Sus dedos se
movían firmemente sobre los pliegues de su camisa, intentando acomodar en su
respectivo lugar la oscura corbata que a completaba el odioso atuendo del
instituto al que tenía que asistir para no perder de vista un solo segundo de
lo que su víctima pudiera hacer, y de esa forma memorizar cada rasgo, cada
gesto y cada pequeña reacción que ella pudiera tener para que en el momento
menos pensado, estuviese listo para darle una cruel y dolorosa estocada por la
espalda.
Terminó de
colocar la corbata, permitiendo que su imponente reflejo se enmarcara en el
espejo de cuerpo entero que descansaba a un lado del ventanal de su habitación.
Su rostro se encontraba sereno e indiferente como siempre, notando como cada
facción se atenuaba con tal detalle y precisión, que lo hacían parecer una
perfecta estatua de mármol, una especie de ángel caído. Sonrió con
ironía ante ese pensamiento, después de todo no estaba tan apartado de la
realidad ya que su vida era como la de esos seres inmortales… vacía, perturbada
y ligada por toda una eternidad al causante de haberles cortado las alas,
colocando en su lugar un invisible collar de amaestramiento, el cual era tirado
con pesadez y sin contemplación, indicándoles que todo lo que no fuesen ordenes
de sus amos, estaba prohibido para ellos.
Respiró con
dificultad sintiendo el amargo sabor de la furia tocar su paladar al visualizar
la imagen de su hermano. Él era el único culpable de su estado. Él que lo tenía
atado de pies y manos sometido a su entera disposición, ese engendro que por su
retorcida diversión lo había obligado a transitar entre los subordinados
mortales, guiándolo fríamente hacia esa niña ingenua que para bien o para mal
había cautivado su curiosidad y a la cual por ordenes irrevocables, tenía que
destruir sin tocarse el corazón.
-Maldición...-
Soltó un pesado suspiro mientras pasaba una mano por sus negros cabellos,
recargando de lleno su cuerpo en la pared.
No quería
continuar con esto, a pesar de toda la ira y rabia que incesante le gritaba que
no tuviera compasión hacia esa mujer, algo con una fuerza mucho más agresiva le
decía que no deseaba que ella padeciera el mismo sufrimiento que por años vio
reflejado en cada víctima que designaba la absurda voluntad de
"Cupido" y sin embargo, aun con todo lo que se avecinaba sobre él,
estaba totalmente consciente que no podía hacer nada para que lo inevitable
ocurriera dentro de poco.
-Si tan solo las
cosas fuesen un poco diferentes, si tan solo ella me…- No terminó de hablar, la
sola idea era ridícula y sin sentido.
Golpeó con
frustración la pared. Como diablos podía aturdirse tanto con esta situación,
llegando incluso a pensar en semejante locura. Él que era tan imperturbable,
tan insensible y frío a lo que estúpidos sentimentalismos se refería. Bufó
algo cansado, como se le podía pasar por la cabeza que aquello llegara a
suceder, además estaba lo ocurrido la noche anterior. Ese beso robado a la
pequeña castaña y el odioso sonido de aquel nombre que comenzaba rápidamente a
detestar.
-Min Ho...- Se
escuchó resonar en su cabeza de forma constante y persistente.
Apretó su
quijada al recordar el nombre de ese idiota siendo pronunciado con tanta dulzura
por Shin Hye, en el momento de robar sus suaves labios. La terrible sensación
de su orgullo hecho pedazos aun estaba muy presente y casi palpable, no
pudiendo creer aun lo que había pasado. Él que era uno de los dioses más
poderosos y más temidos por sus habilidades de manipular las almas, él que
tenía a sus pies a todo tipo de mujeres hermosas que morían y suplicaban por
una mirada, por una sola caricia suya… había llegado a tales extremos de tener
que asaltar la alcoba de su víctima solo para contemplar sus sueños y estar a
su lado, capturando como un vulgar ladrón la tentativa boca de la pequeña y
sintiendo por primera vez en siglos como esa desgarradora sed que quemaba día
con día su garganta era calmada por el fugaz beso de una ordinaría mortal. Un
beso que por si fuera poco le había quitado tal inhibición a la consciencia de
la joven que incluso en sueños fue capaz de anhelar más de ese abrazador calor
y del que por supuesto, el estaba más que dispuesto a seguir proporcionándole
si no fuera por el "insignificante" hecho de que Shin Hye
pensó que ese beso tan devastador había sido dado por otro que definitivamente
no era él.
-Pero sí del
hombre que ella realmente quiere.- Rugió con resentimiento, arrastrando las
palabras fuera de su boca.
¿Por qué?,
porque demonios le enfurecía tanto el hecho de que ella lo hubiese confundido
con aquel chico si él estaba enteramente consciente de lo que significaba para
ella, simplemente no lo comprendía y eso era lo que realmente lo inquietaba… el
hecho de saber que cada minuto que pasaba perdía más y más el control de la
situación, encaminándose lentamente en un oscuro y desconocido sendero del que
estaba seguro, ya era más que imposible el salir bien librado y sin daños que
lamentar.
Tomó su saco y su
mochila listo para partir hacia el instituto, topándose con la casa totalmente
vacía cuando salió de su habitación. No le pareció extraño, después de todo él
mismo le había dicho a la pequeña Shin Hye que se fuese sin él, la sola idea de
tener que verla tan próxima y tan ajena a lo que había ocurrido entre los dos,
provocaban en su interior la urgente necesidad de reclamar sus labios
nuevamente, pero esta vez con la diferencia de que se encargaría personalmente
de hacerle ver a la chica que esos besos tan apasionados que pensó vivir en
sueños, aquellos que fueron capaces de despertar tales anhelos en su ser e
incendiar su cuerpo de deseo, fueron dados por él y no por ese joven que
ocupaba por entero su corazón tal y como realmente pensaba, el cual si no fuera
por esos hilos imaginarios que movían su alma y débil voluntad, ni siquiera
estaría al tanto de que ambos compartían el mismo mundo.
Avanzó
pausadamente por las calles que a esa hora de la mañana se encontraban ausentes
de personas, lejos de ese fastidioso bullicio que producían y que solo le
causaban un insoportable dolor de cabeza y el creciente deseo de desaparecer a
cada desagradable mortal que como era para él toda una costumbre, le observaban
como algo extraño, diferente… algo totalmente ajeno al mundo y a lo que ellos
realmente eran y representaban.
-Da igual.-
Refunfuñó descontentamente, no deseaba amargarse el día tan temprano, mucho
menos por cosas tan insignificantes y fuera de lugar como esas. Solo quería
terminar con todo, acabar de una buena vez por todas con este absurdo "melodrama"
del que sin querer había dejado de ser un espectador para convertirse ahora en
un personaje más, uno que desde luego no gozaría de un final feliz.
Necesitaba
apartarse cuanto antes, poner distancia de por medio lejos de todo lo que le
inquietaba, de todo cuanto incrementara su sombría y tentativa curiosidad. Precisaba
irse y continuar con la vida que hasta hace pocos días atrás había llevado, la
cual era la única que sabía llevar sin ningún tipo de complicaciones externas
que desequilibraran su entorno… y lo que aun era más importante, necesitaba
alejarse de ese desastre ambulante, de esa pequeña y torpe niña de llamativos
cabellos castaños que había capturado su atención de forma tan peligrosa al ser
tan diferente al resto de las mujeres que había conocido a lo largo de sus
incontables siglos de existencia. Siendo un ser tan inocente y a la vez tan
aguerrido, tan sonriente y a la vez tan sumergida en la oscuridad.
