-Shin Hye es una tonta...- Soltó casi como un gruñido.
Levantó de nueva cuenta su rostro a las oscuras nubes de tormenta, como
si estas fuesen la cosa más interesante del mundo, dejando entrever las
visibles marcas que contraían su perfecta cara, muestras de su ira y
frustración.
La semana había concluido, tiempo en el que la pequeña castaña se había
encargado de evitarlo en todo momento de forma magistral. Desde lo sucedido en
la habitación de la chica, está había optado por no dirigirle la palabra a
menos que fuese estrictamente necesario, así como también trataba de estar el
menor tiempo posible con él a solas y en el mismo espacio vital. Pero sí esa
niña creía que con eso se podría librar de él así como así, estaba muy… muy
equivocada. Tal y como había pasado hace algunas horas cuando aun los alumnos
se hallaban reunidos en sus salones para dar inicio al estúpido juego de saber
quién sería la persona que a partir de la próxima semana se encargaría de
asistirlo en su hogar, algo que obviamente no le inquietaba en lo absoluto,
pues conocía de ante mano el resultado de esa absurda pérdida de tiempo.
Las miradas acusadoras y llenas de
resentimiento, los murmullos y habladurías mal intencionadas no se hicieron
esperar después de que la directora les diera a conocer que Shin Hye sería
nuevamente la elegida y aun responsable de cuidar de cierto joven, quien no
podía evitar sonreír victorioso al ver que la ilusión de la chica que por un instante
pensó en deshacerse de él, se hacía añicos en ese par de orbes cobrizas. La vio
cerrar con fuerza sus puños y sin más cogió sus pertenencias y ante la vista de
todos, salió disparada a la puerta sin importarle los llamados de atención por
parte de la directora para que regresara al aula.
Marchaba a zancadas, no pudiendo creer aun en
su mala suerte. Esa misma mañana al despertar estaba tan feliz, tan alegre y
tan… ¿tranquila?, Sí. Definitivamente se sentía tranquila al haber creído que
finalmente no tendría que verle la cara a JaeJoong en la privacidad de su
hogar. Respiraba con tanta calma al imaginar que por fin lo tendría lo
suficientemente lejos como para que no despertara en ella esas sensaciones tan
extrañas y a la vez profundas que no paraban de confundirla e inquietarla, las
cuales eran capaces de romper todo tipo de limite o atadura que impusiera para
protegerse de ese hombre de ojos tan oscuros e intimidantes como la noche, que
parecía controlarla cada vez que la veía.
Estaba por girar en la esquina del pasillo
que la llevaría al jardín cuando de pronto sintió como su cuerpo era arrojado
sin mucha delicadeza a una de las paredes continuas. Sus quejidos de dolor no
se hicieron esperar al hacer contacto con la dura superficie, paralizándose al
toparse con JaeJoong aprisionando sus manos, pegándolas prácticamente sobre la
pared mientras sus pupilas la observaban minuciosamente como si deseara
devorarla por entero.
Cerró sus ojos por mero instinto al sentir el
esfuerzo que parecía hacer por respirar con normalidad frente a ella, viéndose
en la necesidad de retirar su rostro de ese simple contacto que comenzaba a
perturbarla. Se recriminó mentalmente ante eso, no pudiendo evitar maldecir de
paso a JaeJoong.
¿Por qué rayos todo parecía complicársele
desde que él había entrado en su vida?, ¡Porque!...
-¿Por qué te empeñas en evitarme?...- Exigió
saber, impidiendo cualquier otra acción que no fuese el que deseara por parte
de Shin Hye, recordando que era la primera vez en días que disfrutaba de su
agradable calor y cercanía.
Acercó su rostro hacia el terso cuello de la
castaña, permitiendo que sus sentidos se reanimaran con ese embriagante aroma
que había anhelado el volver a sentir tan cerca de su propio cuerpo, tal y como
lo hacía ahora.
-No lo comprendes, ¿cierto?... ya es
imposible que me alejes, pequeña Shin Hye...- Le dijo con pausa, concediéndole
a sus labios la oportunidad de descansar sutilmente sobre el hueco de su hombro,
desconcertando por completo a la chica ante sus palabras y a decir verdad de
alguna extraña forma incluso a él mismo le habían turbado, ¿La razón?, la
ignoraba por completo.
Sus memorias viajaron a días atrás, cuando
por unos instantes esa tentativa boca había sido toda suya, una acción que
simple y sencillamente había surgido en ambos sin la necesidad de palabras de
por medio.
Sin notarlo soltó el agarre con una de sus
manos y la llevo hacia el rostro asustadizo de Shin Hye, que de inmediato se
removió en su lugar ante su cercanía tan repentina, sintiendo rápidamente esa
placentera corriente de electricidad deslizarse por cada uno de sus poros, aumentando
aun más su ansiedad por acercarse a ella… despertando en sí, el deseo de
tenerla para él… únicamente para él. Contrajo sus orbes ante el mar de
sensaciones que experimentaba, la desgarradora sed que día a día torturaba su
garganta se intensificaba de forma agobiante con el solo hecho de tocar sus
cálidos labios entreabiertos por la intromisión que sus fuertes dedos hacían al
deslizarse sobre ellos una y otra vez como si reviviera ese súbito contacto
entre ellos… ¡Demonios!, anhelaba tanto besarla, hoy más que nunca antes.
-Eres como una adicción…- Habló con un dejo
de molestia a tan solo centímetros de probar la dulce boca de la joven que sin
más esquivaba su mirada.
Se sentía tan vulnerable, tan patético y tan
malditamente débil ante su sola cercanía. ¡Por todos los Dioses!, ¿Qué demonios
le había hecho esa niña?. Jamás había dependido de nada ni de nadie para vivir
su vida, ¡Por favor ni siquiera del estúpido de su hermano!, pero ahora ya no
era él mismo y eso era algo que francamente ya no soportaba.
-Eres una maldita enfermedad…- Se lanzó
hambriento a sus labios pero no logró tocarlos debido al movimiento de Shin Hye
que en solo milésimas de segundos había retirado su cara fuera del alcance de
JaeJoong.
Frunció el seño al ver la reacción de la
chica y sin importarle demasiado volvió a repetir la acción recibiendo el mismo
resultado. Ella ya no permitiría que la tocara, se lo había dicho, ¡No!, más
bien se lo había gritado a la cara aquella última noche.
-No importa cuánto te esfuerces…- Soltó
irritado ante el persistente y obstinado comportamiento de la joven que al
parecer lo único que deseaba era el estar lo más lejos posible de él, algo que
desde luego no permitiría, al menos por ahora.-… No te dejaré ir tan
fácilmente.- La vio moverse una y otra vez tratando de liberarse de su agarre
comenzando a acabar con su paciencia, por lo que sin pensarlo dos veces empleo
aun más fuerza sobre su agarre, terminando por azotarla de nueva cuenta contra
el duro concreto, recibiendo como respuesta la mano de Shin Hye que ágilmente
fue detenida por la suya en el aire antes de que está acabara de hacer contacto
con su mejilla.
