿acaso no piensas responder a mí pregunta?.- Su voz sonó más mordaz de lo que
se suponía pero aun así no dijo nada y espero la respuesta de Shin Hye.
Una peligrosa oleada de furia la recorrió al
escucharle decir aquellas palabras tan llenas de burla. Se volteó molesta con
los ojos chispeantes en cólera. Por esa razón siempre prefería pasar
inadvertida a la vista de todo el mundo, porque siempre que su existencia se
hacía notar era justamente para eso, para que le echaran en cara lo torpe,
débil e insignificante que era.
-Ya lo viste
tú mismo, soy un desastre lose… conforme, ¿eso es lo que querías escuchar de
mí, no es así?.- Articuló sin más antes de marcharse de ese sitio. No quería
permanecer un minuto más en presencia de ese sujeto que no se cansaba de
recordarle lo que siempre había sabido de sobra, no obstante, solamente logró
dar un par de pasos cuando el fuerte cuerpo de Jae Joong se interpuso en su
camino, ¿Es que acaso ese chico nunca la dejaría tranquila?.
-Ahora que es
lo que quieres.- Le enfrentó tan molesta que ni siquiera se percataba de los
débiles sacudimientos con los que su mediano cuerpo se movía.- ¡No quiero
tenerte cerca, acaso no puedes verlo!.- Rugió perdiendo los estribos al ver
como el joven simplemente se limitaba a sonreír de manera irónica e hiriente.
-Lamento no cumplir tus deseos pero como bien
sabes, ambos estaremos muy "juntos" por algún tiempo.- Recalcó tan cerca
de su oído que pudo sentir la calidez de su aliento chocar con su piel.
Se alejó algo confusa sin perder ese brillo
retador que emanaba de sus ojos. Su boca hizo una especie de puchero al
recordar que para su desgracia, ese irritante chico tenía razón, y al menos por
el momento ambos vivirían bajo el mismo techo.
-Lo vez,
sabes que tengo razón.- Continuó fastidiándola.
-Solo por
esta semana Kim, dudo mucho que mi suerte sea tan mala como para volver a
hospedarte.- Pensó que con eso Jae Joong la dejaría por fin en paz pero no, ya
que le vio el acercarse nuevamente hasta ella de forma mucho más comprometida,
estando a escasos centímetros de su rostro.
Si no fuera porque sabía que era algo
"imposible" hubiese jurado que sus oscuras e intrigantes orbes, la
hipnotizaron para no mover una sola fracción de su cuerpo, obligándola a
permanecer en aquella paralizante posición sin poder resistirse. Sus mejillas
se sonrojaron al sentir sus rudas manos tocar e invadir su cara, delineando el
contorno de sus ojos, pómulos y su entre abierta boca.
-"Pero… ¿qué piensa hacerme?".- Fue
la pregunta que inundó su mente mientras intentaba el poder moverse y salir
huyendo de su asedio.
Lo vislumbró fijamente, era como si estuviese
manteniendo una especie de pelea interna y así como se acercó, se alejó de ella
como si su solo tacto le quemara intensamente.
-No tientes a
la suerte, Shin Hye...- Advirtió en tono amenazador, retrocediendo un par de
pasos para recobrar la distancia que se había permitido desvanecer.-… Porque te
garantizo, que te puedes llevar una desagradable sorpresa.- Terminó de decirle
y de mala gana se marchó de ahí dejando completamente perturbada a la castaña,
quien por su parte parecía recuperar poco a poco la movilidad.
Tragó pesadamente, sintiendo aun esa extraña
energía cubrirla de pies a cabeza, impidiéndole moverse y gesticular alguna
palabra de auxilio.
-Shin Hye,
¿Te encuentras bien?.- Escuchó a su espalda esa voz tan llena de preocupación
que ella conocía tan bien. Respiró aliviada al ver a su amigo y sin más, sin
decir una sola palabra se abrazó a él.- Pero que ocurrió contigo, estas
temblando.- Le cuestionó aún más inquieto que antes, correspondiendo de igual
forma aquel abrazo.- Fue él nuevo, ¿cierto?, hace unos minutos estaba aquí
contigo.-
La dulzura de
su rostro se enmarco salvaje al recordar al tal Kim Jae Joong hablando con Shin
Hye, consiguiendo que un gruñido escapara de su boca. Algo había en ese tipo
que no le inspiraba nada de confianza, lo sabía y él nunca se equivocaba en
esas cosas… algo tramaba contra su amiga.
-No Park Jun
Min, no fue él.- Mintió al oír el furioso reproche de su amigo.
Sabía que él era sumamente sobreprotector con
ella, razón suficiente para no querer provocar más problemas si le decía lo de
su encuentro con el chico.
-Solo estoy
cansada, nada más.- Sonrió amigablemente, no convenciéndolo del todo, pero al
menos por el momento eso era suficiente para pasar todo este asunto a segundo
plano.
-Si tú lo
dices, te creo.- Mencionó algo más relajado tomando de la mano a la Shin Hye,
quien ya familiarizada con el trato que su amigo tenía para con su persona, ni
siquiera se inmuto.- Ahora vamos, nada como un delicioso almuerzo para que te
sientas mejor.- La guío entre la multitud hasta una banca en donde se
encontraba otro amigo de ambos esperando por ellos y así empezar a comer
apaciblemente.
__________
El viento del
medio día elevaba sus negros cabellos con maestría, provocando que sus rojos
ojos adquirieran rasgos más bestiales. Después del "agradable"
encuentro con Shin Hye, había optado por permanecer en lo alto de la azotea de
aquel edificio escolar, siendo el sitio perfecto para estar lejos de todo aquel
osara fastidiarlo.
-Qué tipo más
patético.- Soltó irritado al referirse al jovial amigo de la castaña.
Subió sus
manos a la altura de su rostro, contemplándolas como si buscara algo terrible
en ellas. Aun podía palpar sobre su superficie esa corriente tan llena de
electricidad que lo recorrió cuando tocó la cara de Shin Hye.
Fue tan
placentera, como ninguna otra que él hubiese tocado a través de sus largos años
de existencia. Estaba por regresar junto a la joven y buscar más de esa
inigualable sensación, cuando su interés se posó en aquel intruso que
preocupado se había acercado a la chica de pupilas caramelo y la cual sin más
se había abalanzado sobre él en busca de protección, una vez lo viera llegar a
su lado.
Una
desagradable energía recorrió sus venas, era como fuego líquido que quemaba
todo a su paso desde su cerebro hasta lo más hondo de sus entrañas. Activó su
poder inconscientemente. Podía leer todas y cada una de las intenciones y
verdaderos deseos de ese idiota que se mantenía abrazado a su víctima.
-A quien cree
que engaña.- Lanzó sin emociones.
Ese tal
"Park Jun Min" como Shin Hye lo había llamado, no era mejor ni peor
que ese estúpido profesor que tanto codiciaba a la castaña, ya que ambos
guardaban grandes anhelos hacía su persona, oscuros anhelos que desde luego por
tonta ingenuidad ella desconocía.
Sonrió con
perversión al darse cuenta de lo que pasaba con él. Esa torpe niña le atraía
demasiado como para que pudiera controlarlo fácilmente, así que como en otras
de sus tantas misiones sacaría algo de provecho para él, al fin y al cabo
siempre había algo de bueno en ser el ayudante de ese miserable Dios que era
"Cupido". Así ambas partes resultarían beneficiadas, tanto ella como
él. Por un lado la pequeña Park Shin Hye, conseguiría tener el "amor"
de ese sujeto… claro por algún tiempo. Y por el otro, el saciaría sus deseos
más salvajes en ese tierno cuerpo de mujer que le cortaba el aliento.
__________
Las
siguientes horas transcurrieron rápidamente, inclusive se sorprendió de ver
cómo los últimos rayos del sol comenzaban a mezclase con en el firmamento de la
noche formando fulgores llamativos y llenos de color. Regresó su atención a su
cuaderno de notas, solo necesitaba una decena de palabras más y su castigo por
fin habría acabado dejándola completamente libre.
-He
terminado, Yoo Chun sa bom nim.- Avisó al hombre que en ningún solo momento
había apartado su mirada de la chica y el cual soltó un leve quejido al ver
como tendría que dejarla ir, al menos hasta que se le ocurriera otra manera de
retenerla y seguir admirándola en silencio.- ¿Puedo irme ya?.-
-Espero que este perfecto, de lo contrario
harás otro… con la diferencia de que esta vez serán dos mil palabras.-
Trató por
todos los medios el de no decir una sola palabra, no le daría el gusto de
volver a reprenderla, además estaba tan cansada por todo lo que había pasado a
lo largo del día que lo último que quería hacer era terminar discutiendo con
aquel hombre que parecía divertirse y regocijarse con su suplicio matemático.
-Está bien,
puedes irte.- Le dijo al finalmente después de parecer meditar su respuesta.
Tomó su mochila y salió lo más rápido que pudo en dirección a las canchas
deportivas.
Después de
unos cuantos minutos llegó a su destino, observando en el acto a su triste
objetivo. Su corazón parecía enloquecer con solo verlo practicar con los demás
integrantes del equipo de futbol y verlo actuar tan alegre y espontaneo como
solo él podía hacerlo. Deseaba decirle todo lo que sentía, todo cuanto le
inspiraba hacer y todo lo que significaba para ella, pero… era tan cobarde, tan
insignificante que dudaba siquiera, él supiera que existían ambos en el mismo
universo.
-Si tan solo
me dieras una oportunidad, te aseguro que no te arrepentirías.- Habló tan
sincera, como si Lee Min Ho estuviese frente a ella y escuchara cada una de sus
palabras llenas de amor y dolor… el dolor de no poder ser correspondida.
-Y si alguien
te ofreciera esa oportunidad que tanto buscas, ¿la tomarías?.- Oyó decir con
suspicacia.
Buscó algo
inquieta al dueño de esa fría voz, notando como este se mantenía sentado en las
ramas del gran árbol que vigoroso se exponía de espaldas a ella. Le vio dar un
ágil salto como si la distancia entre el suelo y él fuera cosa de nada. Caminó
sigiloso tal depredador y llegó hasta su lado haciendo nuevamente la misma
pregunta.- Y bien, que me respondes… si yo te diera la oportunidad de tener el
"amor" de ese sujeto, ¿la aceptarías?.-
-Pero que dices, ¿cómo podrías conseguir
eso?.- Le cuestionó perturbada por todo lo que Jae Joong le decía.
-Ese es
asunto mío.- Respondió de mala gana, empezando a arrinconarla contra una de las
paredes de concreto.- Solo piénsalo, ¿acaso no serías capaz de cualquier cosa
por saber que el corazón de ese chico te pertenece?.- Sonrió con maldad al ver
como la castaña retiraba su mirada de la de él para enfocarla en Min Ho, como
si estuviese comparando sus palabras y la recompensa que obtendría si aceptaba
lo que le ofrecía.
-"Solo un poco más pequeña Shin
Hye".-
Colocó ambos
brazos a cada lado de Shin Hye, de ninguna manera permitiría que esa niña se le
escapara estando tan cerca de obtener lo que deseaba escuchar de ella.
-Sí aceptas,
te doy mi palabra que estarás a su lado y dejaras atrás los escondites, las
miradas a distancia y claro, la dolorosa sensación de no poder alcanzar algo
imposible…-
-Y que es lo que quieres a cambio de eso.- Le
inquirió sin titubeos.
Eso sí que le
sorprendió. Levanto una ceja mientras sus labios mostraban esa sonrisa tan
arrogante y común en él. No cabía la menor duda… esa niña era diferente a las
demás mortales.
-Aun no lo
defino del todo.- Mintió.- Pero por el momento eso no importa, solo dame un
"Sí, acepto" y te garantizo que transformare tú fantasía en toda una
realidad.- Insistió sin reparos.
Podía
escuchar los latidos de su corazón mientras contemplaba una vez más a ese
chico. Activó con cuidado sus poderes, su débil alma era como un libro
totalmente abierto para él, podía ver el anhelo que sentía por estar cerca del
joven, la desesperación por que supiera que existía y ese desagradable y
enfermizo sentimiento que emanaba de lo más profundo por hacerlo feliz.
Rio por lo
bajo desactivando sus habilidades sobrehumanas, los mortales eran tan
predecibles que estaba seguro de la respuesta que la castaña le daría.
-¡Está bien,
acepto!… si haces que Lee Min Ho se enamore de mí, haré lo que sea no importa lo
que me pidas… te aseguro que será tuyo.- Le dijo algo alterada, intentando
controlar su respiración anormal y la desesperación que como urgencia
burbujeada en su pecho.
De inmediato
la dejo en libertad, no pudiendo hacer otra cosa que la de sonreír victorioso,
ahora solo era cuestión de tiempo para obtener lo que tanto deseaba de la
pequeña Park Shin Hye.
La vio el
caminar lejos de las canchas deportivas y pronunciar un leve "Vamos a
casa", por el momento descansaría, ya que después de lo pactado esta tarde
tendría mucho que hacer los siguientes días para cumplirle a la chica, la cual
sin duda alguna, ignoraba que hacer un trato con él, era casi tan malo como
venderle tú alma al mismísimo Demonio.
Continuara…
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