Park Shin Hye
era un ser extraño, como una rara y exótica flor rodeada por comunes flores
silvestres, mostrándose a la vista tan delicada y dócil algunas veces que
provocaba el acercarse a contemplarla, pero en otras era capaz de mostrar sus
filosas y ocultas espinas para defenderse de aquellos que osaban el tocarla.
Era como una caja de sorpresas de la que nunca estaba seguro que esperar y eso
era lo que lo atraía a ella de forma descomunal, el hecho de tal vez haber dado
con alguien tan único en este común y ordinario mundo de mortales.
__________
El suave sonido
del viento de la mañana era lo que reinaba en ese lugar después de la confesión
por parte de Shin Hye, quien no podía apartar su mirada de sus amigos deseando
saber que era lo que cada uno pensaba al respecto, después de darles a conocer
que su primo había dado con ella y que no solo sabía el lugar exacto en donde
encontrarla, sino que también le había advertido con todas sus letras que tarde
o temprano él la reclamaría sin ningún tipo de contemplación.
Sintió un
terrible escalofrío recorrerla de pies a cabeza con el solo pensamiento de que
LeeTeuk realmente cumpliera con su palabra y ella tendría que regresar a su
lado. Verse obligada a vivir nuevamente en aquel infierno que con tanto
esfuerzo y sacrificio había escapado años atrás. Cerró con fuerza sus ojos en
un intento por borrar esas imágenes de su mente pero todo era inútil, aun podía
sentirlo como si ocurriera en ese mismo instante… cada amenaza, cada brutal
golpe, cada enfermiza y posesiva caricia proporcionada por él como si fuese una
especie de maldición de la que le era imposible liberarse.
¡No!, no quería
regresar a ese mundo de sombras, el destino no podía odiarla a tal punto…
simplemente no era justo que se ensañara así con ella.
El fuerte golpe
sobre la mesa de almuerzos acabó por despertarla de su tormento, topándose con
el colérico rostro de Park Jun Min que sin miramientos le decía que no
permitiría que LeeTeuk se acercara a ella.
-No quiero que
interfieran en esto.- Expresó segura y firme ante su amigo, el cual por vez
primera parecía estar en desacuerdo con ella.- Yo sola solucionare este
problema.- Habló con una determinación que no sabía que tenía, aun así estaba
segura que sus compañeros no se retirarían de este embrollo así como así.
-¡Pero qué
disparates dices Shin Hye!, acaso no vez lo grave de la situación.- Riñó con
voz severa a la castaña que definitivamente no comprendía el peligro que corría
estando su primo rondando la ciudad.- ¡Mira lo que fue capaz de hacerte!.-
Soltó sin más asiendo referencia a la mano lastimada de su amiga.- Si piensas
que me quedare sentado cómodamente mientras ese tipo te lleva consigo para
destruir todo lo que has construido aquí estas muy equivocada.-
Su mirada era
rígida e inflexible ante la sola imagen de la chica siendo atacada por ese
joven, aumentando en su interior la frustración de ver como Shin Hye le
prohibía el tomar cartas en el asunto… ¿es que acaso no veía su preocupación
por ella?, ¿acaso no comprendía que no deseaba perderla?.
-Yo lo sé…- Su
voz era pausada, casi un murmullo siendo liberado y alejado por el viento que
agitado parecía de alguna extraña forma advertirla sobre el peligro que la
rondada de manera siniestra.- Yo más que nadie se de lo que LeeTeuk es capaz de
hacer, y si interfieren en esto él no se tocara el corazón para acabar con
ustedes.- Se puso de pie ante la vista de ambos jóvenes, alejándose unos
cuantos pasos de ellos, lo suficiente como para liberar esas lágrimas que
rápidamente comenzaban a quemar sus ojos con su salado sabor.
Debía de
resistir al enorme impulso por gritar y llorar, necesitaba mantenerse fuerte
frente a sus amigos o de lo contrario no contaría con los argumentos requeridos
para evitar que ellos se inmiscuyeran en este asunto que solo ella podía
resolver.
-No quiero que
los dañe por mí culpa, así que confíen en mí.- Pidió suplicante mientras las
fuerzas empezaban a esfumarse de su lado. Se sentía indefensa y asustada, pero
aun así sabía que tenía que ser valiente para enfrentar a ese hombre que le
mostro lo que era realmente el odio y el desprecio, ese ser que le instruyó de
la peor forma los alcanzas abismales que el dolor y el sufrimiento podían
tener.
-Porque no lo
entiendes, Shin Hye.- Trató de calmarse y acercarse a ella.
La conocía
demasiado bien, tanto como para comprender sin mucho esfuerzo que todo lo que
intentaba exponer frente a ellos era solo una fachada improvisada que desde
luego no lo convencía en absoluto. Podía percibir su angustia, su miedo y la
tristeza que parecían brotar de sus poros y detectarse en el ambiente. Caminó
con lentitud hacia su lado, deseaba decirle que jamás la dejaría sola, que ella
y solo ella era la persona más importante en su vida y que no solo era para él
su mejor amiga, sino que ella era su razón, su mundo… simplemente lo era
todo para él.
-Yo quiero que
sepas que…- Calló en el acto. Posó una mano en su hombro en señal de apoyo al
tiempo en que respiraba algo resignado, no pudiendo evitar reprenderse por su
enorme cobardía. Pero lo sabía, sabía que si le confesaba la verdad la perdería
y eso era algo que no soportaría.- Nosotros siempre estaremos a tú lado pase lo
que pase.- Le susurró con ternura.
Se giró sobre
sus talones quedando de frente a él y sin decir nada más se abrazo al chico
permitiéndole reconfortarla un poco. Un leve "gracias" salió
de la boca de Shin Hye, ocasionando una diminuta y amarga sonrisa por parte suya.
-Ya no estás
sola Shin Hye, recuérdalo por favor.- Y dicho eso, la atrajo aun más a su regazo,
llegando a sentir las cálidas y húmedas lagrimas mojar su saco. Tragó con
pesadez al ver como temblaba entre sus brazos, dejando que su bien formada
dentadura fuera expuesta debido a la enorme rabia que reprimía de ver cómo todo
este asunto parecía afectarla mucho más de lo que trataba de aparentar frente a
ellos. Aun así, con el simple hecho de tenerla consigo todos los tormentos y
temores que se agolpaban en su interior se disipaban cual agua entre las manos,
logrando relajarlo al punto de la felicidad… una felicidad que ella y solo
ella era capaz de dar.
La oscuridad de
sus ojos adquirió un brillo sumamente aterrador con cada segundo que
transcurría, así como el pesado movimiento de su pecho por conseguir un poco de
aire y controlar el desagradable fuego que comenzaba velozmente a quemar su
cuerpo y de paso su razón.