-Eso ya no te funcionara más, así que
olvídalo.- Rió con arrogancia, observando con diverción el rostro contrariado de
Shin Hye.
Sus mejillas sonrojadas a más no poder, sus
labios estrujados uno contra el otro formando una rara mueca de indignación y
ese par de pupilas chocolate tan brillantes que en esos exactos momentos lo
miraban con furia y cólera extrema. Sonrió aun más, sí las miradas dañaran sin
duda la de esa niña lo hubiese lanzado a varios kilómetros de distancia desde
hace un buen rato, afortunadamente para él eso no ocurriría.
-¡Déjame ir ahora mismo!.- Pidió con voz
firme. Trató de calmarse pero definitivamente JaeJoong era de los pocos que
terminaban por exasperarla con su comportamiento y si a eso se le sumaba esa
sonrisa tan llena de burla a su persona al saberse superior en fuerza a ella,
su preciado sentido común terminaba siendo lanzado por la borda.- ¡No te
soporto!, ¡es que no lo entiendes!.- Imaginó que con aquello bastaría para que
el joven dios se apartara de su lado y la dejara finalmente libre, sin embargo,
el ver como esa odiosa y prepotente sonrisa suya se hacía aun más prolongada
sobre sus masculinos labios, sus pocas esperanzas terminaban por desvanecerse
en el aire.
-Puedes decir todo lo que quieras, pequeña
Shin Hye.- Murmuró con suavidad, como un sedoso ronroneo cerca de su oído
ocasionando que los vellos de su nuca se erizaran y sus sentidos se pusieran en
alerta por esa aparentemente inocente acción.- Tus palabras no cambiaran el
hecho de que hayas correspondido a mí beso…- Había dado su estocada en el lugar
justo y certero. Hizo una pausa y continuó.- ¿Sabes?, pude sentir tú deseo… un
deseo casi tan devastador como el mío.- Le hizo saber a Shin Hye la verdad de
una realidad que ella tan fervientemente trataba de ocultar en lo más recóndito
de su ser y de su alma.
Tragó con suma pesadez sintiendo por momentos
que se asfixiaba mientras intentaba forzosamente de digerir lo que aquellas
palabras significaban. Maldijo dentro de su mente esa noche una y otra vez tal
y como lo venía haciendo durante todos los días pasados, quedándose como
siempre con la misma pregunta vacilando tortuosamente su cerebro… ¿Por qué le
había correspondido?, la verdad no lo sabía y sinceramente no deseaba
averiguarlo… porque tal vez, solo tal vez sí se esforzaba en indagar más, se
toparía de frente con un sentimiento tan profundo que temía se convirtiera en
toda una terrible realidad.
¡No, ella no podía estar experimentando nada
de nada y mucho menos por él!, además finalmente tenía lo que por tanto tiempo
había soñado y que incluso en muchas ocasiones había considerado como un gran
imposible... Lee Min Ho.
Sí, por fin estaba a su lado como en tantas
veces lo había imaginado en sus incontables fantasías, descubriendo que
exactamente, él era el chico perfecto que su inocente mente idolatraba prácticamente
desde su llegada a ese lugar, el hombre que cualquier mujer desearía tener a su
lado… el que muchas chicas calificarían como "El tipo indicado".
¡No!, definitiva y absolutamente no iba a
permitir que ese asunto siguiera avanzando aun más. No correría el riesgo de
poner en juego lo que sentía por Min Ho por una simple y vana confusión de su
mente y de sus tontas hormonas. Cortaría de tajó con todo y le haría ver a
JaeJoong que él no significaba nada en su vida, le demostraría cual era su
verdadero lugar en toda esta historia.
-No te confundas, JaeJoong…- Le miró con
fiereza, clavando sin más su mirada sobre la suya por primera vez.- La única
razón por la que te bese fue porque… - Respiró varias bocanadas de aire rogando
a los cielos porque eso fuese suficiente para darse la fuerza que requería para
no terminar desmayada bajo los pies del chico que aun la arrinconaba con su
fuerte e imponente cuerpo.- Yo… yo correspondí porque…- Nada, sencillamente se
quedo en blanco y sin ningún tipo de argumento para decir ante el peso de esos
hondos y penetrantes ojos color ónix que se clavaban más y más en ella de forma
demandante en espera de lo que fuese a decir. Todo su valor, todo su coraje sin
más la abandonó. Todo lo que tenía pensado decirle se derrumbo, solo se esfumo
en cuestión de segundos dejándola sola y a la completa merced del joven dios.
-¿Porqué?, ¡Vamos habla, maldita sea!.-
Reclamó saber en tono por demás ansioso.
En todos sus años de existencia jamás había
demandado saber las explicaciones por parte de nadie y mucho menos de una de
sus víctimas de manera tan desesperada. Podía sentir su propio corazón latir
sobre su pecho de manera desbocada ante el momento de expectativa que Shin Hye
prolongaba con el paso del tiempo y que estaba seguro pronto terminaría por
desquiciarlo definitivamente.
-Dime porque lo hiciste...- No supo en qué
instante su voz se torno sosegada, pero aun así anhelante de oír la respuesta
que él deseaba escuchar por parte de la joven que otra vez evitaba mirarlo.-
¡Vamos termina de decirlo!.- Le dijo sujetándola por su rostro.
-Lo hice porque…- Tenía que decirle algo, lo
que sea, cualquier cosa que lograra alejarlo de ella. Por lo que sin dar marcha
atrás vociferó a los cuatro vientos lo primero que le cruzó por la mente.- ¡Lo
hice porque creí que eras otra persona!.- Le gritó a la cara finalmente, logrando
su cometido, que JaeJoong la soltara tan de repente como si su solo roce le
robara la energía, dejándole una amarga e inexplicable sensación en el instante
en que el agradable calor que habían dejando las manos del joven sobre su piel
se iba tajantemente.
Se alejó un par de pasos solo para acabar de
razonar esa ligera pero contundente frase, permitiéndose también el
contemplarla fijamente como si quisiera herirla en el proceso. Su orbes nerviosas
vislumbrando las blancas y polvorientas baldosas del suelo, sus mejillas
brillantes a causa del enorme sonrojo que las cubría, los leves espasmos de su
débil y frágil cuerpo humano, el subir y bajar acelerado de su pecho como si su
órgano vital estuviese a punto de explotar. Todo se lo decía a gritos, ¡Claro tenía
que ser eso!... Shin Hye mentía.
