SHINee "Kiss kiss kiss"

"Eres como un sueño para mí, quiero ser tu sombra, para siempre poder estar junto a ti"

Arashi "Sakura sake"

"Estos sueños sin nombre han brotado, no mires hacia atrás porque no hay un mañana detrás de ti, mira hacia adelante"

SNSD "All my love is for you"

"Incluso si estas muy lejos de mí, solo cierra los ojos y mi corazón estará cerca de ti"

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RECOMENDACIÓN DRAMA!!! RECOMENDACIÓN PELÍCULA

Ayudante de Cupido-- Capitulo 4°- "Besos Robados"

Sus dedos se movían firmemente sobre los pliegues de su camisa, intentando acomodar en su respectivo lugar la oscura corbata que a completaba el odioso atuendo del instituto al que tenía que asistir para no perder de vista un solo segundo de lo que su víctima pudiera hacer, y de esa forma memorizar cada rasgo, cada gesto y cada pequeña reacción que ella pudiera tener para que en el momento menos pensado, estuviese listo para darle una cruel y dolorosa estocada por la espalda.



Terminó de colocar la corbata, permitiendo que su imponente reflejo se enmarcara en el espejo de cuerpo entero que descansaba a un lado del ventanal de su habitación. Su rostro se encontraba sereno e indiferente como siempre, notando como cada facción se atenuaba con tal detalle y precisión, que lo hacían parecer una perfecta estatua de mármol, una especie de ángel caído. Sonrió con ironía ante ese pensamiento, después de todo no estaba tan apartado de la realidad ya que su vida era como la de esos seres inmortales… vacía, perturbada y ligada por toda una eternidad al causante de haberles cortado las alas, colocando en su lugar un invisible collar de amaestramiento, el cual era tirado con pesadez y sin contemplación, indicándoles que todo lo que no fuesen ordenes de sus amos, estaba prohibido para ellos.



Respiró con dificultad sintiendo el amargo sabor de la furia tocar su paladar al visualizar la imagen de su hermano. Él era el único culpable de su estado. Él que lo tenía atado de pies y manos sometido a su entera disposición, ese engendro que por su retorcida diversión lo había obligado a transitar entre los subordinados mortales, guiándolo fríamente hacia esa niña ingenua que para bien o para mal había cautivado su curiosidad y a la cual por ordenes irrevocables, tenía que destruir sin tocarse el corazón.



-Maldición...- Soltó un pesado suspiro mientras pasaba una mano por sus negros cabellos, recargando de lleno su cuerpo en la pared.



No quería continuar con esto, a pesar de toda la ira y rabia que incesante le gritaba que no tuviera compasión hacia esa mujer, algo con una fuerza mucho más agresiva le decía que no deseaba que ella padeciera el mismo sufrimiento que por años vio reflejado en cada víctima que designaba la absurda voluntad de "Cupido" y sin embargo, aun con todo lo que se avecinaba sobre él, estaba totalmente consciente que no podía hacer nada para que lo inevitable ocurriera dentro de poco.



-Si tan solo las cosas fuesen un poco diferentes, si tan solo ella me…- No terminó de hablar, la sola idea era ridícula y sin sentido.



Golpeó con frustración la pared. Como diablos podía aturdirse tanto con esta situación, llegando incluso a pensar en semejante locura. Él que era tan imperturbable, tan insensible y frío a lo que estúpidos sentimentalismos se refería. Bufó algo cansado, como se le podía pasar por la cabeza que aquello llegara a suceder, además estaba lo ocurrido la noche anterior. Ese beso robado a la pequeña castaña y el odioso sonido de aquel nombre que comenzaba rápidamente a detestar.



-Min Ho...- Se escuchó resonar en su cabeza de forma constante y persistente.



Apretó su quijada al recordar el nombre de ese idiota siendo pronunciado con tanta dulzura por Shin Hye, en el momento de robar sus suaves labios. La terrible sensación de su orgullo hecho pedazos aun estaba muy presente y casi palpable, no pudiendo creer aun lo que había pasado. Él que era uno de los dioses más poderosos y más temidos por sus habilidades de manipular las almas, él que tenía a sus pies a todo tipo de mujeres hermosas que morían y suplicaban por una mirada, por una sola caricia suya… había llegado a tales extremos de tener que asaltar la alcoba de su víctima solo para contemplar sus sueños y estar a su lado, capturando como un vulgar ladrón la tentativa boca de la pequeña y sintiendo por primera vez en siglos como esa desgarradora sed que quemaba día con día su garganta era calmada por el fugaz beso de una ordinaría mortal. Un beso que por si fuera poco le había quitado tal inhibición a la consciencia de la joven que incluso en sueños fue capaz de anhelar más de ese abrazador calor y del que por supuesto, el estaba más que dispuesto a seguir proporcionándole si no fuera por el "insignificante" hecho de que Shin Hye pensó que ese beso tan devastador había sido dado por otro que definitivamente no era él.



-Pero sí del hombre que ella realmente quiere.- Rugió con resentimiento, arrastrando las palabras fuera de su boca.



¿Por qué?, porque demonios le enfurecía tanto el hecho de que ella lo hubiese confundido con aquel chico si él estaba enteramente consciente de lo que significaba para ella, simplemente no lo comprendía y eso era lo que realmente lo inquietaba… el hecho de saber que cada minuto que pasaba perdía más y más el control de la situación, encaminándose lentamente en un oscuro y desconocido sendero del que estaba seguro, ya era más que imposible el salir bien librado y sin daños que lamentar.



Tomó su saco y su mochila listo para partir hacia el instituto, topándose con la casa totalmente vacía cuando salió de su habitación. No le pareció extraño, después de todo él mismo le había dicho a la pequeña Shin Hye que se fuese sin él, la sola idea de tener que verla tan próxima y tan ajena a lo que había ocurrido entre los dos, provocaban en su interior la urgente necesidad de reclamar sus labios nuevamente, pero esta vez con la diferencia de que se encargaría personalmente de hacerle ver a la chica que esos besos tan apasionados que pensó vivir en sueños, aquellos que fueron capaces de despertar tales anhelos en su ser e incendiar su cuerpo de deseo, fueron dados por él y no por ese joven que ocupaba por entero su corazón tal y como realmente pensaba, el cual si no fuera por esos hilos imaginarios que movían su alma y débil voluntad, ni siquiera estaría al tanto de que ambos compartían el mismo mundo.



Avanzó pausadamente por las calles que a esa hora de la mañana se encontraban ausentes de personas, lejos de ese fastidioso bullicio que producían y que solo le causaban un insoportable dolor de cabeza y el creciente deseo de desaparecer a cada desagradable mortal que como era para él toda una costumbre, le observaban como algo extraño, diferente… algo totalmente ajeno al mundo y a lo que ellos realmente eran y representaban.



-Da igual.- Refunfuñó descontentamente, no deseaba amargarse el día tan temprano, mucho menos por cosas tan insignificantes y fuera de lugar como esas. Solo quería terminar con todo, acabar de una buena vez por todas con este absurdo "melodrama" del que sin querer había dejado de ser un espectador para convertirse ahora en un personaje más, uno que desde luego no gozaría de un final feliz.