¡Por todos los
dioses! ¡Cómo es que vivía en este mundo alguien tan ingenuo!, ¿Tan torpe era
que no veía las verdaderas intensiones de ese tipo?. Incluso sin
sus habilidades le era posible detectar esa especie de alegría y gozo que
surgían de Jun Min, al igual que esa sensación de protección hacia Shin Hye
conforme la tenía rodeada entre sus brazos, recargando su cabeza sobre la de
ella, susurrando palabras cursis y consoladoras que lo único que hacían era
aumentar su disgusto ante el espectáculo que ambos ofrecían en el jardín como
si nadie más a su alrededor estuviese presente.
-Ambos son unos
idiotas.- Soltó algo malhumorado para sí mismo antes de terminar de entrar a
los terrenos del instituto, sin embargo, algo en particular llamó su atención.
Agudizó todos
sus sentidos para verificar si sus sospechas eran las correctas, aunque en realidad
dudaba que fuese lo contrario ya que su esencia se impregnaba por los
alrededores. Sonrió con arrogancia al detectar finalmente la localización de
esa hosca presencia ya familiar para él, la cual estaba tan cerca del lugar que
prácticamente lo podía visualizar parado junto a él con esa mirada soberbia y
por demás prepotente escudriñándolo tal y como lo había hecho en el momento en
que se conocieron.
Amplió aun más
su ligera sonrisa al terminar de pensar en esa idea que desde luego pondría en
marcha, ya que no solo conseguiría más información de la vida de Shin Hye, sino
que también tendría un poco de macabra y retorcida diversión por parte de ambos
primos.
Miró en
dirección a la calle y en efecto, ahí estaba ese lujoso automóvil color negro
estacionado varias cuadras atrás.
-Despreocúpate,
que esta vez no moveré un solo dedo para detenerte, así que puedes hacer todo
el caos que desees.- Respondió como si él estuviera a unos cuantos pasos
escuchando su monologo, tomó de nueva cuenta sus cosas y sin más retomó su
camino de regreso, perdiéndose entre los pasillos del instituto.
__________
Levantó su
rostro impaciente para ver por enésima vez la hora que marcaban las pequeñas
manecillas del reloj, notando que faltaban casi tres horas para que sonara el timbre
de salida y así finalmente partir hacia el encuentro con Lee Min Ho. Golpeó la
superficie de su asiento con sus delgados dedos, tratando vanamente el de
desaparecer esa desesperación y ansiedad que en todo el día había estado
presente en ella y que con el pasar de los minutos aumentaba más.
-“¿Te gustaría
ayudarme mañana a acomodar todas estas cajas?, me serías de mucha ayuda… sin
mencionar que tendría una agradable compañera para poder trabajar mejor.”- Fueron
las palabras dichas por Min Ho el día anterior cuando ambos coincidieron por
"casualidad" en el consultorio de la doctora Bo Ri.
Las mariposas en
su estomago revoloteaban con mayor intensidad con solo imaginarse que esa misma
tarde lo vería de nuevo, ahora sin la necesidad de tener que ocultarse en esos
absurdos escondites que le permitían verle de lejos y soñar con momentos
mágicos que por meses considero casi imposibles, y que ahora gracias a lo que
fuese que JaeJoong estaba haciendo para ayudarla, eran toda una maravillosa
realidad.
-"Te
extraño tanto Min Ho".- Fue el fugaz pensamiento que atravesó su mente.
Tal y como si
fuese un rayo que surgía de la nada, todos los sucesos que experimento en ese
increíble sueño regresaron a ella de forma intempestiva. Sus mejillas se
sonrojaron ferozmente y de forma involuntaria sus dedos rosaron sus labios
pareciéndole sentir aun el indescriptible calor que como ladrón se había
apropiado de su boca. Su piel se erizaba ante el recuerdo de ese contacto y su
cuerpo se quemaba entre una extraña y apasionada mezcla de deseo y ansiedad que
no comprendía… pero ¿por qué?, ¿Por qué si solo fue un sueño su cuerpo
reaccionaba de esa forma?, o ¿Es que acaso no lo había sido?…
Muchas veces
había escuchado decir que los sueños llegaban a ser casi tan reales que incluso
era fácil confundirlos con la realidad, pero esto era demasiado. Aun le era
posible revivir la textura de su rostro, la asombrosa fuerza de sus manos que
desesperadas la acercaban más y más hacia él, llegando a respirar ese agradable
aroma masculino que despedía su cuerpo y que de alguna manera le inundaba los
sentidos y…
-¿Será que mí
clase es tan fastidiosa que no merece un poco de tu atención?.-
Despertó de su
ensimismamiento preguntándose una y otra vez "¿Cuánto tiempo se había
perdido entre sus pensamientos?", al parecer lo suficiente como para llamar
la atención no solo de YooChun, que la contemplaba con un extraño desagrado,
sino también la de sus compañeros que le observaban con algo de curiosidad y
otros con burla y diversión por haber hecho la faena del día.
-Lo siento, solo
estaba algo distraída… eso es todo.- Se aventuró a decir en su defensa mientras
se ponía de pie, lo que provocó que su profesor se alejara de la pizarra y se
aproximara a ella con su típico libro de aritmética entre las manos.
Con cada paso
que daba, su penetrante mirada continuaba clavándose sobre su persona
causándole una rara sensación de incomodidad, entendiendo algo tarde que su
respuesta no la salvaría de otra tarde más de castigo y aburridos ensayos por
parte de YooChun.
-En ese caso
termina de distraerte fuera de mí clase.- Finiquitó de modo autoritario y
déspota.
Apresó de mala gana
la mochila de la castaña y se la entregó a la pasmada chica, indicándole que
abandonara el salón cuanto antes. Estaba consciente que el sacarla de su clase
no era la mejor decisión, sin mencionar que era por demás excesivo, sin
embargo, por ahora no deseaba seguir contemplando esa cara de enamoramiento
perpetuo que Shin Hye dejaba ver cada vez que se perdía en su interminable
dimensión de fantasías y lindos mundos de color de rosa.
La divisó con
detenimiento. Sus tersas mejillas ruborizadas, su largo y castaño cabello
cayendo cual cascada sobre sus hombros, sus apetitosos y tentadores labios
entreabiertos por la sorpresa de su raro comportamiento. Toda ella era hermosa,
era una maravillosa obra de arte que deseaba tocar y ver por horas y días
enteros, saciarse de todo cuanto esa pequeña niña representaba, no obstante,
debía recordar que toda buena creación estaba prohibida… en especial para él.
Contrajo con furia sus ojos sintiendo el peso de esa terrible y definitiva
palabra caer y desmoronar en miles de pedazos todo lo que alguna vez pudo haber
idealizado al lado de su despistada alumna.
Cada día era más
y más difícil el seguir soportando esta situación, el verla diariamente,
conviviendo todas esas horas a su lado, saberla tan próxima, tan cercana a él y
a la vez tan infinitamente lejos era algo que ya no resistía… pero él sólo
era su profesor, qué más podía esperar.
-Nada, lose muy
bien.- Pensó en voz alta y algo melancólica ante la mirada de confusión de la
joven.
-¿Disculpe?,
pero a que se refiere con eso.- Inquirió algo perturbada por la conducta de
YooChun, quien por su parte regresó a la cruda realidad al oír la voz de la
chica que habitualmente inundaba sus utópicos sueños con dulces y mágicos períodos.