Exhaló el aire que apretaba de forma
inclemente sus pulmones hacia el exterior, dejándose escuchar casi como un
gruñido feroz. Como el aullido de una bestia lista para destazar sin piedad a
su expuesta presa, pero no podía evitarlo… estaba furioso, esa niña nuevamente
se había encargado de volver a añicos su orgullo. Ni siquiera le importó el
usar su agilidad sobrehumana para materializarse frente a Shin Hye de manera
más que sorpresiva, viendo como su preciada mortal estaba más que aturdida ante
tal demostración de poder.
La sangre se disparaba sobre sus venas de
manera veloz, agolpándose en su cabeza como si fuera un pesado martillo que le
impedía inferir con coherencia y convicción. Estaba poniéndose en evidencia y
no quería ni deseaba evitarlo, solo quería respuestas y a como diera lugar las
obtendría, aun sí eso le costaba tirar toda su labor a la basura.
-¡Mientes!.- Arrastró con dureza cada vocablo
que salía de su boca al tiempo en que sin ningún tipo de tacto afianzaba sus
manos alrededor de la suave piel de los brazos de la joven, a sabiendas que
aquella acción sin duda le haría daño, no obstante, era justo eso lo que él deseaba…
que ella sintiera dolor, ¿El dolor por el que él pasaba?... tal vez.
-¡Todo lo que dices es una mentira!, ¡Yo se
que tú…!.- No pudo hablar más. De un momento a otro sus fuerzas cedieron liberando
a Shin Hye justo antes de haber oído plenamente decirle con voz asustadiza,
"Tus ojos… cambiaron".
Ella tenía razón, todo a su alrededor
rápidamente comenzaba a teñirse por raros matices rojizos, muy semejantes al
color de la sangre, tan parecido a…!No!, ¡pero qué rayos estaba pasando!.
Estaba perdiendo los estribos de una forma insospechada. Tanto era su deseo por
averiguar si la chica le decía la verdad que incluso su poder había optado por
decisión propia activarse de manera involuntaria.
-"Esos ojos…".- Se repetía con inquietud
dentro de su mente una y otra vez mientras esas desagradables sensaciones tan
llenas de miedo la empezaban a invadir. Esa mirada enrojecida como la de un
"demonio", era la misma que durante algún tiempo sintió sobre su
persona de forma acechante como sí deseara cazarla. Esos eran los mismo ojos
que durante el día seguían cada uno de sus movimientos como si la estuvieran
estudiando, esos que en las noches se adentraban en sus sueños buscándola
insistentes, negándole el descanso y la paz.
Lo notó como intentaba parpadear un par de
veces hasta que ese extraño color se esfumaba como si jamás hubiese aparecido,
dejando en su lugar aquel característico y misterioso color rodear como de
costumbre el iris de sus ojos.
¿Es que acaso todo se lo había imaginado?, la
verdad no estaba segura, solo quería salir de ese sitio cuanto antes.
Inició su marcha, aprovechando que JaeJoong
se mantenía al parecer pensando en lo que había pasado, sin embargo, no pudo
dar más de tres pasos cuando un fuerte brazo se había enroscado por así decirlo,
alrededor del suyo, impidiéndole nuevamente retomar su anhelada partida.
-¡Aun no terminamos, Shin Hye!.- Soltó con
agresividad, impulsándola con rudeza de nueva cuenta a su lugar.
-¡Suéltame!.- Alegó con el mismo disgusto que
JaeJoong empleaba, esforzándose continuamente por liberar su brazo del contacto
del chico.- Ya he dicho todo lo que tenía que decir.- Frotó el lugar que él
había presionado con brusquedad, notando como la zona comenzaba a enrojecerse.
-¡Déjate de jueguitos estúpidos y di la
verdad!.- La vio posar el brazo que anteriormente le había sujetado en
dirección a su pecho, distinguiendo cómo su piel se coloreaba como resultado de
su fuerza. Soltó una maldición inelegible para la chica al saber que la había
lastimado pero su paciencia y razonamiento bailaban en la cuerda floja listos
para caer en un gran abismo del que no podrían ser rescatados y ver como esa
niña se negaba a decirle la verdad no ayudaba en absolutamente nada a mejorar
la situación.
-¡Yo no miento!.- Claro que mentía y por su
propio bien sabía que tenía que irse cuanto antes o todo su teatrito se vendría
abajo, aun así, antes tenía que ponerle todas las cartas del juego lo bastante
claras a JaeJoong como para que no le quedaran intenciones de seguir
perturbándola. Su voz estaba por resquebrajarse por los nervios, sus piernas
temblaban como una débil hoja de otoño lista para caer de golpe al piso, su
corazón latía de manera inconstante proporcionándole pulsaciones profundas y
casi lastimeras debido a la ansiedad de todo lo vivido en ese desierto pasillo
de escuela y la cercanía de ese joven que aunque se lo negara miles de veces
así misma, sabía muy bien que ocasionaba y despertaba en ella algo que jamás
podría calificar como… Normal.
-Si es verdad lo que dices...- Escuchó decir
peligrosamente cerca por parte de JaeJoong despertándola de su ensoñación.-
Dime en quien pensabas...- Su voz era neutra, plana y sin ningún matiz de
sentimiento que pudiera delatar por lo que pasaba.
Subió su vista color cobre hasta pararla en
esa que ahora la contemplada con frialdad y casi indiferencia. Sintió un aire
casi gélido rodearla de pies a cabeza al verlo de esa forma, notando claramente
como la opresión en su pecho se hacía aun más intensa casi hasta cortarle
definitivamente el aire que intentaba llegar y abrir sus pulmones. Llevó ambas
manos hasta su pecho tratando de detener con esa acción la angustia y el
malestar que poco faltaba para ahogarla, no pudiendo evitar que esa
interrogante se adentrara en su mente. ¿Porqué?, ¿Por qué razón le dolía el
modo tan duro y despectivo con el que la miraba?... no obstante, por más que
esperó no hubo respuesta, solo el resonar fastidioso de una débil vocecilla que
no se cansaba de repetir constantemente la misma frase… "Por tú propio
bien, nunca intentes averiguarlo".
-¡¿En quién diablos pensabas cuando me
besabas a mí?...- Su pregunta fue clara y directa, dejándola totalmente
petrificada.
Y ¿Ahora qué haría?. Necesitaba decirle algo,
darle un nombre a ese "alguien" que ella misma había inventado para
salir bien librada del asunto. El tiempo pareció detenerse ya que no supo si
transcurrieron escasos segundos o minutos enteros, lo más seguro es que había
sido lo último porque sin más vio a ese otro chico surgir de entre los pasillos
aun abandonados del instituto, como si por alguna obra celestial los ángeles lo
hubiesen enviado en su auxilio.