Necesitaba apartarse cuanto antes, poner distancia de por medio lejos de todo lo que le inquietaba, de todo cuanto incrementara su sombría y tentativa curiosidad. Precisaba irse y continuar con la vida que hasta hace pocos días atrás había llevado, la cual era la única que sabía llevar sin ningún tipo de complicaciones externas que desequilibraran su entorno… y lo que aun era más importante, necesitaba alejarse de ese desastre ambulante, de esa pequeña y torpe niña de llamativos cabellos castaños que había capturado su atención de forma tan peligrosa al ser tan diferente al resto de las mujeres que había conocido a lo largo de sus incontables siglos de existencia. Siendo un ser tan inocente y a la vez tan aguerrido, tan sonriente y a la vez tan sumergida en la oscuridad.



Park Shin Hye era un ser extraño, como una rara y exótica flor rodeada por comunes flores silvestres, mostrándose a la vista tan delicada y dócil algunas veces que provocaba el acercarse a contemplarla, pero en otras era capaz de mostrar sus filosas y ocultas espinas para defenderse de aquellos que osaban el tocarla. Era como una caja de sorpresas de la que nunca estaba seguro que esperar y eso era lo que lo atraía a ella de forma descomunal, el hecho de tal vez haber dado con alguien tan único en este común y ordinario mundo de mortales.

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El suave sonido del viento de la mañana era lo que reinaba en ese lugar después de la confesión por parte de Shin Hye, quien no podía apartar su mirada de sus amigos deseando saber que era lo que cada uno pensaba al respecto, después de darles a conocer que su primo había dado con ella y que no solo sabía el lugar exacto en donde encontrarla, sino que también le había advertido con todas sus letras que tarde o temprano él la reclamaría sin ningún tipo de contemplación.



Sintió un terrible escalofrío recorrerla de pies a cabeza con el solo pensamiento de que LeeTeuk realmente cumpliera con su palabra y ella tendría que regresar a su lado. Verse obligada a vivir nuevamente en aquel infierno que con tanto esfuerzo y sacrificio había escapado años atrás. Cerró con fuerza sus ojos en un intento por borrar esas imágenes de su mente pero todo era inútil, aun podía sentirlo como si ocurriera en ese mismo instante… cada amenaza, cada brutal golpe, cada enfermiza y posesiva caricia proporcionada por él como si fuese una especie de maldición de la que le era imposible liberarse.



¡No!, no quería regresar a ese mundo de sombras, el destino no podía odiarla a tal punto… simplemente no era justo que se ensañara así con ella.



El fuerte golpe sobre la mesa de almuerzos acabó por despertarla de su tormento, topándose con el colérico rostro de Park Jun Min que sin miramientos le decía que no permitiría que LeeTeuk se acercara a ella.



-No quiero que interfieran en esto.- Expresó segura y firme ante su amigo, el cual por vez primera parecía estar en desacuerdo con ella.- Yo sola solucionare este problema.- Habló con una determinación que no sabía que tenía, aun así estaba segura que sus compañeros no se retirarían de este embrollo así como así.



-¡Pero qué disparates dices Shin Hye!, acaso no vez lo grave de la situación.- Riñó con voz severa a la castaña que definitivamente no comprendía el peligro que corría estando su primo rondando la ciudad.- ¡Mira lo que fue capaz de hacerte!.- Soltó sin más asiendo referencia a la mano lastimada de su amiga.- Si piensas que me quedare sentado cómodamente mientras ese tipo te lleva consigo para destruir todo lo que has construido aquí estas muy equivocada.-



Su mirada era rígida e inflexible ante la sola imagen de la chica siendo atacada por ese joven, aumentando en su interior la frustración de ver como Shin Hye le prohibía el tomar cartas en el asunto… ¿es que acaso no veía su preocupación por ella?, ¿acaso no comprendía que no deseaba perderla?.



-Yo lo sé…- Su voz era pausada, casi un murmullo siendo liberado y alejado por el viento que agitado parecía de alguna extraña forma advertirla sobre el peligro que la rondada de manera siniestra.- Yo más que nadie se de lo que LeeTeuk es capaz de hacer, y si interfieren en esto él no se tocara el corazón para acabar con ustedes.- Se puso de pie ante la vista de ambos jóvenes, alejándose unos cuantos pasos de ellos, lo suficiente como para liberar esas lágrimas que rápidamente comenzaban a quemar sus ojos con su salado sabor.



Debía de resistir al enorme impulso por gritar y llorar, necesitaba mantenerse fuerte frente a sus amigos o de lo contrario no contaría con los argumentos requeridos para evitar que ellos se inmiscuyeran en este asunto que solo ella podía resolver.



-No quiero que los dañe por mí culpa, así que confíen en mí.- Pidió suplicante mientras las fuerzas empezaban a esfumarse de su lado. Se sentía indefensa y asustada, pero aun así sabía que tenía que ser valiente para enfrentar a ese hombre que le mostro lo que era realmente el odio y el desprecio, ese ser que le instruyó de la peor forma los alcanzas abismales que el dolor y el sufrimiento podían tener.



-Porque no lo entiendes, Shin Hye.- Trató de calmarse y acercarse a ella.



La conocía demasiado bien, tanto como para comprender sin mucho esfuerzo que todo lo que intentaba exponer frente a ellos era solo una fachada improvisada que desde luego no lo convencía en absoluto. Podía percibir su angustia, su miedo y la tristeza que parecían brotar de sus poros y detectarse en el ambiente. Caminó con lentitud hacia su lado, deseaba decirle que jamás la dejaría sola, que ella y solo ella era la persona más importante en su vida y que no solo era para él su mejor amiga, sino que ella era su razón, su mundo… simplemente lo era todo para él.



-Yo quiero que sepas que…- Calló en el acto. Posó una mano en su hombro en señal de apoyo al tiempo en que respiraba algo resignado, no pudiendo evitar reprenderse por su enorme cobardía. Pero lo sabía, sabía que si le confesaba la verdad la perdería y eso era algo que no soportaría.- Nosotros siempre estaremos a tú lado pase lo que pase.- Le susurró con ternura.



Se giró sobre sus talones quedando de frente a él y sin decir nada más se abrazo al chico permitiéndole reconfortarla un poco. Un leve "gracias" salió de la boca de Shin Hye, ocasionando una diminuta y amarga sonrisa por parte suya.



-Ya no estás sola Shin Hye, recuérdalo por favor.- Y dicho eso, la atrajo aun más a su regazo, llegando a sentir las cálidas y húmedas lagrimas mojar su saco. Tragó con pesadez al ver como temblaba entre sus brazos, dejando que su bien formada dentadura fuera expuesta debido a la enorme rabia que reprimía de ver cómo todo este asunto parecía afectarla mucho más de lo que trataba de aparentar frente a ellos. Aun así, con el simple hecho de tenerla consigo todos los tormentos y temores que se agolpaban en su interior se disipaban cual agua entre las manos, logrando relajarlo al punto de la felicidad… una felicidad que ella y solo ella era capaz de dar.