-A nada que le
concierna… así que salga de mí clase antes de que le suspenda la entrada por
tres días más en vez de solo uno.-
-Pero…- No habló
más, de ninguna manera le daría el gusto de verla implorar para qué no la
sacara del salón, así que sin decir una palabra más, recogió sus pertenencias y
se retiró.
Transitó por
algunos minutos sin rumbo fijo, prefiriendo ir hacía los jardines del instituto
y esperar todo lo que quedaba de la hora de ese odioso hombre que disfrutaba en
arruinar su vida, para que ella pudiera regresar y tomar su siguiente clase
tranquilamente. Sus pasos eran lentos y sin prisa, permitiéndose el notar como
las nubes adquirían tonalidades grises y negruzcas, indicativo que dentro de
poco caería una fuerte tormenta. Una opresión se agolpo en su interior, era
cierto que los días de lluvia la inquietaban pero este en particular tenía algo
que no podía explicarse. La sensación del aire sacudiéndola con ligereza, el
lúgubre ruido de las ramas de los arboles que chocaban unas con otras, el
abandono y la angustiante quietud del lugar. Todo era exactamente igual,
absolutamente todo lo que la rodeaba era como revivir aquella tarde en la que
había logrado escapar hace tres años atrás.
-Será mejor que
regrese.- Optó decidida antes de tener la extraña sensación de que algo o
alguien la asechaba muy de cerca… tal vez demasiado.
Giró a todos
lados en busca de lo que fuese aquello que la venía siguiendo pero nada, todo
parecía indicar que ella era la única persona que se encontraba en el lugar.
-Creo que estoy
enloqueciendo.- Soltó entre risas nerviosas, esperó unos segundos hasta
calmarse completamente y emprender de nueva cuenta su camino, pero nuevamente
se detuvo. Ahora no había la menor duda, ya no se encontraba sola. Podía
escucharlas claramente, esas firmes pisadas se acercaban más y más asía donde
estaba.- ¿Quién está aquí?.- Demandó como si fuese la cosa más obvia del mundo,
creyendo su corazón colapsar cuando sus ojos se posaron sobre esa imponente y
masculina figura vestida de negro tal y como era su costumbre.
-Calma, te
garantizo que no te hare daño… al menos por el momento.- Manifestó sin más,
saliendo finalmente de su escondite.- Pero moría por verte al menos unos
minutos.- Confesó a Shin Hye, ocasionándole un doloroso nudo en el estomago al
verlo salir de las sombras que lo refugiaban.
-Qué haces aquí,
¿Cómo es que pudiste entrar?.- Le disputó con suma seguridad tratando de
ocultar el enorme nerviosismo que sin más iniciaba a paralizar su cuerpo.
Movió su cabeza
con disimulo en todas direcciones en busca de una posible salida que le ayudara
a huir de LeeTeuk si la situación lo ameritaba, pero cayó en la terrible
conclusión de que estaba acorralada y a su entera disposición. Se maldijo
internamente por su torpeza al alejarse tanto… ahora no tendría más opción que
enfrentar a su temido primo.
-Es increíble
que después de tantos años de conocerme sigas subestimándome, cariño.- Rió por
lo bajo al verla respirar con mayor dificultad y palidecer a cada paso que daba
para aproximarse a ella.- Para mí no hay imposibles, creo que eso aun lo debes
de recordar.- Musitó a su oído lo bastante cerca como para permitirse disfrutar
del dulce aroma que despedía ese cuerpo de mujer que tanto lo trastornaba.
-Que es lo que
pretendes estando aquí, ¿qué me marche contigo?, sabes perfectamente que no lo
haré.- Le miró directamente, siendo esta la primera vez desde que la conocía,
que sus ojos no expresaban ese común miedo que por años le echaron en cara al
ser un signo de debilidad fuera de lo permitido en la prestigiosa familia a la
que pertenecían.
La analizó con
cuidado, esa joven mujer que le vigilaba con cólera y desafío no era la misma
que anteriormente moría de terror con su sola presencia… había cambiado. Un
cambio que en definitiva le gustaba.
-Me sorprendes,
no imaginaba que detrás de esa fachada tan indefensa ocultaras tantas agallas,
pero después de todo somos familia, así que no podía esperar menos de ti.- Le
dijo a la chica con sumo agrado y fascinación mientras aplaudía su notorio
avance.- No me cabe la menor duda que todos estos años te han sentado de
maravilla, solo mírate… sí tu padre te viera se tragaría sus palabras al
haberte considerado una pérdida de tiempo, es una verdadera lástima que ya
nunca más podrá hablar.- Expresó con todo el cinismo del mundo entre sonoras y
mordaces carcajadas, estando consiente que su prima comprendería a lo que se
refería con ese comentario.
-¡Eres un
canalla, a pesar de todo mi padre confió en ti y mira como le pagaste!…- Quería
gritarle todo lo que se merecía, todo cuanto había acumulado en los años en que
apareció en su vida y la termino de hundir en el infierno. Si tan solo su padre
la hubiese escuchado nada de esto estaría sucediendo pero la tomaba como algo
tan insignificante y patético que por más que se había esforzado en hacerle ver
las verdaderas intensiones de su primo, siempre había ignorado todas y cada una
de sus advertencias.- ¡Tú lo llevaste a ese estado!, ¡tú ocasionaste su
acciden…-
El tiempo transcurrió
con mucha rapidez ya que lo último que recordaba era el estar discutiendo con
LeeTeuk para después terminar siendo arrojada en el duro suelo debido al golpe
que ahora marcaba su blanca mejilla con esos tonos tan escandalosos y difíciles
de ignorar. Sostuvo la lesión con su mano, tocando al instante ese viscoso
líquido que se colaba entre sus dedos y llenaba por entero su boca con su
metálico sabor.
-Cuidado con lo
que dices hermosa mía.- Se acercó a su misma altura tomándola de los hombros
para levantarla como si fuese una pluma. Sacó un blanco pañuelo de su bolsillo
y empezó a limpiar los restos de sangre que se acumulaban entre su labio y
mentón. Introdujo de nueva cuenta el pañuelo y deposito un súbito beso en la
mejilla de Shin Hye a modo de disculpa ante su precipitado comportamiento.-Recuerda
que él único responsable de lo que paso fue tú padre, él fue quien te entrego a
mí.-
-Tú tienes tanta
culpa como él, ambos dispusieron de mí como si yo fuera un simple títere.- Se
soltó de su lado, no soportaba su presencia y mucho menos su contacto… ¿acaso
le era tan difícil entender eso?.
-Si hubieses
aceptado mí amor todo sería muy distinto… ahora serías mí esposa,
disfrutaríamos juntos de la enorme fortuna de la familia y tú honorable padre
no estaría obligado a permanecer atado de por vida a un respirador.- Hizo una
pausa y continuó.- Pero me rechazaste hasta el cansancio, e incluso fuiste
capaz de huir de mí lado esa noche de tormenta en donde intentaste matarme, ¿lo
recuerdas?.- Posó una mano sobre su cuello atrayéndola repentinamente hacía él
y como si se tratara de una dulce golosina empezó a lamer su mentón de forma
descendente, imposibilitándole el mover su rostro para evitar su contacto.