-¿Min Ho?.- Susurró con suma suavidad el
nombre del joven, pareciéndole más una pregunta que una respuesta a la duda que
ahora quedaba más que clara para JaeJoong.
Apretó su quijada con resentimiento y rencor
al momento en que recordaba al idiota que se hacía llamar por aquel nombre que
por demás detestaba. Ahora todo tenía sentido para él… la forma tan entregada
en que había aceptado el beso, la terrible pasión con que sus sonrosados labios
habían dejado huella sobre los suyos al punto de no poder borrarla de su
pensamiento, ese delicioso y casi enfermizo deseo que había experimentado entre
sus brazos… ¡Maldita sea!. Todo había sido no porque él hubiese despertado eso
en ella, sino porque Shin Hye había visualizado en su cara la de ese estúpido
chico que ahora más que nunca deseaba aniquilar hasta que no quedara ningún
rastro de él, borrarlo de la faz de la Tierra hasta que la mente de la castaña
olvidara por completo su patética existencia para que por vez primera se
percatara de él… solo de él y de nadie más.
Sin poder evitarlo, la sangre en sus venas se
heló de golpe ante ese pensamiento tan lleno de posesividad de su parte, hacia
la chica que se mantenía aun frente a él. Algo no andaba bien… lo sabía, no
obstante, la imperiosa necesidad de descubrir lo que pasaba dentro de sí paso a
segundo plano cuando a sus sensibles oídos llegó la voz de Min Ho, que al parecer
pedía la atención de Shin Hye para que esta se alejara de él y se acercara
hasta donde la aguardaba.
-¿Ocurre algo Shin Hye?...- Le preguntó en
tonó preocupado para después lanzar una sospechosa mirada en dirección a donde
se encontraba JaeJoong y ver como este solo le respondía con un gesto
fruncido.- ¿Estás bien?.-
-Claro, porque no he de estarlo.- Manifestó
no muy convencida de sus propios comentarios, observando entretenida la superficie
de sus zapatos, para no tener que encarar directamente a Min Ho.- ¿Qué haces
aquí?, pensé que estabas en clases.-
-Estuve por ti en el lugar de siempre pero
como no llegabas pensé…- Se detuvo un segundo para echarle otro vistazo al
chico que no había cambiado un ápice su postura frente a él.-… Pensé que algún
inconveniente se había cruzado por tu camino y… veo que estaba en lo correcto.-
Declaró con sorna aun clavando sus ojos sobre el cuerpo rígido e inflexible de
JaeJoong, quien por su parte se dedicó a exclamar un bufido molesto.
-¿Qué dices?.- Sus mejillas se sonrojaron sin
razón aparente al terminar de oírlo, como si de nuevo fuese una niña pequeña a
la cual habían descubierto en una travesura y ahora esperaba paciente su
sermón. Se reprendió por enésima vez por ese día. Ella no había hecho nada malo
como para mostrarse tan nerviosa e inquita delante de él, sin embargo, sí todo
lo que se decía era realmente cierto, ¿Por qué se sentía culpable por algo que
desconocía?.
-Bueno eso ya no importa.- Su acostumbrada
alegría y entusiasmo volvió a apoderarse de su cara haciendo que sus pupilas
resplandecieran al ver a la castaña después de largas horas de fastidiosos
apuntes, sermones de profesores y pesados momentos en la enfermería, pero
finalmente y después de tanto percance la tendría toda una tarde solo para él.-
Creí que el día nunca terminaría… no puedo creer que allá contado todas estas
horas solo para verte.- Se rió tontamente de sí mismo al decirle eso, pero
había sido algo que simplemente había brotado de sus labios de modo tan
espontaneo que pudo lograr despertar en ella esa sonrisa que tanto le hechizaba
ver, esa hermosa sonrisa que desde el día que la conoció se había convertido
para su vida en una especie de sinónimo de la palabra "Felicidad".
-Se que suena poco creíble decir esto pero…-
Su voz se fue haciendo más y más pausada a medida que acortaba la distancia.
Sonrió al ver su tierno sonrojo adornar sus mejillas al tiempo en que sus
grandes manos subían por cada lado de su cuerpo deteniéndose a la altura de sus
hombros para impulsarla de un solo movimiento a su cálido regazo, en donde le
acogió y encerró en un protector abrazo. Quería que ella lo supiera, que
estuviese al tanto de todas esas sensaciones tan maravillosas que provocaba en
él.- En tan poco tiempo te has convertido en algo muy indispensable para mí…
por favor Shin Hye, dime que me crees.- Pidió suplicante sin importarle en lo
más mínimo que aun seguían en la escuela, que estaban en uno de los principales
pasillos en donde en cualquier instante alguien podría venir y sobre todo, no
le afectó en absoluto que ambos aun estaban en presencia de cierto chico que
atento observaba como un espectador todo ese numerito de pacotilla en primera
fila.
Por más que quiso apartar su vista de aquel
par simplemente no pudo. Sus oscuros y fulminantes orbes seguían cada detalle
de la farsa que él mismo se había encargado de fabricar espléndidamente para sí
lograr su cometido… destruir a Shin Hye y obtener su preciada y rota alma
mortal. Estrujó ambos puños lleno de rabia sin ser muy consciente de lo que
hacía, solamente trataba de retener el enorme impulso que tenía por separarlos,
arrancar a esa niña de los brazos del joven y de cualquier otro subordinado que
osara siquiera tocarla y a este último darle de golpes hasta dejarlo
inconsciente para que no le quedaran intensiones de volver acercarse a ella.
Sabía que ese momento llegaría, siempre había
pasado exactamente lo mismo con sus anteriores victimas y con los otros humanos
a los cuales manipulaba como simples marionetas a los que solo bastaba con
mover sus hilos invisibles para que actuaran y dijesen todo cuando se le
apeteciera, sin emabrgo, ahora todo era diferente… incluso él se sentía
diferente y las cosas no se suponía que deberían de ser así. Apartó su vista de
ellos sintiéndose un completo imbécil al ser testigo de algo que ni siquiera
debería importarle. Obligó a sus pies a girarse para empezar a alejarse en
dirección contraria de aquella imagen en donde claramente desentonaba. Llegó a
los jardines del instituto inhalando todo el aire que era capaz de entrar en
él, deteniéndose de nuevo cuando aun en la distancia fue capaz de presenciar la
dulce voz de Shin Hye que le daba conmovida su respuesta a ese estúpido chico.
Un extraño resplandor surgió sobre la palma
de su mano mientras sus ojos cambiaban bruscamente de forma y de color. Quería
destruir algo, lo que sea le vendría bien solo para liberar toda esa energía
autodestructiva que emanaba a borbotones desde su interior y que pedía a gritos
ser liberada de cualquier manera posible.