La oscuridad de sus ojos adquirió un brillo sumamente aterrador con cada segundo que transcurría, así como el pesado movimiento de su pecho por conseguir un poco de aire y controlar el desagradable fuego que comenzaba velozmente a quemar su cuerpo y de paso su razón.



¡Por todos los dioses! ¡Cómo es que vivía en este mundo alguien tan ingenuo!, ¿Tan torpe era que no veía las verdaderas intensiones de ese tipo?. Incluso sin sus habilidades le era posible detectar esa especie de alegría y gozo que surgían de Jun Min, al igual que esa sensación de protección hacia Shin Hye conforme la tenía rodeada entre sus brazos, recargando su cabeza sobre la de ella, susurrando palabras cursis y consoladoras que lo único que hacían era aumentar su disgusto ante el espectáculo que ambos ofrecían en el jardín como si nadie más a su alrededor estuviese presente.



-Ambos son unos idiotas.- Soltó algo malhumorado para sí mismo antes de terminar de entrar a los terrenos del instituto, sin embargo, algo en particular llamó su atención.



Agudizó todos sus sentidos para verificar si sus sospechas eran las correctas, aunque en realidad dudaba que fuese lo contrario ya que su esencia se impregnaba por los alrededores. Sonrió con arrogancia al detectar finalmente la localización de esa hosca presencia ya familiar para él, la cual estaba tan cerca del lugar que prácticamente lo podía visualizar parado junto a él con esa mirada soberbia y por demás prepotente escudriñándolo tal y como lo había hecho en el momento en que se conocieron.



Amplió aun más su ligera sonrisa al terminar de pensar en esa idea que desde luego pondría en marcha, ya que no solo conseguiría más información de la vida de Shin Hye, sino que también tendría un poco de macabra y retorcida diversión por parte de ambos primos.



Miró en dirección a la calle y en efecto, ahí estaba ese lujoso automóvil color negro estacionado varias cuadras atrás.



-Despreocúpate, que esta vez no moveré un solo dedo para detenerte, así que puedes hacer todo el caos que desees.- Respondió como si él estuviera a unos cuantos pasos escuchando su monologo, tomó de nueva cuenta sus cosas y sin más retomó su camino de regreso, perdiéndose entre los pasillos del instituto.

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Levantó su rostro impaciente para ver por enésima vez la hora que marcaban las pequeñas manecillas del reloj, notando que faltaban casi tres horas para que sonara el timbre de salida y así finalmente partir hacia el encuentro con Lee Min Ho. Golpeó la superficie de su asiento con sus delgados dedos, tratando vanamente el de desaparecer esa desesperación y ansiedad que en todo el día había estado presente en ella y que con el pasar de los minutos aumentaba más.



-“¿Te gustaría ayudarme mañana a acomodar todas estas cajas?, me serías de mucha ayuda… sin mencionar que tendría una agradable compañera para poder trabajar mejor.”- Fueron las palabras dichas por Min Ho el día anterior cuando ambos coincidieron por "casualidad" en el consultorio de la doctora Bo Ri.



Las mariposas en su estomago revoloteaban con mayor intensidad con solo imaginarse que esa misma tarde lo vería de nuevo, ahora sin la necesidad de tener que ocultarse en esos absurdos escondites que le permitían verle de lejos y soñar con momentos mágicos que por meses considero casi imposibles, y que ahora gracias a lo que fuese que JaeJoong estaba haciendo para ayudarla, eran toda una maravillosa realidad.



-"Te extraño tanto Min Ho".- Fue el fugaz pensamiento que atravesó su mente.



Tal y como si fuese un rayo que surgía de la nada, todos los sucesos que experimento en ese increíble sueño regresaron a ella de forma intempestiva. Sus mejillas se sonrojaron ferozmente y de forma involuntaria sus dedos rosaron sus labios pareciéndole sentir aun el indescriptible calor que como ladrón se había apropiado de su boca. Su piel se erizaba ante el recuerdo de ese contacto y su cuerpo se quemaba entre una extraña y apasionada mezcla de deseo y ansiedad que no comprendía… pero ¿por qué?, ¿Por qué si solo fue un sueño su cuerpo reaccionaba de esa forma?, o ¿Es que acaso no lo había sido?…



Muchas veces había escuchado decir que los sueños llegaban a ser casi tan reales que incluso era fácil confundirlos con la realidad, pero esto era demasiado. Aun le era posible revivir la textura de su rostro, la asombrosa fuerza de sus manos que desesperadas la acercaban más y más hacia él, llegando a respirar ese agradable aroma masculino que despedía su cuerpo y que de alguna manera le inundaba los sentidos y…



-¿Será que mí clase es tan fastidiosa que no merece un poco de tu atención?.-



Despertó de su ensimismamiento preguntándose una y otra vez "¿Cuánto tiempo se había perdido entre sus pensamientos?", al parecer lo suficiente como para llamar la atención no solo de YooChun, que la contemplaba con un extraño desagrado, sino también la de sus compañeros que le observaban con algo de curiosidad y otros con burla y diversión por haber hecho la faena del día.



-Lo siento, solo estaba algo distraída… eso es todo.- Se aventuró a decir en su defensa mientras se ponía de pie, lo que provocó que su profesor se alejara de la pizarra y se aproximara a ella con su típico libro de aritmética entre las manos.



Con cada paso que daba, su penetrante mirada continuaba clavándose sobre su persona causándole una rara sensación de incomodidad, entendiendo algo tarde que su respuesta no la salvaría de otra tarde más de castigo y aburridos ensayos por parte de YooChun.



-En ese caso termina de distraerte fuera de mí clase.- Finiquitó de modo autoritario y déspota.



Apresó de mala gana la mochila de la castaña y se la entregó a la pasmada chica, indicándole que abandonara el salón cuanto antes. Estaba consciente que el sacarla de su clase no era la mejor decisión, sin mencionar que era por demás excesivo, sin embargo, por ahora no deseaba seguir contemplando esa cara de enamoramiento perpetuo que Shin Hye dejaba ver cada vez que se perdía en su interminable dimensión de fantasías y lindos mundos de color de rosa.



La divisó con detenimiento. Sus tersas mejillas ruborizadas, su largo y castaño cabello cayendo cual cascada sobre sus hombros, sus apetitosos y tentadores labios entreabiertos por la sorpresa de su raro comportamiento. Toda ella era hermosa, era una maravillosa obra de arte que deseaba tocar y ver por horas y días enteros, saciarse de todo cuanto esa pequeña niña representaba, no obstante, debía recordar que toda buena creación estaba prohibida… en especial para él. Contrajo con furia sus ojos sintiendo el peso de esa terrible y definitiva palabra caer y desmoronar en miles de pedazos todo lo que alguna vez pudo haber idealizado al lado de su despistada alumna.



Cada día era más y más difícil el seguir soportando esta situación, el verla diariamente, conviviendo todas esas horas a su lado, saberla tan próxima, tan cercana a él y a la vez tan infinitamente lejos era algo que ya no resistía… pero él sólo era su profesor, qué más podía esperar.



-Nada, lose muy bien.- Pensó en voz alta y algo melancólica ante la mirada de confusión de la joven.



-¿Disculpe?, pero a que se refiere con eso.- Inquirió algo perturbada por la conducta de YooChun, quien por su parte regresó a la cruda realidad al oír la voz de la chica que habitualmente inundaba sus utópicos sueños con dulces y mágicos períodos.



-A nada que le concierna… así que salga de mí clase antes de que le suspenda la entrada por tres días más en vez de solo uno.-



-Pero…- No habló más, de ninguna manera le daría el gusto de verla implorar para qué no la sacara del salón, así que sin decir una palabra más, recogió sus pertenencias y se retiró.



Transitó por algunos minutos sin rumbo fijo, prefiriendo ir hacía los jardines del instituto y esperar todo lo que quedaba de la hora de ese odioso hombre que disfrutaba en arruinar su vida, para que ella pudiera regresar y tomar su siguiente clase tranquilamente. Sus pasos eran lentos y sin prisa, permitiéndose el notar como las nubes adquirían tonalidades grises y negruzcas, indicativo que dentro de poco caería una fuerte tormenta. Una opresión se agolpo en su interior, era cierto que los días de lluvia la inquietaban pero este en particular tenía algo que no podía explicarse. La sensación del aire sacudiéndola con ligereza, el lúgubre ruido de las ramas de los arboles que chocaban unas con otras, el abandono y la angustiante quietud del lugar. Todo era exactamente igual, absolutamente todo lo que la rodeaba era como revivir aquella tarde en la que había logrado escapar hace tres años atrás.



-Será mejor que regrese.- Optó decidida antes de tener la extraña sensación de que algo o alguien la asechaba muy de cerca… tal vez demasiado.



Giró a todos lados en busca de lo que fuese aquello que la venía siguiendo pero nada, todo parecía indicar que ella era la única persona que se encontraba en el lugar.



-Creo que estoy enloqueciendo.- Soltó entre risas nerviosas, esperó unos segundos hasta calmarse completamente y emprender de nueva cuenta su camino, pero nuevamente se detuvo. Ahora no había la menor duda, ya no se encontraba sola. Podía escucharlas claramente, esas firmes pisadas se acercaban más y más asía donde estaba.- ¿Quién está aquí?.- Demandó como si fuese la cosa más obvia del mundo, creyendo su corazón colapsar cuando sus ojos se posaron sobre esa imponente y masculina figura vestida de negro tal y como era su costumbre.



-Calma, te garantizo que no te hare daño… al menos por el momento.- Manifestó sin más, saliendo finalmente de su escondite.- Pero moría por verte al menos unos minutos.- Confesó a Shin Hye, ocasionándole un doloroso nudo en el estomago al verlo salir de las sombras que lo refugiaban.



-Qué haces aquí, ¿Cómo es que pudiste entrar?.- Le disputó con suma seguridad tratando de ocultar el enorme nerviosismo que sin más iniciaba a paralizar su cuerpo.



Movió su cabeza con disimulo en todas direcciones en busca de una posible salida que le ayudara a huir de LeeTeuk si la situación lo ameritaba, pero cayó en la terrible conclusión de que estaba acorralada y a su entera disposición. Se maldijo internamente por su torpeza al alejarse tanto… ahora no tendría más opción que enfrentar a su temido primo.



-Es increíble que después de tantos años de conocerme sigas subestimándome, cariño.- Rió por lo bajo al verla respirar con mayor dificultad y palidecer a cada paso que daba para aproximarse a ella.- Para mí no hay imposibles, creo que eso aun lo debes de recordar.- Musitó a su oído lo bastante cerca como para permitirse disfrutar del dulce aroma que despedía ese cuerpo de mujer que tanto lo trastornaba.



-Que es lo que pretendes estando aquí, ¿qué me marche contigo?, sabes perfectamente que no lo haré.- Le miró directamente, siendo esta la primera vez desde que la conocía, que sus ojos no expresaban ese común miedo que por años le echaron en cara al ser un signo de debilidad fuera de lo permitido en la prestigiosa familia a la que pertenecían.



La analizó con cuidado, esa joven mujer que le vigilaba con cólera y desafío no era la misma que anteriormente moría de terror con su sola presencia… había cambiado. Un cambio que en definitiva le gustaba.



-Me sorprendes, no imaginaba que detrás de esa fachada tan indefensa ocultaras tantas agallas, pero después de todo somos familia, así que no podía esperar menos de ti.- Le dijo a la chica con sumo agrado y fascinación mientras aplaudía su notorio avance.- No me cabe la menor duda que todos estos años te han sentado de maravilla, solo mírate… sí tu padre te viera se tragaría sus palabras al haberte considerado una pérdida de tiempo, es una verdadera lástima que ya nunca más podrá hablar.- Expresó con todo el cinismo del mundo entre sonoras y mordaces carcajadas, estando consiente que su prima comprendería a lo que se refería con ese comentario.



-¡Eres un canalla, a pesar de todo mi padre confió en ti y mira como le pagaste!…- Quería gritarle todo lo que se merecía, todo cuanto había acumulado en los años en que apareció en su vida y la termino de hundir en el infierno. Si tan solo su padre la hubiese escuchado nada de esto estaría sucediendo pero la tomaba como algo tan insignificante y patético que por más que se había esforzado en hacerle ver las verdaderas intensiones de su primo, siempre había ignorado todas y cada una de sus advertencias.- ¡Tú lo llevaste a ese estado!, ¡tú ocasionaste su acciden…-



El tiempo transcurrió con mucha rapidez ya que lo último que recordaba era el estar discutiendo con LeeTeuk para después terminar siendo arrojada en el duro suelo debido al golpe que ahora marcaba su blanca mejilla con esos tonos tan escandalosos y difíciles de ignorar. Sostuvo la lesión con su mano, tocando al instante ese viscoso líquido que se colaba entre sus dedos y llenaba por entero su boca con su metálico sabor.



-Cuidado con lo que dices hermosa mía.- Se acercó a su misma altura tomándola de los hombros para levantarla como si fuese una pluma. Sacó un blanco pañuelo de su bolsillo y empezó a limpiar los restos de sangre que se acumulaban entre su labio y mentón. Introdujo de nueva cuenta el pañuelo y deposito un súbito beso en la mejilla de Shin Hye a modo de disculpa ante su precipitado comportamiento.-Recuerda que él único responsable de lo que paso fue tú padre, él fue quien te entrego a mí.-



-Tú tienes tanta culpa como él, ambos dispusieron de mí como si yo fuera un simple títere.- Se soltó de su lado, no soportaba su presencia y mucho menos su contacto… ¿acaso le era tan difícil entender eso?.



-Si hubieses aceptado mí amor todo sería muy distinto… ahora serías mí esposa, disfrutaríamos juntos de la enorme fortuna de la familia y tú honorable padre no estaría obligado a permanecer atado de por vida a un respirador.- Hizo una pausa y continuó.- Pero me rechazaste hasta el cansancio, e incluso fuiste capaz de huir de mí lado esa noche de tormenta en donde intentaste matarme, ¿lo recuerdas?.- Posó una mano sobre su cuello atrayéndola repentinamente hacía él y como si se tratara de una dulce golosina empezó a lamer su mentón de forma descendente, imposibilitándole el mover su rostro para evitar su contacto.



-Trataba de impedir que abusaras de mí… es una pena que no te haya matado, ¿No lo crees así?.- Lanzó con resentimiento cada una de las palabras que salían de su boca, despertando finalmente la furia de LeeTeuk.



-Tú eras mí prometida e íbamos a casarnos.- Pronunció con voz ronca, sujetándola de los cabellos para lanzarla sin más a uno de los árboles que los rodeaban. Siguió cada uno de sus movimientos con recelo, no importándole en absoluto el dolor que provocaba en ella.- Estaba en mí justo derecho de tomar lo que tarde o temprano será mío.- Le dijo en forma amenazante, la levantó violentamente del cuello hasta la altura de su cabeza acercando de ese modo el maltratado y asustado rostro de la chica con el de él. Acarició sus mejillas cubiertas por el polvo, notando con disgusto como sus lagrimas se hacían presentes ante su brusco trato.- ¿Porque me complicas tanto las cosas, Shin Hye?… si tan solo accedieras a mis deseos te aseguro que no habría en este mundo algo que te negara, todo lo que tengo sería tuyo.- Ofreció a la castaña con una pisca de ilusión en sus comentarios.



-No quiero nada que venga de ti.- Abrió con mucha pesadumbre sus ojos, sintiendo como su cuerpo se hacía a cada segundo más y más pesado debido al impacto y al aire que rápidamente empezaba a abandonar sus pulmones bajo las manos que aprisionaban y cerraban su garganta.- Ja-jamás regresare a tu lado, no pi-pienso volver a esa pe-pesadilla.- Fue la respuesta que de forma contundente elimino toda esperanza en LeeTeuk de que su querida prima accediera de manera voluntaria a irse de la ciudad e iniciar una nueva vida lejos de todo y de todos, una vida hecha solo para ellos dos.



-Es por él ¿cierto?, ¡es por el tipejo de la otra noche!.- Gruñó fuera de sí, no pudiendo evitar que la imagen de JaeJoong se adentrara en sus memorias.



El modo tan altivo e imperioso con el que se había presentado frente a él, las miradas tan llenas de complicidad que tanto Shin Hye como él se dedicaban y que al parecer solo ambos comprendían, simplemente lo desquiciaba. La sola idea de que ese sujeto gozara libremente de sus besos, su aroma, sus caricias, todas y cada una de las cosas que él había conseguido por la fuerza sin haber logrado alguna reacción por parte de ella, destruían por completo su razón.



-No lo permitiré, nunca dejare que seas feliz al lado de otro hombre que no sea yo.- Advirtió sin más a la chica que se desvanecía entre sus manos.



Trató de enfocar su vista pero todo era inútil, solo podía apreciar una que otra mancha que distorsionaba su visión.



-Ale-lejate de mí.- Susurró sin energía al momento en que un estruendoso ruido llamara la atención de su represor, permitiéndole de esa manera el obtener un poco de ese vital elemento cuando vio liberado su cuello de las manos de su primo.



Elevó un poco su cabeza para ver que o quien había sido el causante, sorprendiéndose cuando sus ojos chocolate se toparon con esa enorme sombra que golpeaba el rostro de LeeTeuk sin parar. El sonido de esa voz que sin clemencia amenazaba a su primo por haberla agredido, le era conocida. Se negó en repetidas ocasiones que todo eso era imposible… él jamás se había preocupado por ella. Desde que había llegado al instituto él salía en su camino haciendo todo mucho más complicado, siempre reprendiéndola por cosas sin sentido, mirándola con intensidad como si deseara borrarla de la faz de la Tierra, dejándola por horas y días sin descanso bajo el peso de decenas de libros que tenía que leer como resultado de sus constantes castigos a su lado. Y ahora se mostraba así, con una faceta totalmente diferente a la que le conocía.



Ese hombre que día con día parecía divertirse con aniquilar cada segundo de su vida, no era el mismo que hoy la defendía de aquella manera tan desesperada sin importarle nada más que… protegerla.



-¡Esto te costara muy caro!.- Masculló entre dientes contemplando con desprecio a YooChun.- En cuanto a ti querida prima, será mejor que te prepares, porque cuando menos lo esperes regresare.- Le dedicó un último vistazo a la joven que trataba de incorporarse y se marchó de la zona escolar.



-¿Estás bien?, ¿puedes ponerte de pie?.- Interrogó preocupado por el estado de la castaña una vez llegara hasta donde se encontraba.



Su corazón latía desbocado y enfurecido con solo divisar esa dulce cara de mujer opacado por el miedo y el dolor de cada golpe y maltrato que había recibido por parte de ese violento chico. Deseó haberlo matado en ese mismo segundo y eliminar todo rastro de él por tal atrevimiento y abuso de su parte, pero por ahora era mucho más importante que ella se recuperara de todo lo que había ocurrido.



-Estoy bien, gracias por haberme ayudado… Yoo Chun sa bom nim.- Pronunció con suavidad.- Se que no debió ser sencillo defender a alguien que le desagrada tanto.- Jugó en tono divertido ante la mirada de desconcierto del profesor.



-¡Pero qué dices!, en verdad eso piensas.- Le interrogó deprisa.



Siempre había tenido la idea que su distraída alumna mantenía en mente una imagen totalmente errada con respecto a todo lo que tenía que hacer para permanecer a su lado, sin embargo, nunca creyó que ella realmente pensara que él… ese simple profesor de aritmética que día a día se conformaba solamente con verla aparecer, sintiera algo más que no fuera ese profundo y prohibido amor que esa pequeña despertaba en él.



-Estas muy equivocada...- Se aproximó minuciosamente, llegando a tocar con sus manos su fina cintura. Sonrió con ligereza al ver ese tierno sonrojo cubrir sus mejillas, confirmándole con ese acto el nerviosismo que su cercanía provocaba en ella.



Era como estar en uno de sus tantos sueños. Podía respirar su olor, sentir el calor que despedía su cuerpo, los escalofríos que tímidamente erizaban su cremosa piel bajo su tacto y ese bello rostro que solo estaba separado por escasos centímetros del suyo.



-Aunque te cueste creerlo por todo lo que hago, me importas demasiado… tal vez más de lo que yo mismo pudiera soportar.- Le dijo con dolor ante el peso de una verdad que ya no podía seguir callando.



-Yo… yo creo que no comprendo.- Apenas podía pronunciar las palabras que subían por su garganta y salían difícilmente de su boca. Su cabeza daba vueltas por todas las emociones que flotaban a su alrededor sin darle un ligero descanso para digerir la última situación antes de que llegara a bombardearla la siguiente.



¿Por qué pasaba todo esto?, ¡Es que acaso todos se habían vuelto locos el día de hoy!. ¡Inclusive ella!. Si no fuese así su corazón no se estremecería de esa manera tan violenta ante la terriblemente corta distancia que la separaba de su profesor.



-No hay… nada que comprender.- Lentamente se acercó a Shin Hye, rozando su mejilla con la de ella. Deseaba sentirla, sentir esa presencia que llenaba de luz y sentido sus días, ignorando por solo algunos minutos esa irritante voz que insistente le gritaba una y otra vez que todo lo que estaba haciendo era incorrecto y que tarde o temprano le traería consecuencias con un precio tan elevado que no estaba seguro de poder pagar, pero aun así, era algo que ya no le importaba o al menos por el momento había dejado de ser su prioridad.



Sujetó el rostro de la joven con ambas manos mientras se miraban mutuamente. Esta era su oportunidad de decirle la verdad y por ningún motivo la iba a desaprovecharla.



-Lo único que debes de saber es que a pesar de todos mis principios, de todos mis esfuerzos y de todo lo que soy… eres lo más importante para mí, Shin Hye.- Habló casi en susurro. La miró por un corto segundo solo para estrecharla con firmeza contra su regazo como si ella se fuese a esfumar en el aire... deseaba probar que todo aquella era real, y lo era.



Las palabras "Te amo tanto", cubrieron sus oídos y se almacenaron en su mente en un tintineo constante. Quería hablar, decirle que la dejara irse de ese sitio, que todo lo que hacía era un error y que a pesar de su confesión su corazón desde hace mucho tiempo atrás había hecho ya su elección. No obstante, antes de poder decir algo unos suaves labios se habían apropiado de los suyos. Apenas fue un leve roce, una dócil caricia… un cálido contacto al que sin lugar a dudas, no logró corresponder.



-Tengo que irme.- Dijo nerviosa en un esperado estado de shock. Se separó como pudo de YooChun y aun con todo el malestar que sentía recorrer por su interior, salió corriendo hacía el instituto, tratando de dejar atrás todo lo que había vivido y escuchado en ese jardín.



-¡Shin Hye, espera!.- Lanzó desesperado al verla huir de él.



Hizo todo lo posible por detenerla pero fue imposible, la joven ya se había marchado del lugar dejándole el amargo sabor del rechazo incrustado cruelmente en cada parte de su ser.



-¡Soy un estúpido!.- Se reprendió vanamente, sintiendo como la cordura hacía su triunfal acto de presencia demasiado tarde para su suerte.



Contrajo sus puños con fuerza, ¿Cómo pudo ser tan débil e ingenuo?, como es que se había aventurado a siquiera imaginar que Park Shin Hye le correspondería con solo saber lo que realmente sentía por ella. Estaba consciente, era iluso y sumamente fantasioso de su parte haberlo pensado pero lo hizo, "tontamente pero lo había hecho" y ahora ya era demasiado tarde para arrepentirse y comenzar de nuevo como si nada hubiese pasado entre ambos.



-Debí quedarme callado, ella no tenía porque saber la verdad.-



-¿No cree que ya es demasiado tarde para absurdas lamentaciones?.- Se oyó decir hueca y secamente por los alrededores.



De inmediato buscó al dueño de esa fría voz que sin saber con exactitud la razón, le desagradaba. Algo había en él que inspiraba su desconfianza desde el primer momento, una sensación de peligro que continuamente le alertaba que ese chico de negros cabellos y mirada desafiante, era alguien demasiado misterioso. Siempre rodeado por un extraño halo de sombras como si tratara de ocultar un secreto muy grande y perturbador.



Movió su cabeza con ligereza ante esas ideas sobre JaeJoong, que más bien parecía la descripción de un personaje sobrenatural salido de esas raras y locas historias que les contaban a las niños para asustarlos por las noches. Cuentos llenos de magia, hechiceras y seres mitológicos que solo eran capaces de bajar a la Tierra para causar el mal. Algo demasiado difícil de ver por estos tiempos, sin embargo, algo muy dentro de él se lo decía, no porque realmente estuviese tratando con una especie de "monstruo" disfrazado de humano, sino porque él mismo parecía advertirlo con cada una de sus acciones… Kim JaeJoong, era un ser de quien tenía y debía cuidarse.



-¿Qué haces aquí Kim?, deberías de estar en clases.- Cuestionó aproximándose al árbol de donde provenía el llamado del chico.



Y ahí estaba él, cómodamente recostado sobre una de las ramas más fuertes y altas que ese viejo y frondoso roble podría ofrecer.



-Lo mismo podría decirle yo a usted y sin embargo mírenos aquí, ambos estamos en sitios que no nos corresponden haciendo cosas que obviamente no debemos, ¿no lo cree así?.- Soltó mordaz y sarcásticamente sin apartar sus profundos orbes negros del desconcertado profesor.



Una retorcida sonrisa se forma en sus labios con solo verlo. Podía sentir su pulso dispararse por los cielos, el esfuerzo por controlar su respiración y los latidos que incontrolables se agolpaban sobre su pecho llegando a sus sensibles oídos.



Aquello lo abrumó y bastante, sintiendo como una especie de presión se ejercía sobre su cuerpo provocando que sus piernas estuviesen a punto de doblarse ante sus palabras. Su mente trabajaba a ciento por ciento, llegando siempre a la misma conclusión… él chico nuevo lo sabía… pero no, de ninguna manera podía ser cierto. El no pudo haber visto lo que paso entre Shin Hye y él… ¿o sí?.



-No sé a qué te refieres y sí eso era todo lo que tenías que decirme, retírate a tus clases antes de que te reporte.- Alcanzó a revelar, tomó aire y trató de controlarse, ya que no era prudente el que actuara impulsivamente delante de JaeJoong delatándose así como así.



-Lo que intento decir es que…- Se detuvo por unos segundos, se puso de pie y con una agilidad felina salto a tierra firma como si la distancia fuese increíblemente pequeña. Le miró directamente mostrando su rostro tranquilo y relajado, muy distinto a lo que realmente sentía cada vez que recordaba lo sucedido.- A diferencia mía, usted aprovecha muy bien su tiempo...- Sus músculos se tensaron y el deseo que reprimía por tomarlo del cuello y eliminarlo se hicieron más presentes. Sí, deseaba destruirlo… aniquilar por entero a ese hombre que sin importarle nada más que él mismo, se había atrevido a tocar con sus asquerosas manos a su valiosa víctima, algo que desde luego no iba a permitir.- Un profesor que le habla de amor a una de sus estudiantes, eso sí que es estimulante.- Escupió venenosamente ante la sorpresa de YooChun.



-¡Cállate, tú no sabes nada!.- Vociferó a pulmón abierto, tomándolo de la camisa de su uniforme para acercarlo a su altura.



-¿Realmente pensó que ella le iba a corresponder?.- Enfrentó con la furia reflejada en su oscura e inflexible mirada. Sonrió con diversión al verlo reflexionar cada letra que salía de su boca, recordando que en el ordinario mundo mortal, las palabras eran mucho más eficaces y dolorosas que los simples golpes.- Vamos sea realista y termine de poner de una buena vez los pies sobre la Tierra.- Aseveró con brusquedad, sujetando a YooChun de los brazos y retirándolos lejos de él.