-Trataba de
impedir que abusaras de mí… es una pena que no te haya matado, ¿No lo crees
así?.- Lanzó con resentimiento cada una de las palabras que salían de su boca,
despertando finalmente la furia de LeeTeuk.
-Tú eras mí
prometida e íbamos a casarnos.- Pronunció con voz ronca, sujetándola de los
cabellos para lanzarla sin más a uno de los árboles que los rodeaban. Siguió
cada uno de sus movimientos con recelo, no importándole en absoluto el dolor
que provocaba en ella.- Estaba en mí justo derecho de tomar lo que tarde o
temprano será mío.- Le dijo en forma amenazante, la levantó violentamente del
cuello hasta la altura de su cabeza acercando de ese modo el maltratado y
asustado rostro de la chica con el de él. Acarició sus mejillas cubiertas por
el polvo, notando con disgusto como sus lagrimas se hacían presentes ante su
brusco trato.- ¿Porque me complicas tanto las cosas, Shin Hye?… si tan solo
accedieras a mis deseos te aseguro que no habría en este mundo algo que te
negara, todo lo que tengo sería tuyo.- Ofreció a la castaña con una pisca de
ilusión en sus comentarios.
-No quiero nada
que venga de ti.- Abrió con mucha pesadumbre sus ojos, sintiendo como su cuerpo
se hacía a cada segundo más y más pesado debido al impacto y al aire que
rápidamente empezaba a abandonar sus pulmones bajo las manos que aprisionaban y
cerraban su garganta.- Ja-jamás regresare a tu lado, no pi-pienso volver a esa
pe-pesadilla.- Fue la respuesta que de forma contundente elimino toda esperanza
en LeeTeuk de que su querida prima accediera de manera voluntaria a irse de la
ciudad e iniciar una nueva vida lejos de todo y de todos, una vida hecha solo
para ellos dos.
-Es por él ¿cierto?,
¡es por el tipejo de la otra noche!.- Gruñó fuera de sí, no pudiendo evitar que
la imagen de JaeJoong se adentrara en sus memorias.
El modo tan
altivo e imperioso con el que se había presentado frente a él, las miradas tan
llenas de complicidad que tanto Shin Hye como él se dedicaban y que al parecer
solo ambos comprendían, simplemente lo desquiciaba. La sola idea de que ese
sujeto gozara libremente de sus besos, su aroma, sus caricias, todas y cada una
de las cosas que él había conseguido por la fuerza sin haber logrado alguna
reacción por parte de ella, destruían por completo su razón.
-No lo
permitiré, nunca dejare que seas feliz al lado de otro hombre que no sea yo.-
Advirtió sin más a la chica que se desvanecía entre sus manos.
Trató de enfocar
su vista pero todo era inútil, solo podía apreciar una que otra mancha que
distorsionaba su visión.
-Ale-lejate de
mí.- Susurró sin energía al momento en que un estruendoso ruido llamara la
atención de su represor, permitiéndole de esa manera el obtener un poco de ese
vital elemento cuando vio liberado su cuello de las manos de su primo.
Elevó un poco su
cabeza para ver que o quien había sido el causante, sorprendiéndose cuando sus
ojos chocolate se toparon con esa enorme sombra que golpeaba el rostro de
LeeTeuk sin parar. El sonido de esa voz que sin clemencia amenazaba a su primo
por haberla agredido, le era conocida. Se negó en repetidas ocasiones que todo
eso era imposible… él jamás se había preocupado por ella. Desde que
había llegado al instituto él salía en su camino haciendo todo mucho más
complicado, siempre reprendiéndola por cosas sin sentido, mirándola con
intensidad como si deseara borrarla de la faz de la Tierra, dejándola por horas
y días sin descanso bajo el peso de decenas de libros que tenía que leer como
resultado de sus constantes castigos a su lado. Y ahora se mostraba así, con
una faceta totalmente diferente a la que le conocía.
Ese hombre que
día con día parecía divertirse con aniquilar cada segundo de su vida, no era el
mismo que hoy la defendía de aquella manera tan desesperada sin importarle nada
más que… protegerla.
-¡Esto te
costara muy caro!.- Masculló entre dientes contemplando con desprecio a YooChun.-
En cuanto a ti querida prima, será mejor que te prepares, porque cuando menos
lo esperes regresare.- Le dedicó un último vistazo a la joven que trataba de
incorporarse y se marchó de la zona escolar.
-¿Estás bien?, ¿puedes
ponerte de pie?.- Interrogó preocupado por el estado de la castaña una vez
llegara hasta donde se encontraba.
Su corazón latía
desbocado y enfurecido con solo divisar esa dulce cara de mujer opacado por el
miedo y el dolor de cada golpe y maltrato que había recibido por parte de ese
violento chico. Deseó haberlo matado en ese mismo segundo y eliminar todo
rastro de él por tal atrevimiento y abuso de su parte, pero por ahora era mucho
más importante que ella se recuperara de todo lo que había ocurrido.
-Estoy bien,
gracias por haberme ayudado… Yoo Chun sa bom nim.- Pronunció con suavidad.- Se
que no debió ser sencillo defender a alguien que le desagrada tanto.- Jugó en
tono divertido ante la mirada de desconcierto del profesor.
-¡Pero qué
dices!, en verdad eso piensas.- Le interrogó deprisa.
Siempre había
tenido la idea que su distraída alumna mantenía en mente una imagen totalmente
errada con respecto a todo lo que tenía que hacer para permanecer a su lado,
sin embargo, nunca creyó que ella realmente pensara que él… ese simple profesor
de aritmética que día a día se conformaba solamente con verla aparecer,
sintiera algo más que no fuera ese profundo y prohibido amor que esa pequeña
despertaba en él.
-Estas muy
equivocada...- Se aproximó minuciosamente, llegando a tocar con sus manos su
fina cintura. Sonrió con ligereza al ver ese tierno sonrojo cubrir sus
mejillas, confirmándole con ese acto el nerviosismo que su cercanía provocaba
en ella.
Era como estar
en uno de sus tantos sueños. Podía respirar su olor, sentir el calor que
despedía su cuerpo, los escalofríos que tímidamente erizaban su cremosa piel
bajo su tacto y ese bello rostro que solo estaba separado por escasos
centímetros del suyo.
-Aunque te
cueste creerlo por todo lo que hago, me importas demasiado… tal vez más de lo
que yo mismo pudiera soportar.- Le dijo con dolor ante el peso de una verdad
que ya no podía seguir callando.
-Yo… yo creo que
no comprendo.- Apenas podía pronunciar las palabras que subían por su garganta
y salían difícilmente de su boca. Su cabeza daba vueltas por todas las
emociones que flotaban a su alrededor sin darle un ligero descanso para digerir
la última situación antes de que llegara a bombardearla la siguiente.
¿Por qué pasaba
todo esto?, ¡Es que acaso todos se habían vuelto locos el día de hoy!.
¡Inclusive ella!. Si no fuese así su corazón no se
estremecería de esa manera tan violenta ante la terriblemente corta distancia
que la separaba de su profesor.