Lo que al principio inició como un inofensivo
resplandor acabó por convertirse en un poderoso rayo que ágilmente terminó por
impactarse en un gran árbol que fácilmente sucumbió a tan inmenso poder.
-Eres una tonta, una completa ilusa...- Le
dijo a la nada antes de desvanecerse entre las grandes columnas de humo y
restos de ceniza, creyendo que las palabras de Shin Hye retumbaban en su
cerebro, siguiéndolo a donde el tratara de escapar...
-“Sí Min Ho… te creo.-"
__________
Bajó su cabeza con cansancio, contemplando como la lluvia aun continuaba
cayendo por todos los alrededores, la misma y tediosa imagen del día anterior y
el anterior a ese. Transitó con pausa hasta estar lo bastante cerca del pasamanos
de metal y subir de un solo salto, para así tener una mejor vista de todo el
territorio que como halcón vigilaba acechante desde lo alto, sin que nadie se
percatara de su presencia gracias a la barrera que lo cubría de los ojos
curiosos y escudriñantes.
-¡Maldita sea!.- Rugió furioso.- Esto no puede estar pasándome, no con
ella…- Entrecerró sus ojos soltando un pesado suspiró.- No con una mortal...- Susurró lo último tan bajo que solo el
viento fue testigo de su confesión.
Su mirada seguía las marcas que recorrían su mano lastimada desde hace
casi tres días, tiempo en el que se suponía sería más que suficiente para que
cualquier daño superficial desapareciera, sin embargo, no era así, su
recuperación estaba demorando más de lo previsto y eso solo significaba que las
cosas estaban perdiendo su curso natural a una velocidad que fácilmente se le
saldrían de las manos sin siquiera poder contenerlo. Algo que dentro de poco
terminaría por arrastrarlo junto con la corriente hasta impactarlo en un valle
de peligrosas y afiladas espinas.
Su mente estaba tan ocupada pensando en todo lo ocurrido desde su
llegada a esa ciudad y lo que hasta ahora había vivido al lado de esa torpe
niña que tanto había alterado su entorno que no se dio por enterado de la otra
y desconocida presencia que hasta hace algunos segundos se mantenía impasible
detrás suyo.
Un largo brazo logró sobresalir de entre ese negro abrigo que lo cubría
de pies a cabeza impidiendo que alguna otra parte de su cuerpo fuese visible.
Lo guió hasta su espalda y con rapidez y sin hacer el menor ruido, tomó el
mango de su enorme espada sonriendo para sus adentros al imaginarse la cara del
joven Dios cuando se percatara del recibimiento que estaba por hacerle.
Sin aguardar más lanzó su arma en dirección a JaeJoong en un limpio y
perfecto movimiento, sabiendo que si esté no reaccionaba a tiempo, sin duda
sería atravesado por el filo de su amada espada.
-"Lo que me faltaba".-
Su rostro se frunció de pronto e incluso un fastidioso “tic” se hizo
presente al darse finalmente por enterado de lo que ocurría en los alrededores
o para ser más exactos de lo que pasaba justo detrás de él.
"!Oh perfecto, simplemente genial¡", su odiosa y exasperante
presencia era realmente lo único que faltaba para terminar de mandar su
asqueroso día derechito al demonio, "!Pero que rayos hacía ese detestable
hibrido justo aquí!… nada bueno de eso estaba seguro". No pudo seguir
pensando en el asunto, podía sentir como un objeto se desplazaba entre las
capas de aire a una gran velocidad, estando a unos cuantos centímetros de
romper su barrera y terminar de incrustarse justo en su estomago. Sonrió
prepotente sin siquiera girarse para ver la dirección del objeto que se
abalanzaba hacia él. Solo le bastó con dejar libre algo de su energía para que
la gran arma se detuviera antes de llegar a tocarlo, se rodara sorpresivamente
y fuese devuelta a su dueño con una rapidez por lo menos dos veces mayor de la
que había sido empleada originalmente.
-Debería tomar esto como un ¿Hola?.- Le discutió sarcástico mientras
veía entretenido como el brazo que había empleado para lanzar su arma yacía
inerte en el suelo mojado del edificio debido al fuerte impacto.- Ya decía yo
que ni los siglos podían cambiarte.- Chasqueó la lengua.- Sigues siendo el
mismo amargado de siempre.- Acabó de decir al ver que su acompañante prefería
por guardar silencio. Se dio media vuelta y con su otra mano sacó a su querida
espada de la pared en la cual había pegado. La revisó de cerca para descartar
posibles daños, observando alarmado como el brillante acero había sido
totalmente rayado por los minúsculos escombros de concreto.- Mira lo que le
hiciste a mí pequeña, tardare horas para que regrese a la normalidad.- La
devolvió a su funda, tomando su extremidad del diminuto charco de agua que
comenzaba a rodearlo y como si fuese la cosa más normal del mundo, la volvió a
colocar en su respectivo lugar abriendo y cerrando la palma de su mano para ver
si está había soldado de manera correcta.
-Habla ¿Qué demonios haces aquí, Junsu?.-
Clavó sus pesados hoyos negros sobre el tipo que ahora descubría su aspecto de
ese pesado abrigo.- ¿Acaso no tienes a otros a quien fastidiar?.- Reprochó
malhumorado mientras regresaba a su antigua posición y dirigía su vista al gran
paisaje, dándole la menor importancia al recién llegado.
Sus cabellos platinados como la nieve eran mecidos con tranquilidad por
el viento de tormenta, haciendo un extraño contraste con ese par de orbes que
le miraban seguramente sin inmutarse y con aquella típica insolencia que tanto
colmaba su paciencia.
Todo en el chico parecía normal a simple vista, a no ser por ciertos
detalles que empeñado ocultaba tras esos largos abrigos que acostumbraba usar. Esa
era una de las razones por las que Junsu no podía tener las mismas libertades
que JaeJoong al poder transitar entre los mortales sin tener el menor inconveniente
a ser descubierto, ya que Junsu, a diferencia suya… no era un Dios.
Él al igual que muchos otros seres que conformaban el vasto mundo de
donde ambos provenían eran conocidos como "Híbridos", entes con habilidades casi tan magnificas
como las de un Dios en su totalidad, exceptuando que el tiempo de vida en ellos
se reducía a algunos siglos al mantener entre sus venas los débiles rasgos de
la parentela mortal.
-En realidad no estoy aquí porque lo desee JaeJoong...- Posó sus manos
alrededor de su nuca y continuó mirando la espalda del chico que otra vez no se
dignaba a verlo directamente, aunque estaba seguro que en cuanto dijera lo
siguiente, por fin obtendría la entera atención del orgulloso Dios.- He venido
porqué mí amo me ha enviado
personalmente para llevarle noticias tuyas.-
Dicho y hecho, en cuanto su privilegiado oído escuchó que su manipulador
hermano estaba inmiscuido en la presencia de ese fastidio andante, su atención
por fin se centro en Junsu, indicándole que prosiguiera.