-Tú no lo comprendes.-



-Se más de lo que cree, lo suficiente como para asegurarle que la pequeña Shin Hye jamás será para usted no importa lo que haga… ella está fuera de su alcance.- Se giró sobre sus pies dispuesto a marcharse, no sin antes torturar un poco más a ese mortal que se aventuro a soñar con algo que no debía.- A y descuide, puede estar plenamente tranquilo que yo sabré cuidar su secreto, al menos por ahora… mí estimado Yoo Chun sa bom nim.- Dijo con toda la maldad y sorna del mundo, terminando finalmente por irse. Dejando en un profundo abismo de inquietud y soledad a ese hombre que el único error que había cometido había sido el haber puesto sus ojos y corazón en algo prohibido para él.



__________



Las clases ya habían terminado y los alumnos rápidamente fueron desalojando los diferentes salones dejándolos en un tris totalmente vacios. Todos se habían ido a sus respectivas casas ansiosos de poder descansar de un largo día de estudios y molestos apuntes de profesores… todos a excepción de cierta chica de ojos chocolate que parecía perdida en sus pensamientos. Su brillante mirar se posaba sobre el ventanal de aquel salón abandonado mirando sin mirar, dirigiendo su completo interés hacia la nada.



-Ya es muy tarde, seguramente Min Ho se canso de esperarme.- Se excusó al recordar su cita de trabajo con el chico.



Una honda tristeza la embargó inesperadamente, había esperado tanto la llegada de la tarde solo para poder pasar unos momentos cerca de Min Ho que ahora no podía entender que no le vería y la verdad como hacerlo. No solo su cara lucía como una mala y barata decoración, sino ella misma estaba hecha un total caos por todo lo que había pasado y es que aun le era demasiado difícil creerlo. Su profesor, ese hombre con quien convivía diariamente… ¡estaba enamorado de ella! y no solo se lo había confesado, sino que también la había besado, apenas un leve roce de bocas pero al fin de cuentas era un beso.



-Mejor me voy antes de que llueva.- Terminó de guardar sus libros dentro de su mochila, aun así, el sonido de pasos acercándose la puso alerta.



Retrocedió al ver una gran sombra detrás de la puerta, rogando a los cielos por qué no fuera YooChun buscándola para que le diera una respuesta a lo ocurrido horas atrás.



Sus mejillas tomaron tonalidades rosadas mientras su corazón palpitaba emocionado por verle aparecer de pronto... ¡era él y había ido a su encuentro!.



-Min Ho, pero ¿Qué haces aquí?.- Preguntó torpemente al joven que respiraba agitadamente como si hubiese corrido por largos kilómetros.



-Ya que faltaste a nuestra cita… me preocupe y decidí venir a buscarte.- Dijo con su acostumbrada alegría y entusiasmo ante el agrado de Shin Hye quien no pudo hacer otra cosa que dedicarle una cálida y sincera sonrisa de agradecimiento. La cual se esfumo de su rostro en cuestión de segundos en el instante en que Min Ho ese percato de aquella marca rojiza y amoratada que se formaba cerca de su mentón.



-No es nada, ni siquiera me duele.- Mintió con obvia notoriedad, consiente que el chico no le había creído ni la cuarta parte de lo que decía, así que velozmente intento cambiar de tema.- Disculpa por no haber ido a ayudarte pero…- Guardó silencio. Pensó rápido y respondió.- Recordé que tenía tareas pendientes, lo siento.-



-Descuida Shin Hye, si es así entonces no hay problema.- Recorrió unos cuantos pasos hasta acercarse a ella, posó una mano sobre sus sedosos cabellos, dándose el tiempo de acomodar cuidadosamente uno que otro mechón que rebelde resbalaba por al rostro de la chica.- Mañana nos veremos entonces, ¿te parece?.-



-Está bien, ahora mejor me marcho.- Le dijo para que le diera espacio, cogió su mochila y se dirigió a la puerta de salida.



-¡Shin Hye…!.- La llamó.



Instantáneamente giró su rostro en la dirección en donde provenía el sonido que proclamaba su nombre con exaltación, sorprendiéndola sin duda al toparse con el joven de vivaces ojos prácticamente sobre su persona.



-Casi olvidaba despedirme de ti.- Fue lo que escuchó decirle antes de que se apropiara por completo de su boca de forma juguetona, lamiendo y mordiendo de vez en cuando su labio inferior.



Esta vez sí correspondió y se dejo llevar, sin embargo, había algo diferente. El beso que Lee Min Ho le ofrecía era muy distinto al que había experimentado la noche anterior dentro de sus sueños, no era que fuera desagradable, por el contrario, aun así… desgraciadamente no era lo esperaba. No era como lo había soñado, esa pasión arrolladora que la dejo sin aliento no estaba presente… se había ido.



-Tengo que regresar al consultorio o la doctora Bo Ri me reprenderá.- Se separó de ella unos cuantos centímetros no deseando dejarla ir. Todo le incomodaba cuando ella estaba lejos de él. Nunca antes se había sentido de esa forma tan plena y feliz, al menos hasta que la fuerza del destino le puso enfrente a esa niña que tanto lo inquietaba. Jamás había creído en eso de "amor a primera vista" pero tal vez ya era hora de comenzar a creerlo, de lo contrario ¿qué otra explicación habría para lo que sentía por Shin Hye?.



-Mañana sin falta te acompañare a tú casa, te lo prometo.- Informó Min Ho. La vio mover su cabeza en forma afirmativa mientras sus mejillas tomaban aun más color al saberlo cada vez más y más cerca.



Quería besarla nuevamente, memorizar a detalle esa dulce boca, sin embargo, antes de poder rozar sus labios un pesado y ensordecedor sonido se dejo escuchar. Los cristales de los ventanales crujieron de pronto, ocasionando que cientos de hendiduras se formaran sobre su superficie apunto de despedazarse. Ambos se aproximaron para ver que o quien había ocasionado todo eso, pero los alrededores estaban abandonados y sin un posible candidato que pudieran señalar como él culpable.



__________



La noche había llegado a la ciudad siendo recibida por aquella fría tormenta que caía sin piedad. Las ráfagas de aire se mezclaban furiosas unas con otras mientras los relámpagos danzaban por doquier iluminando todo a su paso con sus llamativos fulgores de tonos azulados. Los destellos de luz traspasaban el enorme ventanal provocando el que extrañas sombras se dibujaran en las paredes de esa solitaria habitación en donde solo aguardaba una persona.



Sus oscuros orbes seguían las lesiones superficiales que marcaban su mano, siendo cuestión de algunos minutos u horas para que cerrara completamente sin dejar huella, a diferencia de un simple mortal que cargaría con esa cicatriz por siempre.



-Tengo que largarme de aquí.- Guardo silencio por breves segundo, tratando de que su mente recuperara su compostura, intentando en el proceso calmar un poco su tosco respirar.- Yo no pertenezco a este mundo.- Todo comenzaba a afectarlo a un punto que ya le era muy complicado controlarse, y con la pequeña Shin Hye cerca de él todo definitivamente empeoraba.



Ya ni siquiera toleraba el que se acercaran a ella, como prueba tenía esa mano destrozada que sin más había impactado sobre la sólida pared de concreto en un intento por llamar la atención de la joven pareja que felizmente mantenían un encuentro en el interior del aula de clases.



Deseaba comprender, entender de una buena vez porque esa niña ingenua llamaba tanto su atención que incluso había llegado a pensar en dejar todo de lado solo para no causarle un sufrimiento del que dudaba seriamente, ella se repusiera. Condenándose de esa forma ante la presencia de su hermano al haber declinado su deber en la Tierra.



Ya cansado de permanecer sentado se puso de pie, dejando que su apático y desganado caminar lo guiara a la puerta de salida. Vagó por los pasillos del pequeño departamento hasta toparse de frente con aquella puerta de madera finamente tallada. Tomó la perilla entre sus manos y la giró con cuidado de no llamar la atención de la persona que seguramente estaba en el interior.



El brillo de sus ojos aumentó y su garganta se cerró de pronto al verla de espaldas.

Su cuerpo empapado por la helada lluvia despedía un místico y casi mágico resplandor. Su ropa completamente adherida a sus delicadas curvas regalaban una delirante visión de la chica incrementando súbitamente las fuertes oleadas de calor que sacudían su cuerpo al ver como Shin Hye deslizaba sus estilizados dedos hasta el borde de su blusa escolar para lentamente desabotonar la prenda.



El delicado desliz que producía la ropa al pasar por la blanca y pálida espalda antes de tocar la superficie fue lo que JaeJoong pudo observar. Aquello que empezó como una simple onda de calor pronto se transformo en un intenso fuego que amenazada con desatarse sin control dentro de su ser. Su profunda mirada se dedicaba a seguir la pequeña mano de la joven en compañía de esa toalla que le servía para secar su cara y cuerpo, haciéndose aun más llamativa para él, como si está se encontrara consciente de que estaba siendo espiada.



-Eres sumamente hermosa.- Se dijo completamente maravillado al tiempo en que tomaba una precipitada decisión.



Pronto se vio rodeada por unos fuertes brazos que le prohibían moverse a voluntad, pudiendo sentir a un suave respirar bajar pausadamente a la altura de su cuello. Delineando aquella perfecta curvatura con húmedos y cortos besos que ocasionaban que se estremeciera con ligereza ante ese contacto tan subido de tono para ella.



-¡Que haces en mí habitación, no recuerdo haberte permitido el paso!.- Protestó desafiante, logrando soltarse del fuerte apretón que JaeJoong le proporcionaba.



Presurosa se alejó de él, acercándose con cuidado y precaución al otro extremo de la habitación, tratando inútilmente de cubrir su escasa proporción de ropa con sus delgados brazos.



-¡He dicho que te marches!.- Su paciencia comenzaba a terminarse y su disgusto y frustración iban en aumento constante.



JaeJoong no le dijo nada. Tan solo pudo ver como esté se aproximaba a ella y con cada uno de sus pasos la castaña retrocedía, hasta que un duro muro la detuvo, a lo que tiempo después reconoció como la pared que daba el final de su camino.



-¿Qué crees que ha-haces?.-



-¿Acaso no es obvio, pequeña Shin Hye?.- Respondió extasiado de contemplarla.



Una especie de gruñido escapó de la boca de su estomago al recordar lo que el profesor y Min Ho habían hecho con aquella joven mujer frente a él. Una ola de fuego convertido en ira extrema inundo sus venas ante el solo pensamiento de Shin Hye envuelta en los brazos de cada uno de ellos, disfrutando de las caricias y el sabor del otro, reconociendo aquel sentimiento que tan frecuentemente lo visitaba y el cual ya le era del todo familiar.



Sí, estaba celoso, no podía negarlo. La sola idea de ver a Shin Hye con aquellos sujetos o con cualquier otro, le quemaba las entrañas de una forma aniquilante. Movió su cabeza con ligereza… no quería pensar en eso, tan solo deseaba el seguir vislumbrándola, así tan cerca, solo para él… dejándose deleitar por sus sonrosados labios entreabiertos mientras exhalaban oxigeno nerviosamente.



Su respiración iba en aumento al igual que su necesidad por salir lo antes posible de ese lugar, más ninguno de sus músculos parecía obedecer las insistentes órdenes que recibían sin parar por parte de su cerebro. El peso de la fuerte mirada de JaeJoong le impedía moverse, tal y como había ocurrido el día en los jardines del instituto, pero eso era imposible, ningún humano era capaz de hacer semejante hazaña… entonces ¿Quién era él?, o mejor dicho… ¿Qué era realmente, Kim JaeJoong?.



La distancia que los separaba era prácticamente nula e inexistente, cosa que aprovechó el menor de los dioses, aprisionando a la chica con su fuerte cuerpo imposibilitándole de esa manera el poder huir de él. Sin que pudiera hacer nada, la beso con una ansiada voracidad robándole el aire de golpe. Sonriendo victorioso al sentir como Shin Hye no solo le correspondía, sino que buscaba el contacto de sus labios de forma casi tan desesperaba como él.



Esa sensación tan desvariante de nuevo se hacía presente, y desafortunadamente para ella, no era Lee Min Ho quien se ponía como protagonista. Su piel se hacía tan sensible que lograba percibir como la unión entre ambos era total, llegando a desear algo más, algo que sus besos ya no podían saciar. Consiguiendo que su razón regresara sorpresivamente al sentir las invasivas manos de JaeJoong deslizarse por su suave cuerpo.



Todo paso muy aprisa. El sonido de un golpe sobre la mejilla del joven dios, las palabras entrecortadas y dichas con torpeza "No vuelvas a tocarme… no te quiero cerca de mí" por parte de una alterada Shin Hye y el tremendo portazo de la puerta por donde cierta personita había escapado.



-¡Maldita sea!.- Rugió furioso.



Abrió sus ojos al saberse solo, notando como todo a su alrededor despedía un fulgor carmesí debido a su poder.



Aguardó unos minutos a que su control regresara y que la sangre en su cabeza se enfriara por completo. Recordó la petición de Shin Hye, esas escasas palabras que habían dado de lleno en su gran orgullo.



Era ahora cuando por fin lo comprendía, esa niña no solo era la primera persona que se atrevía a abofetearlo de esa forma, sino que también era la única mujer desde que tenía uso de razón que lo rechazaba tan abiertamente, diciéndole letra por letra que no se acercara a ella.



Jamás había conocido lo que era el rechazo, pues siempre había obtenido todo lo que deseaba sin hacer ningún esfuerzo en la vida… para eso había nacidopara eso era un Dios.



-Te aseguro que serás mía Park Shin Hye… solamente mía.-



Esa era la razón por la que esa castaña le atraía tanto… ella tenía el sabor de una vida totalmente opuesta a la que él conocía, era algo diferente, fresco y desconocido. Toda ella significaba un gran reto… un reto que aseguraba tener al final de la meta, una jugosa e inigualable recompensa, un premio que tomaría para él al precio que fuese.

  

Continuará…
 

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