-No hay… nada
que comprender.- Lentamente se acercó a Shin Hye, rozando su mejilla con la de
ella. Deseaba sentirla, sentir esa presencia que llenaba de luz y sentido sus
días, ignorando por solo algunos minutos esa irritante voz que insistente le
gritaba una y otra vez que todo lo que estaba haciendo era incorrecto y que
tarde o temprano le traería consecuencias con un precio tan elevado que no
estaba seguro de poder pagar, pero aun así, era algo que ya no le importaba o
al menos por el momento había dejado de ser su prioridad.
Sujetó el rostro
de la joven con ambas manos mientras se miraban mutuamente. Esta era su
oportunidad de decirle la verdad y por ningún motivo la iba a desaprovecharla.
-Lo único que
debes de saber es que a pesar de todos mis principios, de todos mis esfuerzos y
de todo lo que soy… eres lo más importante para mí, Shin Hye.- Habló
casi en susurro. La miró por un corto segundo solo para estrecharla con firmeza
contra su regazo como si ella se fuese a esfumar en el aire... deseaba probar
que todo aquella era real, y lo era.
Las palabras "Te
amo tanto", cubrieron sus oídos y se almacenaron en su mente en un tintineo
constante. Quería hablar, decirle que la dejara irse de ese sitio, que todo lo
que hacía era un error y que a pesar de su confesión su corazón desde hace
mucho tiempo atrás había hecho ya su elección. No obstante, antes de poder
decir algo unos suaves labios se habían apropiado de los suyos. Apenas fue un
leve roce, una dócil caricia… un cálido contacto al que sin lugar a dudas, no
logró corresponder.
-Tengo que
irme.- Dijo nerviosa en un esperado estado de shock. Se separó como pudo de
YooChun y aun con todo el malestar que sentía recorrer por su interior, salió
corriendo hacía el instituto, tratando de dejar atrás todo lo que había vivido
y escuchado en ese jardín.
-¡Shin Hye,
espera!.- Lanzó desesperado al verla huir de él.
Hizo todo lo
posible por detenerla pero fue imposible, la joven ya se había marchado del
lugar dejándole el amargo sabor del rechazo incrustado cruelmente en cada parte
de su ser.
-¡Soy un
estúpido!.- Se reprendió vanamente, sintiendo como la cordura hacía su triunfal
acto de presencia demasiado tarde para su suerte.
Contrajo sus
puños con fuerza, ¿Cómo pudo ser tan débil e ingenuo?, como es que se había
aventurado a siquiera imaginar que Park Shin Hye le correspondería con solo
saber lo que realmente sentía por ella. Estaba consciente, era iluso y
sumamente fantasioso de su parte haberlo pensado pero lo hizo, "tontamente
pero lo había hecho" y ahora ya era demasiado tarde para arrepentirse
y comenzar de nuevo como si nada hubiese pasado entre ambos.
-Debí quedarme
callado, ella no tenía porque saber la verdad.-
-¿No cree que ya
es demasiado tarde para absurdas lamentaciones?.- Se oyó decir hueca
y secamente por los alrededores.
De inmediato
buscó al dueño de esa fría voz que sin saber con exactitud la razón, le
desagradaba. Algo había en él que inspiraba su desconfianza desde el primer
momento, una sensación de peligro que continuamente le alertaba que ese chico
de negros cabellos y mirada desafiante, era alguien demasiado misterioso. Siempre
rodeado por un extraño halo de sombras como si tratara de ocultar un secreto
muy grande y perturbador.
Movió su cabeza
con ligereza ante esas ideas sobre JaeJoong, que más bien parecía la
descripción de un personaje sobrenatural salido de esas raras y locas historias
que les contaban a las niños para asustarlos por las noches. Cuentos llenos de
magia, hechiceras y seres mitológicos que solo eran capaces de bajar a la
Tierra para causar el mal. Algo demasiado difícil de ver por estos tiempos, sin
embargo, algo muy dentro de él se lo decía, no porque realmente estuviese
tratando con una especie de "monstruo" disfrazado de humano,
sino porque él mismo parecía advertirlo con cada una de sus acciones… Kim
JaeJoong, era un ser de quien tenía y debía cuidarse.
-¿Qué haces aquí
Kim?, deberías de estar en clases.- Cuestionó aproximándose al árbol de donde
provenía el llamado del chico.
Y ahí estaba él,
cómodamente recostado sobre una de las ramas más fuertes y altas que ese viejo
y frondoso roble podría ofrecer.
-Lo mismo podría
decirle yo a usted y sin embargo mírenos aquí, ambos estamos en sitios que no
nos corresponden haciendo cosas que obviamente no debemos, ¿no lo cree así?.-
Soltó mordaz y sarcásticamente sin apartar sus profundos orbes negros del
desconcertado profesor.
Una retorcida
sonrisa se forma en sus labios con solo verlo. Podía sentir su pulso dispararse
por los cielos, el esfuerzo por controlar su respiración y los latidos que
incontrolables se agolpaban sobre su pecho llegando a sus sensibles oídos.
Aquello lo
abrumó y bastante, sintiendo como una especie de presión se ejercía sobre su
cuerpo provocando que sus piernas estuviesen a punto de doblarse ante sus
palabras. Su mente trabajaba a ciento por ciento, llegando siempre a la misma
conclusión… él chico nuevo lo sabía… pero no, de ninguna manera podía
ser cierto. El no pudo haber visto lo que paso entre Shin Hye y él… ¿o sí?.
-No sé a qué te
refieres y sí eso era todo lo que tenías que decirme, retírate a tus clases
antes de que te reporte.- Alcanzó a revelar, tomó aire y trató de controlarse,
ya que no era prudente el que actuara impulsivamente delante de JaeJoong
delatándose así como así.
-Lo que intento
decir es que…- Se detuvo por unos segundos, se puso de pie y con una agilidad
felina salto a tierra firma como si la distancia fuese increíblemente pequeña.
Le miró directamente mostrando su rostro tranquilo y relajado, muy distinto a
lo que realmente sentía cada vez que recordaba lo sucedido.- A diferencia mía,
usted aprovecha muy bien su tiempo...- Sus músculos se tensaron y el deseo que
reprimía por tomarlo del cuello y eliminarlo se hicieron más presentes. Sí,
deseaba destruirlo… aniquilar por entero a ese hombre que sin importarle nada
más que él mismo, se había atrevido a tocar con sus asquerosas manos a su
valiosa víctima, algo que desde luego no iba a permitir.- Un profesor que le
habla de amor a una de sus estudiantes, eso sí que es estimulante.- Escupió
venenosamente ante la sorpresa de YooChun.
-¡Cállate, tú no
sabes nada!.- Vociferó a pulmón abierto, tomándolo de la camisa de su uniforme
para acercarlo a su altura.
-¿Realmente pensó
que ella le iba a corresponder?.- Enfrentó con la furia reflejada en su oscura
e inflexible mirada. Sonrió con diversión al verlo reflexionar cada letra que
salía de su boca, recordando que en el ordinario mundo mortal, las palabras
eran mucho más eficaces y dolorosas que los simples golpes.- Vamos sea realista
y termine de poner de una buena vez los pies sobre la Tierra.- Aseveró con
brusquedad, sujetando a YooChun de los brazos y retirándolos lejos de él.