-Tú tiempo en este mundo se ha prolongado más de lo normal, sin
mencionar que tú misión aun no ha sido concluida con éxito ya que tú victima
aun esta...- Sus palabras quedaron atoradas en su garganta al ver en menos de
un segundo a JaeJoong justo delante de él.
-Tú no eres nadie para sermonearme, hibrido.- Amenazó cortante mientras
lo tomaba del cuello de su abrigo, haciendo que se elevara unos cuantos
centímetros en el aire.
-Yo solo cumplo órdenes pero recuerda que al igual que yo, tú también
estas bajo su mando… te guste o no, aun no eres libre.- Expusó con todo el veneno del mundo el peso de su
realidad.
Era verdad por mucho que se negara a reconocerlo, él no era libre y aun
seguía encadenado como una bestia a la correa que su amo le había impuesto como
castigo a su falta aunque jamás lo aceptara por mucho a que su orgullo se
revelara. Le debía obediencia a ese mal nacido de "Cupido", tenía que
someterse ante su sangre y como un sirviente cualquiera, bajar la cabeza ante
su propio hermano. La marca de maldición en su cuello era la prueba más
fehaciente de que así tenían que ser las cosas.
-Gracias por el recordatorio, ahora ya te puedes largar.- Lo soltó de
mala gana, esfumándose de su vista para después de unos instantes reaparecer en
una de las paredes en donde permaneció recargado sobre el frío concreto, cerró
sus ojos y cruzó sus brazos en espera de que aquello le diera a entender a
Junsu, que todo lo que tenía que decirle le importaba un reverendo comino.
-Has estado demasiado tiempo expuesto, esa es una de las razones por las
que tus poderes empiezan a decaer.- Hizo referencia a la mano que JaeJoong
intentaba apartar de su panorama.
-Esas son boberías, esta herida no significa nada… sanara en un par de
días, solo eso.- Reiteró firme en su posición, manteniendo el rostro altivo,
obviando el hecho de que él chico semidiós tenía razón y en efecto, sus
habilidades empezaban a disminuir día con día.
-Ojala estés en lo correcto.- Sonrió al ver lo terco y orgulloso que era
el chico al tratar de esconder el declive por el que pasaba, algo que él mismo
había comprobado dos días atrás cuando empezó a vigilarlo ocultó entre las
sombras, sin tener el menor problema de acuerdo a las ordenes de su amo, una
tarea que obviamente no hubiese podido realizar si JaeJoong se mantuviera con
el cien por ciento de sus capacidades.- Por cierto, sin duda tengo que
felicitarte.- La leve sonrisa pronto se ensanchado entre sus labios al terminar
de repasar esa traviesa y maliciosa idea que desde que se había percatado había
deseado fervientemente comprobarla y esta sin duda era la oportunidad perfecta.
-De que hablas.- Cuestionó sin más.
-Leí el informe de tú nueva víctima.- Solo bastó con esa leve mención
para que esas fulminantes orbes reaccionaran y desearan apuñalarlo
violentamente.
No pudo contener las carcajadas que burbujeaban dentro de su ser al
presenciar detalladamente sus reacciones, ¡así que realmente estaba en lo correcto!… esto sin duda sería
divertido, muy divertido.
-Es una mortal sumamente encantadora, hermosa en toda la extensión de la
palabra debo de admitir.-
Sus cejas se fruncieron y sus manos se cerraron en puño con una presión
tan grande que de inmediato se mostraron pálidos por la falta de circulación.
Sus labios se movieron casi en cámara lenta dejando escapar un gruñido de
disgusto que no supo si llegó a ser escuchado por el chico o simplemente dio
oídos sordos para continuar con su "agradable" monologo.
-Una joven de carácter dulce, totalmente inocente e ingenua y que a
pesar de tener ese pasado tan perturbador sigue manteniendo su ser intacto.-
Su voz llena de fascinación era el condimento perfecto para que la ira
de JaeJoong despertara de nueva cuenta, percibiéndose claramente en esa aura sombría
que emanaba y que prácticamente podía palparse.
-Ella es la victima perfecta, es una lástima que aun no hayas obtenido
un alma tan pura como esa.- Le miró de reojo esperando su reacción.- Tal vez
solo necesites algo de ayuda y...-
-¡Ni siquiera lo pienses!.- Espetó con severidad con esas pupilas
escarlata encendidas con la sola idea de que se viera obligado a marcharse del
lado de Shin Hye.- Ella es solamente mía…
y por ningún motivo permitiré que alguien más ose tocarla, ¿Te quedó claro?.-
Abrió levemente pasmado sus pupilas ante tal demostración de posesión,
aumentando así su curiosidad por saber que tan grandes eran las razones que
impedían a JaeJoong, acabar de actuar en contra de esa niña mortal.
-En ese caso date prisa y termina con esto ó… ¿Es qué existe otro motivo
por el que no quieras dañar a esa humana?.- Su acento imprudente lo puso en
alerta.
Ese fastidioso de Junsu había descubierto algo, tal vez no sus
verdaderos propósitos pero al menos algo de eso intuía. Pretendió serenarse y
mostrarse sosegado como de costumbre en espera de que absolutamente nada fuera
legible tras su fría mascara de indiferencia, de lo contrario se arriesgaba a
ser descubierto ante la presencia de su hermano.
-Solo requiero más tiempo.- Soltó como lo más evidente para decirle por
respuesta.- Ahora termina de largarte y aselo saber al bastardo.-
-Está bien, le haré saber tú petición después de todo una joya tan rara
como esa humana, necesita ser obtenida con todo el cuidado de este desagradable
mundo.- Movió sus pasos hasta llegar a estar en la barandita en donde había
encontrado a JaeJoong quedando así a sus espaldas.- Estoy seguro que el amo no
pondrá quejas sí es para conseguir a esa pequeña mortal.- Se golpeó mentalmente
al darse cuenta que había hablado de más, estando convencido que el chico le
miraba tras terminar de decir aquello ya que claramente podía sentir el peso de
sus poderes perforarle la nuca.
-Ese engendro nunca se había tomado tantas molestias con nadie, mucho
menos con una de sus víctima.- Una sensación vertiginosa se hizo presente en su
estomago, provocándole una enorme incomodidad. Era como tener un mal
presentimiento, como si una gran catástrofe se ocultara tras las palabras que
Junsu acababa de decirle sin tener noción. Sin esperar a que esa incógnita
siguiera torturándolo, uso su velocidad sobrehumana hasta estar justo detrás
del joven sirviente y con el menor de los esfuerzos enroscó su fuerte mano
sobre su cuello alzándolo sin oponer resistencia.
-¿Cuál es su interés en ella?.- Demandó saber de forma inmediata,
haciendo más presión alrededor de su garganta al ver el mutismo en el que
seguía el Junsu.- ¡Responde!, ¡Qué es lo que quiere realmente con Shin Hye!.- Ni siquiera había sido
consciente de lo que había dicho, simplemente el nombre de la castaña había
surgido sobre sus labios de forma tan natural que no logró evitar maldecirse
por lo que acababa de hacer y por lo que a partir de ahora pasaría con él y con
ese desastre de mujer que ya no
podía seguir ignorando más.
El apretón que sostenía al semidiós fue haciéndose cada vez más intenso
hasta que los fuertes dedos de JaeJoong terminaron de cerrarse ante el vacío
que surgió a causa del desvanecimiento del chico que había cambiado
radicalmente su composición en estado líquido.
-Esto sí que es interesante…- Le dijo entre risas mordaces mientras
recuperaba su forma normal de esa acuosa y casi transparente.-… Desde cuando un
Dios de tú estirpe se rebaja a llamar por su nombre a una insignificante
mortal.- Buscó insistente su mirada esquiva sin resultado, manteniendo aun esa
sonrisa brillante y maliciosa enmarcando su jovial rostro.
-No tengo por qué darte explicaciones.- Atacó con acidez, alejando de su
mente la imagen tan llena de burla que Junsu le otorgaba ante su torpeza, una
falta que desde luego el chico sabría aprovechar muy bien a su costa.
-Tienes mucha razón y lamento no contestar a tus dudas, pero si el amo
no te lo dijo que te hace pensar que yo sí lo hare.- Subió sus brazos a su nuca
sumamente complacido con todo lo que había averiguado en esa corta estadía en
el mundo mortal. Convencido que el mayor de los dioses estaría más que
satisfecho de conocer las verdaderas razones que movían a su "querido
hermanito" para aun no concluir con sus labores y seguir de alguna forma
atado a esa mujer que tanto se negaba a renunciar.- Solo de una cosa puedes
estar seguro.- Estaba por irse pero no pudo resistir la tentación de acabar de
amargarle el día a JaeJoong.
Se encaminó unos cuantos pasos hasta quedar a su lado y en voz divertida
le susurró lo que para él y su señor era algo más que un hecho, era toda una realidad.
-Esa humana… jamás será para ti
mí estimado, JaeJoong.-
Finiquitó antes de evaporarse en el aire, llevándose también la lluvia que
durante días había estado presente en toda la ciudad.
La tensión que lo asediaba era tan pesada y opresiva que bien lograría
ser cortada por el filo de un cuchillo. Sus nudillos crujían ansiosos por tomar
algo hasta hacerlo pedazos, de preferencia a ese estúpido de Junsu que había
colmado su paciencia hasta límites inimaginados al atreverse a decirle lo que
muy en el fondo sabía de ante mano.
-Se que algo planeas...-
Esa sensación de malestar se acrecentaba de manera alarmante con el paso
de los minutos, en donde cada parte de su cuerpo se lo confirmaba a gritos.
Presenció la calma y quietud de los alrededores, era como estar en medio del
ojo de un huracán. Ese pequeño lapso de total estabilidad y paz del que se
podía disfrutar hasta que en el momento menos pensado la furia de una fuerza
superior arremetía sin clemencia con todo a su paso, solo para causar la
destrucción.
-No voy a permitir que te salgas
con la tuya… Kim Hyung Jun.- Pronunció
con frialdad el nombre del ser que lo retenía encadenado desde varios siglos atrás
por errores que sabía, merecían su profundo resentimiento.
Su hermano maquinaba algo demasiado grande de eso estaba seguro y para
su disgusto la pequeña Shin Hye estaba más inmiscuida en esto de lo que en un
principio llegó a imaginar. Ella era la pieza clave de un extraño rompecabezas,
uno que hasta ahora desconocía pero que descifraría antes de que Hyung Jun se
atreviera a poner sus manos sobre ella.
__________
Las tenues lucecillas de los diversos puestos alumbraban su caminar por
aquellas solitarias calles por las que ahora transitaba con la vista gacha,
como si el pavimento repleto de porquería fuese la cosa más interesante que
había por hacer. Sólo hace una hora atrás había sido llevada por Min Ho hasta
las puertas de su hogar después de haber disfrutado de toda una tarde en su
compañía, una tarde como hace mucho no pasaba pues el chico se había encargado
de hacerla reír en cada instante, le había profesado cientos de palabras dulces
y románticas y desde luego también había robado sus labios en incontables
oportunidades.
Todo era tan mágico, tan
perfecto y sin embargo… ¿Porqué
si todo era tan plenamente maravilloso, por qué razón se sentía vacía?, ¿Por qué no se sentía
completamente… Feliz?.
-¿Que esta pasándome?.- Se preguntó con angustia al tiempo en que dejaba
salir un hondo y pesado suspiro.
Por fin tenía todo, ¡Todo
con lo que había soñado!. ¿Que no se suponía que ahora ya tendría que estar
satisfecha y alegre al haber alcanzado sus metas y haber dejado sus tristezas
en el olvido?, así debería de ser pero... No, ella no se sentía como debería de estar una persona que
finalmente y después de muchos esfuerzos consigue un codiciado logro.
Definitivamente nada era como se suponía que tendrían que ser las cosas…
Nada de lo que sentía era parecido a
lo que pensaba que sería.
-Tengo que tranquilizarme.- Se animó a sí misma, disfrutando del fresco
aire que la tormenta de los días pasados había dejado en el ambiente. Subió su
cabeza hasta toparla contra ese astro con destellos platinados, dándose cuenta
que se había entretenido más de la cuenta en su paseo nocturno y pronto sería
riesgoso moverse por las calles a esa hora de la noche.
Recorrió varias cuadras, sintiendo un poco de alivio al ver que tan solo
tenía que cruzar la calle y estaría en su departamento, sin embargo, en cuanto
dio dos pasos sobre el camino vehicular un par de incandescentes luces se
encendieron dejándola algo turbada. Le costó algo de trabajo el volver a abrir
sus sensibles parpados debido a la intensidad, observando sorprendida y
petrificada que un auto se avecinaba justo a donde estaba ella sin ningún tipo
de intensión de detenerse.
-Eres tú…- Apenas un leve quejido de desconsuelo logró salir de su boca
al ver atreves del parabrisas la silueta del conductor que deseaba embestirla
sin piedad.
Esas cobrizas y casi gélidas pupilas, esa larga y hermosa cabellera
castaña y ese rostro que aun guardaba algunos rasgos de niñez a pesar de la gran
madurez y amargura que se podía descifrar en cada una de sus facciones… no
tenía la menor duda, era ella.
El rugir del motor le destrozo los oídos en el momento en que piso el
acelerador a fondo para impactarse contra su cuerpo. Cerró por mero instinto
sus ojos, notando como una intempestiva ráfaga de viento la impulsaba fuera del
alcance de ese automóvil antes de que la tocara. Sintió como rodaba por el
pavimento de la acera junto con otro pesado cuerpo que terminó por robarle el
aire de golpe al quedar sobre ella.
-¿Es que no puedo dejarte cinco minutos sin que algo malo te ocurra?.-
Le dijo sarcástico al verla desde donde él estaba.
Su corazón se agitó sobre su pecho al reconocer esa imponente voz tan
llena de arrogancia y autosuficiencia, abriendo sus parpados solo para encontrarse
con ese oscuro mirar contemplarla con reproche y… ¿Alivio?. No tuvo más tiempo
para averiguarlo ya que JaeJoong le tomó con sumo cuidado y delicadeza para
llevarla hasta una de las paredes para que apoyara mejor su magullado cuerpo.
Lanzó un -"Espera aquí".- Y como si nada se puso de pie antes
de dirigirse hasta donde estaba ese lujoso deportivo rojo que segundos atrás
estuvo por mandar a Shin Hye al otro mundo.
Una mediana figura salió del auto, su largo cabello castaño ondeaba con
el viento de la noche al igual que la corta falta de colegiala que llevaba
puesta. Intentó forzar su vista para ver qué es lo que había sido esa extraña
ventisca que había surgido de la nada llevándose fuera de su alcance a la chica
que deseaba aniquilar, pero por más que se esforzaba solo veía que la joven se
encontraba recargada sobre la calle en completa soledad.
-Esta vez tuviste suerte pero para la próxima te aseguro que no seré tan
considerada… hermanita.- Habló
con despreció tomando las llaves de su auto y subiendo finalmente en él. Sonrió
de forma torcida al recordar la cara tan llena de pánico que había puesto Shin
Hye al saber que moriría.
Era una verdadera lástima que hubiera fallado, ahora tendría que planear
otra forma de cómo deshacerse de ella lo antes posible. Solo borrándola del
mapa su existencia tomaría sentido de nuevo y todo regresaría a como era antes
de que apareciera, solo si esa estúpida se pudría en el infierno, LeeTeuk
regresaría de nuevo a refugiarse entre sus brazos y ella tomaría el lugar que
le correspondía tanto en su vida como en su cama.
-Así que tú fuiste la causante de todo esto mocosa del demonio.- Bajó de
un solo salto a tierra firme desde lo alto del edificio en donde había
escuchado la pequeña charla de la castaña.
Desactivó su poder después de obtener lo que deseaba de ella, pudiendo
leer ese gran odio y resentimiento que emanaba hacia Shin Hye, ese deseo por
hacerla a un lado a como diera lugar y el obsesivo amor que le profesaba al
oscuro primo de ambas.
Decidió ya no pensar más en ese asunto, lo primero era ver como se
encontraba la joven.
Cuando llegó hasta su lado, Shin Hye se hallaba con la cabeza ladeada
debido al cansancio del que había sido presa por el momento tan estresante que
acababa de vivir. Sus mejillas enrojecidas estaban marcadas por diversos surcos
cristalinos, seguramente el resultado de haber llorado por su revoltosa y
desubicada hermana menor. Una punzada lo recorrió entero al verla en ese
estado, se veía tan indefensa y desprotegida en un mundo en donde todos
parecían desearle el peor de los males, que por primera vez se sentía culpable
por lo que él también intentaba hacerle.
Sin muchos preámbulos la tomó en brazos para llevarla hasta el interior
de la casa, diciéndose así mismo que lo que ella provocaba en él era solo una
obsesiva atracción, era únicamente un enfermizo deseo y nada más.
-Creí… creí que te habías marchado.- Su voz adormilada parecía un ronroneo
suave y tentador, lo suficiente como para llamar su atención y centrar sus
negras orbes en el agotado rostro de la chica.
-No digas tonterías, Shin Hye.- Le dijo fría y secamente antes de
regresar su profunda vista al frente.- Además tú eres la única que tiene las
llaves, sin ellas como abriría.- Una ligera y casi invisible sonrisa se dibujo
sobre sus labios al escuchar la fresca risa de la castaña al decirle lo último.
¿Acaso estaba bromeando con ella?, tal vez. Se sentía tan bien el oírla reír de
manera tan espontanea que sin duda lo tomó por sorpresa lo que aun adormilaba
fue capaz de decirle.
-¿Sabes?, después de todo…- Sus parpados se iban cerrando más y más
hasta verse solamente una fina línea de rizadas pestañas.-… después de todo, no
eres tan insoportable como imaginaba.- Le dio a conocer a JaeJoong mientras sus
mejillas tomaban algo más de tono sobre su blanca y tersa piel de porcelana.
Se permitió olvidarse por un momento de todo lo que la agobiaba para centrarse
solamente en ese joven de cabellos y mirada del mismo color de la noche que
ahora la llevaba consigo. Soltó un suspiró de tranquilidad y sin el menor
tabismo de timidez, recargo su cabeza sobre el fuerte pecho del chico,
dejándose arrastrar por aquella sensación tan agradable que la invadía al estar
tan cerca de él.
-Gracias… por salvarme… JaeJoong.-
Fue lo último que pudo articular antes de caer al mundo de los sueños, en donde
por primera vez en mucho tiempo se sentía realmente… completa.
Permaneció en el mismo lugar por varios minutos viéndola solamente
dormir, disfrutando como los rayos de la bella luna se posaban sobre ella
bañándola con delicadeza como si fuese un ser fuera de este mundo que por
alguna broma del destino había perdido su rumbo y ahora se encontraba entre
seres inferiores a ella.
-Eres una pequeña bruja.- Le reprochó como si a Shin Hye como si pudiese
escucharlo.
Guió su mano hasta posarla sobre su suave mejilla, sintiendo como su
sangre se alteraba con solo tocarla… ya no podía negarlo por más tiempo.
Finalmente y aunque lucho para evitarlo… ocurrió. El cazador terminó
siendo la presa.
Sin siquiera haberse percatado había caído en el hechizo que esa bruja
de cabellera castaña le había lanzado en el mismo instante en que se miraron y
unieron sus almas por ese pacto maldito de Cupido.
Esa niña mortal que logró lo que ninguna antes fue capaz de hacer a
través de su interminable viaje por las arenas del tiempo. Esa mujer era la
misma que ahora llevaba en su regazo, aquella que si lo deseara podría obtener
absolutamente todo cuanto pasara por su mente con la única condición de que su
corazón le perteneciese a él y…
solamente a él.
Continuara…
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