-Tú no lo
comprendes.-
-Se más de lo
que cree, lo suficiente como para asegurarle que la pequeña Shin Hye jamás será
para usted no importa lo que haga… ella está fuera de su alcance.- Se giró
sobre sus pies dispuesto a marcharse, no sin antes torturar un poco más a ese
mortal que se aventuro a soñar con algo que no debía.- A y descuide, puede
estar plenamente tranquilo que yo sabré cuidar su secreto, al menos por ahora… mí
estimado Yoo Chun sa bom nim.- Dijo con toda la maldad y sorna del mundo,
terminando finalmente por irse. Dejando en un profundo abismo de inquietud y
soledad a ese hombre que el único error que había cometido había sido el haber
puesto sus ojos y corazón en algo prohibido para él.
__________
Las clases ya
habían terminado y los alumnos rápidamente fueron desalojando los diferentes
salones dejándolos en un tris totalmente vacios. Todos se habían ido a sus
respectivas casas ansiosos de poder descansar de un largo día de estudios y
molestos apuntes de profesores… todos a excepción de cierta chica de ojos
chocolate que parecía perdida en sus pensamientos. Su brillante mirar se posaba
sobre el ventanal de aquel salón abandonado mirando sin mirar, dirigiendo su
completo interés hacia la nada.
-Ya es muy
tarde, seguramente Min Ho se canso de esperarme.- Se excusó al recordar su cita
de trabajo con el chico.
Una honda
tristeza la embargó inesperadamente, había esperado tanto la llegada de la
tarde solo para poder pasar unos momentos cerca de Min Ho que ahora no podía
entender que no le vería y la verdad como hacerlo. No solo su cara lucía como
una mala y barata decoración, sino ella misma estaba hecha un total caos por
todo lo que había pasado y es que aun le era demasiado difícil creerlo. Su
profesor, ese hombre con quien convivía diariamente… ¡estaba enamorado de
ella! y no solo se lo había confesado, sino que también la había besado,
apenas un leve roce de bocas pero al fin de cuentas era un beso.
-Mejor me voy
antes de que llueva.- Terminó de guardar sus libros dentro de su mochila, aun
así, el sonido de pasos acercándose la puso alerta.
Retrocedió al
ver una gran sombra detrás de la puerta, rogando a los cielos por qué no fuera
YooChun buscándola para que le diera una respuesta a lo ocurrido horas atrás.
Sus mejillas
tomaron tonalidades rosadas mientras su corazón palpitaba emocionado por verle
aparecer de pronto... ¡era él y había ido a su encuentro!.
-Min Ho, pero
¿Qué haces aquí?.- Preguntó torpemente al joven que respiraba agitadamente como
si hubiese corrido por largos kilómetros.
-Ya que faltaste
a nuestra cita… me preocupe y decidí venir a buscarte.- Dijo con su
acostumbrada alegría y entusiasmo ante el agrado de Shin Hye quien no pudo
hacer otra cosa que dedicarle una cálida y sincera sonrisa de agradecimiento.
La cual se esfumo de su rostro en cuestión de segundos en el instante en que
Min Ho ese percato de aquella marca rojiza y amoratada que se formaba cerca de
su mentón.
-No es nada, ni
siquiera me duele.- Mintió con obvia notoriedad, consiente que el chico no le
había creído ni la cuarta parte de lo que decía, así que velozmente intento
cambiar de tema.- Disculpa por no haber ido a ayudarte pero…- Guardó silencio. Pensó
rápido y respondió.- Recordé que tenía tareas pendientes, lo siento.-
-Descuida Shin
Hye, si es así entonces no hay problema.- Recorrió unos cuantos pasos hasta
acercarse a ella, posó una mano sobre sus sedosos cabellos, dándose el tiempo
de acomodar cuidadosamente uno que otro mechón que rebelde resbalaba por al
rostro de la chica.- Mañana nos veremos entonces, ¿te parece?.-
-Está bien,
ahora mejor me marcho.- Le dijo para que le diera espacio, cogió su mochila y
se dirigió a la puerta de salida.
-¡Shin Hye…!.-
La llamó.
Instantáneamente
giró su rostro en la dirección en donde provenía el sonido que proclamaba su
nombre con exaltación, sorprendiéndola sin duda al toparse con el joven de
vivaces ojos prácticamente sobre su persona.
-Casi olvidaba
despedirme de ti.- Fue lo que escuchó decirle antes de que se apropiara por
completo de su boca de forma juguetona, lamiendo y mordiendo de vez en cuando
su labio inferior.
Esta vez sí
correspondió y se dejo llevar, sin embargo, había algo diferente. El beso que
Lee Min Ho le ofrecía era muy distinto al que había experimentado la noche
anterior dentro de sus sueños, no era que fuera desagradable, por el contrario,
aun así… desgraciadamente no era lo esperaba. No era como lo había soñado, esa
pasión arrolladora que la dejo sin aliento no estaba presente… se había ido.
-Tengo que
regresar al consultorio o la doctora Bo Ri me reprenderá.- Se separó de ella
unos cuantos centímetros no deseando dejarla ir. Todo le incomodaba cuando ella
estaba lejos de él. Nunca antes se había sentido de esa forma tan plena y
feliz, al menos hasta que la fuerza del destino le puso enfrente a esa niña que
tanto lo inquietaba. Jamás había creído en eso de "amor a primera
vista" pero tal vez ya era hora de comenzar a creerlo, de lo contrario
¿qué otra explicación habría para lo que sentía por Shin Hye?.
-Mañana sin
falta te acompañare a tú casa, te lo prometo.- Informó Min Ho. La vio mover su
cabeza en forma afirmativa mientras sus mejillas tomaban aun más color al
saberlo cada vez más y más cerca.
Quería besarla
nuevamente, memorizar a detalle esa dulce boca, sin embargo, antes de poder
rozar sus labios un pesado y ensordecedor sonido se dejo escuchar. Los
cristales de los ventanales crujieron de pronto, ocasionando que cientos de
hendiduras se formaran sobre su superficie apunto de despedazarse. Ambos se
aproximaron para ver que o quien había ocasionado todo eso, pero los
alrededores estaban abandonados y sin un posible candidato que pudieran señalar
como él culpable.
__________
La noche había
llegado a la ciudad siendo recibida por aquella fría tormenta que caía sin
piedad. Las ráfagas de aire se mezclaban furiosas unas con otras mientras los
relámpagos danzaban por doquier iluminando todo a su paso con sus llamativos
fulgores de tonos azulados. Los destellos de luz traspasaban el enorme ventanal
provocando el que extrañas sombras se dibujaran en las paredes de esa solitaria
habitación en donde solo aguardaba una persona.
Sus oscuros
orbes seguían las lesiones superficiales que marcaban su mano, siendo cuestión de
algunos minutos u horas para que cerrara completamente sin dejar huella, a
diferencia de un simple mortal que cargaría con esa cicatriz por siempre.
-Tengo que
largarme de aquí.- Guardo silencio por breves segundo, tratando de que su mente
recuperara su compostura, intentando en el proceso calmar un poco su tosco
respirar.- Yo no pertenezco a este mundo.- Todo comenzaba a afectarlo a un
punto que ya le era muy complicado controlarse, y con la pequeña Shin Hye cerca
de él todo definitivamente empeoraba.
Ya ni siquiera
toleraba el que se acercaran a ella, como prueba tenía esa mano destrozada que
sin más había impactado sobre la sólida pared de concreto en un intento por
llamar la atención de la joven pareja que felizmente mantenían un encuentro en
el interior del aula de clases.
Deseaba
comprender, entender de una buena vez porque esa niña ingenua llamaba tanto su
atención que incluso había llegado a pensar en dejar todo de lado solo para no
causarle un sufrimiento del que dudaba seriamente, ella se repusiera.
Condenándose de esa forma ante la presencia de su hermano al haber declinado su
deber en la Tierra.
Ya cansado de
permanecer sentado se puso de pie, dejando que su apático y desganado caminar
lo guiara a la puerta de salida. Vagó por los pasillos del pequeño departamento
hasta toparse de frente con aquella puerta de madera finamente tallada. Tomó la
perilla entre sus manos y la giró con cuidado de no llamar la atención de la
persona que seguramente estaba en el interior.
El brillo de sus
ojos aumentó y su garganta se cerró de pronto al verla de espaldas.
Su cuerpo
empapado por la helada lluvia despedía un místico y casi mágico resplandor. Su
ropa completamente adherida a sus delicadas curvas regalaban una delirante
visión de la chica incrementando súbitamente las fuertes oleadas de calor que
sacudían su cuerpo al ver como Shin Hye deslizaba sus estilizados dedos hasta
el borde de su blusa escolar para lentamente desabotonar la prenda.
El delicado
desliz que producía la ropa al pasar por la blanca y pálida espalda antes de
tocar la superficie fue lo que JaeJoong pudo observar. Aquello que empezó como
una simple onda de calor pronto se transformo en un intenso fuego que amenazada
con desatarse sin control dentro de su ser. Su profunda mirada se dedicaba a
seguir la pequeña mano de la joven en compañía de esa toalla que le servía para
secar su cara y cuerpo, haciéndose aun más llamativa para él, como si está se
encontrara consciente de que estaba siendo espiada.
-Eres sumamente hermosa.-
Se dijo completamente maravillado al tiempo en que tomaba una precipitada
decisión.
Pronto se vio
rodeada por unos fuertes brazos que le prohibían moverse a voluntad, pudiendo
sentir a un suave respirar bajar pausadamente a la altura de su cuello.
Delineando aquella perfecta curvatura con húmedos y cortos besos que
ocasionaban que se estremeciera con ligereza ante ese contacto tan subido de
tono para ella.
-¡Que haces en
mí habitación, no recuerdo haberte permitido el paso!.- Protestó desafiante,
logrando soltarse del fuerte apretón que JaeJoong le proporcionaba.
Presurosa se
alejó de él, acercándose con cuidado y precaución al otro extremo de la
habitación, tratando inútilmente de cubrir su escasa proporción de ropa con sus
delgados brazos.
-¡He dicho que
te marches!.- Su paciencia comenzaba a terminarse y su disgusto y frustración
iban en aumento constante.
JaeJoong no le
dijo nada. Tan solo pudo ver como esté se aproximaba a ella y con cada uno de
sus pasos la castaña retrocedía, hasta que un duro muro la detuvo, a lo que
tiempo después reconoció como la pared que daba el final de su camino.
-¿Qué crees que
ha-haces?.-
-¿Acaso no es
obvio, pequeña Shin Hye?.- Respondió extasiado de contemplarla.
Una especie de
gruñido escapó de la boca de su estomago al recordar lo que el profesor y Min
Ho habían hecho con aquella joven mujer frente a él. Una ola de fuego
convertido en ira extrema inundo sus venas ante el solo pensamiento de Shin Hye
envuelta en los brazos de cada uno de ellos, disfrutando de las caricias y el
sabor del otro, reconociendo aquel sentimiento que tan frecuentemente lo
visitaba y el cual ya le era del todo familiar.
Sí, estaba celoso,
no podía negarlo. La sola idea de ver a Shin Hye con aquellos sujetos o con
cualquier otro, le quemaba las entrañas de una forma aniquilante. Movió su
cabeza con ligereza… no quería pensar en eso, tan solo deseaba el seguir vislumbrándola,
así tan cerca, solo para él… dejándose deleitar por sus sonrosados labios
entreabiertos mientras exhalaban oxigeno nerviosamente.
Su respiración
iba en aumento al igual que su necesidad por salir lo antes posible de ese
lugar, más ninguno de sus músculos parecía obedecer las insistentes órdenes que
recibían sin parar por parte de su cerebro. El peso de la fuerte mirada de
JaeJoong le impedía moverse, tal y como había ocurrido el día en los jardines
del instituto, pero eso era imposible, ningún humano era capaz de hacer
semejante hazaña… entonces ¿Quién era él?, o mejor dicho… ¿Qué era
realmente, Kim JaeJoong?.
La distancia que
los separaba era prácticamente nula e inexistente, cosa que aprovechó el menor
de los dioses, aprisionando a la chica con su fuerte cuerpo imposibilitándole
de esa manera el poder huir de él. Sin que pudiera hacer nada, la beso con una
ansiada voracidad robándole el aire de golpe. Sonriendo victorioso al sentir
como Shin Hye no solo le correspondía, sino que buscaba el contacto de sus
labios de forma casi tan desesperaba como él.
Esa sensación tan
desvariante de nuevo se hacía presente, y desafortunadamente para ella, no era
Lee Min Ho quien se ponía como protagonista. Su piel se hacía tan sensible que
lograba percibir como la unión entre ambos era total, llegando a desear algo
más, algo que sus besos ya no podían saciar. Consiguiendo que su razón
regresara sorpresivamente al sentir las invasivas manos de JaeJoong deslizarse
por su suave cuerpo.
Todo paso muy
aprisa. El sonido de un golpe sobre la mejilla del joven dios, las palabras
entrecortadas y dichas con torpeza "No vuelvas a tocarme… no te quiero
cerca de mí" por parte de una alterada Shin Hye y el tremendo portazo
de la puerta por donde cierta personita había escapado.
-¡Maldita sea!.-
Rugió furioso.
Abrió sus ojos
al saberse solo, notando como todo a su alrededor despedía un fulgor carmesí
debido a su poder.
Aguardó unos
minutos a que su control regresara y que la sangre en su cabeza se enfriara por
completo. Recordó la petición de Shin Hye, esas escasas palabras que habían
dado de lleno en su gran orgullo.
Era ahora cuando
por fin lo comprendía, esa niña no solo era la primera persona que se atrevía a
abofetearlo de esa forma, sino que también era la única mujer desde que tenía
uso de razón que lo rechazaba tan abiertamente, diciéndole letra por letra que
no se acercara a ella.
Jamás había
conocido lo que era el rechazo, pues siempre había obtenido todo lo que deseaba
sin hacer ningún esfuerzo en la vida… para eso había nacido… para eso
era un Dios.
-Te aseguro que
serás mía Park Shin Hye… solamente mía.-
Esa era la razón
por la que esa castaña le atraía tanto… ella tenía el sabor de una vida
totalmente opuesta a la que él conocía, era algo diferente, fresco y
desconocido. Toda ella significaba un gran reto… un reto que aseguraba tener al
final de la meta, una jugosa e inigualable recompensa, un premio que tomaría
para él al precio que fuese.
Continuará…
<-- Capítulo Anterior By Silvia Rivera Polanco Capítulo Siguiente -->
No hay comentarios: