SHINee "Kiss kiss kiss"

"Eres como un sueño para mí, quiero ser tu sombra, para siempre poder estar junto a ti"

Arashi "Sakura sake"

"Estos sueños sin nombre han brotado, no mires hacia atrás porque no hay un mañana detrás de ti, mira hacia adelante"

SNSD "All my love is for you"

"Incluso si estas muy lejos de mí, solo cierra los ojos y mi corazón estará cerca de ti"

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RECOMENDACIÓN DRAMA!!! RECOMENDACIÓN PELÍCULA

Ayudante de Cupido--Capitulo 5°-"Algo Más que Atracción"

















-Shin Hye es una tonta...- Soltó casi como un gruñido.

Levantó de nueva cuenta su rostro a las oscuras nubes de tormenta, como si estas fuesen la cosa más interesante del mundo, dejando entrever las visibles marcas que contraían su perfecta cara, muestras de su ira y frustración.

La semana había concluido, tiempo en el que la pequeña castaña se había encargado de evitarlo en todo momento de forma magistral. Desde lo sucedido en la habitación de la chica, está había optado por no dirigirle la palabra a menos que fuese estrictamente necesario, así como también trataba de estar el menor tiempo posible con él a solas y en el mismo espacio vital. Pero sí esa niña creía que con eso se podría librar de él así como así, estaba muy… muy equivocada. Tal y como había pasado hace algunas horas cuando aun los alumnos se hallaban reunidos en sus salones para dar inicio al estúpido juego de saber quién sería la persona que a partir de la próxima semana se encargaría de asistirlo en su hogar, algo que obviamente no le inquietaba en lo absoluto, pues conocía de ante mano el resultado de esa absurda pérdida de tiempo.

Las miradas acusadoras y llenas de resentimiento, los murmullos y habladurías mal intencionadas no se hicieron esperar después de que la directora les diera a conocer que Shin Hye sería nuevamente la elegida y aun responsable de cuidar de cierto joven, quien no podía evitar sonreír victorioso al ver que la ilusión de la chica que por un instante pensó en deshacerse de él, se hacía añicos en ese par de orbes cobrizas. La vio cerrar con fuerza sus puños y sin más cogió sus pertenencias y ante la vista de todos, salió disparada a la puerta sin importarle los llamados de atención por parte de la directora para que regresara al aula.

Marchaba a zancadas, no pudiendo creer aun en su mala suerte. Esa misma mañana al despertar estaba tan feliz, tan alegre y tan… ¿tranquila?, Sí. Definitivamente se sentía tranquila al haber creído que finalmente no tendría que verle la cara a JaeJoong en la privacidad de su hogar. Respiraba con tanta calma al imaginar que por fin lo tendría lo suficientemente lejos como para que no despertara en ella esas sensaciones tan extrañas y a la vez profundas que no paraban de confundirla e inquietarla, las cuales eran capaces de romper todo tipo de limite o atadura que impusiera para protegerse de ese hombre de ojos tan oscuros e intimidantes como la noche, que parecía controlarla cada vez que la veía.

Estaba por girar en la esquina del pasillo que la llevaría al jardín cuando de pronto sintió como su cuerpo era arrojado sin mucha delicadeza a una de las paredes continuas. Sus quejidos de dolor no se hicieron esperar al hacer contacto con la dura superficie, paralizándose al toparse con JaeJoong aprisionando sus manos, pegándolas prácticamente sobre la pared mientras sus pupilas la observaban minuciosamente como si deseara devorarla por entero.

Cerró sus ojos por mero instinto al sentir el esfuerzo que parecía hacer por respirar con normalidad frente a ella, viéndose en la necesidad de retirar su rostro de ese simple contacto que comenzaba a perturbarla. Se recriminó mentalmente ante eso, no pudiendo evitar maldecir de paso a JaeJoong.

¿Por qué rayos todo parecía complicársele desde que él había entrado en su vida?, ¡Porque!...

-¿Por qué te empeñas en evitarme?...- Exigió saber, impidiendo cualquier otra acción que no fuese el que deseara por parte de Shin Hye, recordando que era la primera vez en días que disfrutaba de su agradable calor y cercanía.

Acercó su rostro hacia el terso cuello de la castaña, permitiendo que sus sentidos se reanimaran con ese embriagante aroma que había anhelado el volver a sentir tan cerca de su propio cuerpo, tal y como lo hacía ahora.

-No lo comprendes, ¿cierto?... ya es imposible que me alejes, pequeña Shin Hye...- Le dijo con pausa, concediéndole a sus labios la oportunidad de descansar sutilmente sobre el hueco de su hombro, desconcertando por completo a la chica ante sus palabras y a decir verdad de alguna extraña forma incluso a él mismo le habían turbado, ¿La razón?, la ignoraba por completo.

Sus memorias viajaron a días atrás, cuando por unos instantes esa tentativa boca había sido toda suya, una acción que simple y sencillamente había surgido en ambos sin la necesidad de palabras de por medio.

Sin notarlo soltó el agarre con una de sus manos y la llevo hacia el rostro asustadizo de Shin Hye, que de inmediato se removió en su lugar ante su cercanía tan repentina, sintiendo rápidamente esa placentera corriente de electricidad deslizarse por cada uno de sus poros, aumentando aun más su ansiedad por acercarse a ella… despertando en sí, el deseo de tenerla para él… únicamente para él. Contrajo sus orbes ante el mar de sensaciones que experimentaba, la desgarradora sed que día a día torturaba su garganta se intensificaba de forma agobiante con el solo hecho de tocar sus cálidos labios entreabiertos por la intromisión que sus fuertes dedos hacían al deslizarse sobre ellos una y otra vez como si reviviera ese súbito contacto entre ellos… ¡Demonios!, anhelaba tanto besarla, hoy más que nunca antes.

-Eres como una adicción…- Habló con un dejo de molestia a tan solo centímetros de probar la dulce boca de la joven que sin más esquivaba su mirada.

Se sentía tan vulnerable, tan patético y tan malditamente débil ante su sola cercanía. ¡Por todos los Dioses!, ¿Qué demonios le había hecho esa niña?. Jamás había dependido de nada ni de nadie para vivir su vida, ¡Por favor ni siquiera del estúpido de su hermano!, pero ahora ya no era él mismo y eso era algo que francamente ya no soportaba.

-Eres una maldita enfermedad…- Se lanzó hambriento a sus labios pero no logró tocarlos debido al movimiento de Shin Hye que en solo milésimas de segundos había retirado su cara fuera del alcance de JaeJoong.

Frunció el seño al ver la reacción de la chica y sin importarle demasiado volvió a repetir la acción recibiendo el mismo resultado. Ella ya no permitiría que la tocara, se lo había dicho, ¡No!, más bien se lo había gritado a la cara aquella última noche.

-No importa cuánto te esfuerces…- Soltó irritado ante el persistente y obstinado comportamiento de la joven que al parecer lo único que deseaba era el estar lo más lejos posible de él, algo que desde luego no permitiría, al menos por ahora.-… No te dejaré ir tan fácilmente.- La vio moverse una y otra vez tratando de liberarse de su agarre comenzando a acabar con su paciencia, por lo que sin pensarlo dos veces empleo aun más fuerza sobre su agarre, terminando por azotarla de nueva cuenta contra el duro concreto, recibiendo como respuesta la mano de Shin Hye que ágilmente fue detenida por la suya en el aire antes de que está acabara de hacer contacto con su mejilla.

-Eso ya no te funcionara más, así que olvídalo.- Rió con arrogancia, observando con diverción el rostro contrariado de Shin Hye.

Sus mejillas sonrojadas a más no poder, sus labios estrujados uno contra el otro formando una rara mueca de indignación y ese par de pupilas chocolate tan brillantes que en esos exactos momentos lo miraban con furia y cólera extrema. Sonrió aun más, sí las miradas dañaran sin duda la de esa niña lo hubiese lanzado a varios kilómetros de distancia desde hace un buen rato, afortunadamente para él eso no ocurriría.

-¡Déjame ir ahora mismo!.- Pidió con voz firme. Trató de calmarse pero definitivamente JaeJoong era de los pocos que terminaban por exasperarla con su comportamiento y si a eso se le sumaba esa sonrisa tan llena de burla a su persona al saberse superior en fuerza a ella, su preciado sentido común terminaba siendo lanzado por la borda.- ¡No te soporto!, ¡es que no lo entiendes!.- Imaginó que con aquello bastaría para que el joven dios se apartara de su lado y la dejara finalmente libre, sin embargo, el ver como esa odiosa y prepotente sonrisa suya se hacía aun más prolongada sobre sus masculinos labios, sus pocas esperanzas terminaban por desvanecerse en el aire.

-Puedes decir todo lo que quieras, pequeña Shin Hye.- Murmuró con suavidad, como un sedoso ronroneo cerca de su oído ocasionando que los vellos de su nuca se erizaran y sus sentidos se pusieran en alerta por esa aparentemente inocente acción.- Tus palabras no cambiaran el hecho de que hayas correspondido a mí beso…- Había dado su estocada en el lugar justo y certero. Hizo una pausa y continuó.- ¿Sabes?, pude sentir tú deseo… un deseo casi tan devastador como el mío.- Le hizo saber a Shin Hye la verdad de una realidad que ella tan fervientemente trataba de ocultar en lo más recóndito de su ser y de su alma.

Tragó con suma pesadez sintiendo por momentos que se asfixiaba mientras intentaba forzosamente de digerir lo que aquellas palabras significaban. Maldijo dentro de su mente esa noche una y otra vez tal y como lo venía haciendo durante todos los días pasados, quedándose como siempre con la misma pregunta vacilando tortuosamente su cerebro… ¿Por qué le había correspondido?, la verdad no lo sabía y sinceramente no deseaba averiguarlo… porque tal vez, solo tal vez sí se esforzaba en indagar más, se toparía de frente con un sentimiento tan profundo que temía se convirtiera en toda una terrible realidad.

¡No, ella no podía estar experimentando nada de nada y mucho menos por él!, además finalmente tenía lo que por tanto tiempo había soñado y que incluso en muchas ocasiones había considerado como un gran imposible... Lee Min Ho.

Sí, por fin estaba a su lado como en tantas veces lo había imaginado en sus incontables fantasías, descubriendo que exactamente, él era el chico perfecto que su inocente mente idolatraba prácticamente desde su llegada a ese lugar, el hombre que cualquier mujer desearía tener a su lado… el que muchas chicas calificarían como "El tipo indicado".

¡No!, definitiva y absolutamente no iba a permitir que ese asunto siguiera avanzando aun más. No correría el riesgo de poner en juego lo que sentía por Min Ho por una simple y vana confusión de su mente y de sus tontas hormonas. Cortaría de tajó con todo y le haría ver a JaeJoong que él no significaba nada en su vida, le demostraría cual era su verdadero lugar en toda esta historia.

-No te confundas, JaeJoong…- Le miró con fiereza, clavando sin más su mirada sobre la suya por primera vez.- La única razón por la que te bese fue porque… - Respiró varias bocanadas de aire rogando a los cielos porque eso fuese suficiente para darse la fuerza que requería para no terminar desmayada bajo los pies del chico que aun la arrinconaba con su fuerte e imponente cuerpo.- Yo… yo correspondí porque…- Nada, sencillamente se quedo en blanco y sin ningún tipo de argumento para decir ante el peso de esos hondos y penetrantes ojos color ónix que se clavaban más y más en ella de forma demandante en espera de lo que fuese a decir. Todo su valor, todo su coraje sin más la abandonó. Todo lo que tenía pensado decirle se derrumbo, solo se esfumo en cuestión de segundos dejándola sola y a la completa merced del joven dios.

-¿Porqué?, ¡Vamos habla, maldita sea!.- Reclamó saber en tono por demás ansioso.

En todos sus años de existencia jamás había demandado saber las explicaciones por parte de nadie y mucho menos de una de sus víctimas de manera tan desesperada. Podía sentir su propio corazón latir sobre su pecho de manera desbocada ante el momento de expectativa que Shin Hye prolongaba con el paso del tiempo y que estaba seguro pronto terminaría por desquiciarlo definitivamente.

-Dime porque lo hiciste...- No supo en qué instante su voz se torno sosegada, pero aun así anhelante de oír la respuesta que él deseaba escuchar por parte de la joven que otra vez evitaba mirarlo.- ¡Vamos termina de decirlo!.- Le dijo sujetándola por su rostro.

-Lo hice porque…- Tenía que decirle algo, lo que sea, cualquier cosa que lograra alejarlo de ella. Por lo que sin dar marcha atrás vociferó a los cuatro vientos lo primero que le cruzó por la mente.- ¡Lo hice porque creí que eras otra persona!.- Le gritó a la cara finalmente, logrando su cometido, que JaeJoong la soltara tan de repente como si su solo roce le robara la energía, dejándole una amarga e inexplicable sensación en el instante en que el agradable calor que habían dejando las manos del joven sobre su piel se iba tajantemente.

Se alejó un par de pasos solo para acabar de razonar esa ligera pero contundente frase, permitiéndose también el contemplarla fijamente como si quisiera herirla en el proceso. Su orbes nerviosas vislumbrando las blancas y polvorientas baldosas del suelo, sus mejillas brillantes a causa del enorme sonrojo que las cubría, los leves espasmos de su débil y frágil cuerpo humano, el subir y bajar acelerado de su pecho como si su órgano vital estuviese a punto de explotar. Todo se lo decía a gritos, ¡Claro tenía que ser eso!... Shin Hye mentía.

Exhaló el aire que apretaba de forma inclemente sus pulmones hacia el exterior, dejándose escuchar casi como un gruñido feroz. Como el aullido de una bestia lista para destazar sin piedad a su expuesta presa, pero no podía evitarlo… estaba furioso, esa niña nuevamente se había encargado de volver a añicos su orgullo. Ni siquiera le importó el usar su agilidad sobrehumana para materializarse frente a Shin Hye de manera más que sorpresiva, viendo como su preciada mortal estaba más que aturdida ante tal demostración de poder.

La sangre se disparaba sobre sus venas de manera veloz, agolpándose en su cabeza como si fuera un pesado martillo que le impedía inferir con coherencia y convicción. Estaba poniéndose en evidencia y no quería ni deseaba evitarlo, solo quería respuestas y a como diera lugar las obtendría, aun sí eso le costaba tirar toda su labor a la basura.

-¡Mientes!.- Arrastró con dureza cada vocablo que salía de su boca al tiempo en que sin ningún tipo de tacto afianzaba sus manos alrededor de la suave piel de los brazos de la joven, a sabiendas que aquella acción sin duda le haría daño, no obstante, era justo eso lo que él deseaba… que ella sintiera dolor, ¿El dolor por el que él pasaba?... tal vez.

-¡Todo lo que dices es una mentira!, ¡Yo se que tú…!.- No pudo hablar más. De un momento a otro sus fuerzas cedieron liberando a Shin Hye justo antes de haber oído plenamente decirle con voz asustadiza, "Tus ojos… cambiaron".

Ella tenía razón, todo a su alrededor rápidamente comenzaba a teñirse por raros matices rojizos, muy semejantes al color de la sangre, tan parecido a…!No!, ¡pero qué rayos estaba pasando!. Estaba perdiendo los estribos de una forma insospechada. Tanto era su deseo por averiguar si la chica le decía la verdad que incluso su poder había optado por decisión propia activarse de manera involuntaria.

-"Esos ojos…".- Se repetía con inquietud dentro de su mente una y otra vez mientras esas desagradables sensaciones tan llenas de miedo la empezaban a invadir. Esa mirada enrojecida como la de un "demonio", era la misma que durante algún tiempo sintió sobre su persona de forma acechante como sí deseara cazarla. Esos eran los mismo ojos que durante el día seguían cada uno de sus movimientos como si la estuvieran estudiando, esos que en las noches se adentraban en sus sueños buscándola insistentes, negándole el descanso y la paz.

Lo notó como intentaba parpadear un par de veces hasta que ese extraño color se esfumaba como si jamás hubiese aparecido, dejando en su lugar aquel característico y misterioso color rodear como de costumbre el iris de sus ojos.

¿Es que acaso todo se lo había imaginado?, la verdad no estaba segura, solo quería salir de ese sitio cuanto antes.

Inició su marcha, aprovechando que JaeJoong se mantenía al parecer pensando en lo que había pasado, sin embargo, no pudo dar más de tres pasos cuando un fuerte brazo se había enroscado por así decirlo, alrededor del suyo, impidiéndole nuevamente retomar su anhelada partida.

-¡Aun no terminamos, Shin Hye!.- Soltó con agresividad, impulsándola con rudeza de nueva cuenta a su lugar.

-¡Suéltame!.- Alegó con el mismo disgusto que JaeJoong empleaba, esforzándose continuamente por liberar su brazo del contacto del chico.- Ya he dicho todo lo que tenía que decir.- Frotó el lugar que él había presionado con brusquedad, notando como la zona comenzaba a enrojecerse.

-¡Déjate de jueguitos estúpidos y di la verdad!.- La vio posar el brazo que anteriormente le había sujetado en dirección a su pecho, distinguiendo cómo su piel se coloreaba como resultado de su fuerza. Soltó una maldición inelegible para la chica al saber que la había lastimado pero su paciencia y razonamiento bailaban en la cuerda floja listos para caer en un gran abismo del que no podrían ser rescatados y ver como esa niña se negaba a decirle la verdad no ayudaba en absolutamente nada a mejorar la situación.

-¡Yo no miento!.- Claro que mentía y por su propio bien sabía que tenía que irse cuanto antes o todo su teatrito se vendría abajo, aun así, antes tenía que ponerle todas las cartas del juego lo bastante claras a JaeJoong como para que no le quedaran intenciones de seguir perturbándola. Su voz estaba por resquebrajarse por los nervios, sus piernas temblaban como una débil hoja de otoño lista para caer de golpe al piso, su corazón latía de manera inconstante proporcionándole pulsaciones profundas y casi lastimeras debido a la ansiedad de todo lo vivido en ese desierto pasillo de escuela y la cercanía de ese joven que aunque se lo negara miles de veces así misma, sabía muy bien que ocasionaba y despertaba en ella algo que jamás podría calificar como… Normal.

-Si es verdad lo que dices...- Escuchó decir peligrosamente cerca por parte de JaeJoong despertándola de su ensoñación.- Dime en quien pensabas...- Su voz era neutra, plana y sin ningún matiz de sentimiento que pudiera delatar por lo que pasaba.

Subió su vista color cobre hasta pararla en esa que ahora la contemplada con frialdad y casi indiferencia. Sintió un aire casi gélido rodearla de pies a cabeza al verlo de esa forma, notando claramente como la opresión en su pecho se hacía aun más intensa casi hasta cortarle definitivamente el aire que intentaba llegar y abrir sus pulmones. Llevó ambas manos hasta su pecho tratando de detener con esa acción la angustia y el malestar que poco faltaba para ahogarla, no pudiendo evitar que esa interrogante se adentrara en su mente. ¿Porqué?, ¿Por qué razón le dolía el modo tan duro y despectivo con el que la miraba?... no obstante, por más que esperó no hubo respuesta, solo el resonar fastidioso de una débil vocecilla que no se cansaba de repetir constantemente la misma frase… "Por tú propio bien, nunca intentes averiguarlo".

-¡¿En quién diablos pensabas cuando me besabas a mí?...- Su pregunta fue clara y directa, dejándola totalmente petrificada.

Y ¿Ahora qué haría?. Necesitaba decirle algo, darle un nombre a ese "alguien" que ella misma había inventado para salir bien librada del asunto. El tiempo pareció detenerse ya que no supo si transcurrieron escasos segundos o minutos enteros, lo más seguro es que había sido lo último porque sin más vio a ese otro chico surgir de entre los pasillos aun abandonados del instituto, como si por alguna obra celestial los ángeles lo hubiesen enviado en su auxilio.

-¿Min Ho?.- Susurró con suma suavidad el nombre del joven, pareciéndole más una pregunta que una respuesta a la duda que ahora quedaba más que clara para JaeJoong.

Apretó su quijada con resentimiento y rencor al momento en que recordaba al idiota que se hacía llamar por aquel nombre que por demás detestaba. Ahora todo tenía sentido para él… la forma tan entregada en que había aceptado el beso, la terrible pasión con que sus sonrosados labios habían dejado huella sobre los suyos al punto de no poder borrarla de su pensamiento, ese delicioso y casi enfermizo deseo que había experimentado entre sus brazos… ¡Maldita sea!. Todo había sido no porque él hubiese despertado eso en ella, sino porque Shin Hye había visualizado en su cara la de ese estúpido chico que ahora más que nunca deseaba aniquilar hasta que no quedara ningún rastro de él, borrarlo de la faz de la Tierra hasta que la mente de la castaña olvidara por completo su patética existencia para que por vez primera se percatara de él… solo de él y de nadie más.

Sin poder evitarlo, la sangre en sus venas se heló de golpe ante ese pensamiento tan lleno de posesividad de su parte, hacia la chica que se mantenía aun frente a él. Algo no andaba bien… lo sabía, no obstante, la imperiosa necesidad de descubrir lo que pasaba dentro de sí paso a segundo plano cuando a sus sensibles oídos llegó la voz de Min Ho, que al parecer pedía la atención de Shin Hye para que esta se alejara de él y se acercara hasta donde la aguardaba.

-¿Ocurre algo Shin Hye?...- Le preguntó en tonó preocupado para después lanzar una sospechosa mirada en dirección a donde se encontraba JaeJoong y ver como este solo le respondía con un gesto fruncido.- ¿Estás bien?.-

-Claro, porque no he de estarlo.- Manifestó no muy convencida de sus propios comentarios, observando entretenida la superficie de sus zapatos, para no tener que encarar directamente a Min Ho.- ¿Qué haces aquí?, pensé que estabas en clases.-

-Estuve por ti en el lugar de siempre pero como no llegabas pensé…- Se detuvo un segundo para echarle otro vistazo al chico que no había cambiado un ápice su postura frente a él.-… Pensé que algún inconveniente se había cruzado por tu camino y… veo que estaba en lo correcto.- Declaró con sorna aun clavando sus ojos sobre el cuerpo rígido e inflexible de JaeJoong, quien por su parte se dedicó a exclamar un bufido molesto.

-¿Qué dices?.- Sus mejillas se sonrojaron sin razón aparente al terminar de oírlo, como si de nuevo fuese una niña pequeña a la cual habían descubierto en una travesura y ahora esperaba paciente su sermón. Se reprendió por enésima vez por ese día. Ella no había hecho nada malo como para mostrarse tan nerviosa e inquita delante de él, sin embargo, sí todo lo que se decía era realmente cierto, ¿Por qué se sentía culpable por algo que desconocía?.

-Bueno eso ya no importa.- Su acostumbrada alegría y entusiasmo volvió a apoderarse de su cara haciendo que sus pupilas resplandecieran al ver a la castaña después de largas horas de fastidiosos apuntes, sermones de profesores y pesados momentos en la enfermería, pero finalmente y después de tanto percance la tendría toda una tarde solo para él.- Creí que el día nunca terminaría… no puedo creer que allá contado todas estas horas solo para verte.- Se rió tontamente de sí mismo al decirle eso, pero había sido algo que simplemente había brotado de sus labios de modo tan espontaneo que pudo lograr despertar en ella esa sonrisa que tanto le hechizaba ver, esa hermosa sonrisa que desde el día que la conoció se había convertido para su vida en una especie de sinónimo de la palabra "Felicidad".

-Se que suena poco creíble decir esto pero…- Su voz se fue haciendo más y más pausada a medida que acortaba la distancia. Sonrió al ver su tierno sonrojo adornar sus mejillas al tiempo en que sus grandes manos subían por cada lado de su cuerpo deteniéndose a la altura de sus hombros para impulsarla de un solo movimiento a su cálido regazo, en donde le acogió y encerró en un protector abrazo. Quería que ella lo supiera, que estuviese al tanto de todas esas sensaciones tan maravillosas que provocaba en él.- En tan poco tiempo te has convertido en algo muy indispensable para mí… por favor Shin Hye, dime que me crees.- Pidió suplicante sin importarle en lo más mínimo que aun seguían en la escuela, que estaban en uno de los principales pasillos en donde en cualquier instante alguien podría venir y sobre todo, no le afectó en absoluto que ambos aun estaban en presencia de cierto chico que atento observaba como un espectador todo ese numerito de pacotilla en primera fila.

Por más que quiso apartar su vista de aquel par simplemente no pudo. Sus oscuros y fulminantes orbes seguían cada detalle de la farsa que él mismo se había encargado de fabricar espléndidamente para sí lograr su cometido… destruir a Shin Hye y obtener su preciada y rota alma mortal. Estrujó ambos puños lleno de rabia sin ser muy consciente de lo que hacía, solamente trataba de retener el enorme impulso que tenía por separarlos, arrancar a esa niña de los brazos del joven y de cualquier otro subordinado que osara siquiera tocarla y a este último darle de golpes hasta dejarlo inconsciente para que no le quedaran intensiones de volver acercarse a ella.

Sabía que ese momento llegaría, siempre había pasado exactamente lo mismo con sus anteriores victimas y con los otros humanos a los cuales manipulaba como simples marionetas a los que solo bastaba con mover sus hilos invisibles para que actuaran y dijesen todo cuando se le apeteciera, sin emabrgo, ahora todo era diferente… incluso él se sentía diferente y las cosas no se suponía que deberían de ser así. Apartó su vista de ellos sintiéndose un completo imbécil al ser testigo de algo que ni siquiera debería importarle. Obligó a sus pies a girarse para empezar a alejarse en dirección contraria de aquella imagen en donde claramente desentonaba. Llegó a los jardines del instituto inhalando todo el aire que era capaz de entrar en él, deteniéndose de nuevo cuando aun en la distancia fue capaz de presenciar la dulce voz de Shin Hye que le daba conmovida su respuesta a ese estúpido chico.

Un extraño resplandor surgió sobre la palma de su mano mientras sus ojos cambiaban bruscamente de forma y de color. Quería destruir algo, lo que sea le vendría bien solo para liberar toda esa energía autodestructiva que emanaba a borbotones desde su interior y que pedía a gritos ser liberada de cualquier manera posible.

Lo que al principio inició como un inofensivo resplandor acabó por convertirse en un poderoso rayo que ágilmente terminó por impactarse en un gran árbol que fácilmente sucumbió a tan inmenso poder.

-Eres una tonta, una completa ilusa...- Le dijo a la nada antes de desvanecerse entre las grandes columnas de humo y restos de ceniza, creyendo que las palabras de Shin Hye retumbaban en su cerebro, siguiéndolo a donde el tratara de escapar...

-“Sí Min Ho… te creo.-"

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Bajó su cabeza con cansancio, contemplando como la lluvia aun continuaba cayendo por todos los alrededores, la misma y tediosa imagen del día anterior y el anterior a ese. Transitó con pausa hasta estar lo bastante cerca del pasamanos de metal y subir de un solo salto, para así tener una mejor vista de todo el territorio que como halcón vigilaba acechante desde lo alto, sin que nadie se percatara de su presencia gracias a la barrera que lo cubría de los ojos curiosos y escudriñantes.

-¡Maldita sea!.- Rugió furioso.- Esto no puede estar pasándome, no con ella…- Entrecerró sus ojos soltando un pesado suspiró.- No con una mortal...- Susurró lo último tan bajo que solo el viento fue testigo de su confesión.

Su mirada seguía las marcas que recorrían su mano lastimada desde hace casi tres días, tiempo en el que se suponía sería más que suficiente para que cualquier daño superficial desapareciera, sin embargo, no era así, su recuperación estaba demorando más de lo previsto y eso solo significaba que las cosas estaban perdiendo su curso natural a una velocidad que fácilmente se le saldrían de las manos sin siquiera poder contenerlo. Algo que dentro de poco terminaría por arrastrarlo junto con la corriente hasta impactarlo en un valle de peligrosas y afiladas espinas.

Su mente estaba tan ocupada pensando en todo lo ocurrido desde su llegada a esa ciudad y lo que hasta ahora había vivido al lado de esa torpe niña que tanto había alterado su entorno que no se dio por enterado de la otra y desconocida presencia que hasta hace algunos segundos se mantenía impasible detrás suyo.

Un largo brazo logró sobresalir de entre ese negro abrigo que lo cubría de pies a cabeza impidiendo que alguna otra parte de su cuerpo fuese visible. Lo guió hasta su espalda y con rapidez y sin hacer el menor ruido, tomó el mango de su enorme espada sonriendo para sus adentros al imaginarse la cara del joven Dios cuando se percatara del recibimiento que estaba por hacerle.

Sin aguardar más lanzó su arma en dirección a JaeJoong en un limpio y perfecto movimiento, sabiendo que si esté no reaccionaba a tiempo, sin duda sería atravesado por el filo de su amada espada.

-"Lo que me faltaba".-

Su rostro se frunció de pronto e incluso un fastidioso “tic” se hizo presente al darse finalmente por enterado de lo que ocurría en los alrededores o para ser más exactos de lo que pasaba justo detrás de él.

"!Oh perfecto, simplemente genial¡", su odiosa y exasperante presencia era realmente lo único que faltaba para terminar de mandar su asqueroso día derechito al demonio, "!Pero que rayos hacía ese detestable hibrido justo aquí!… nada bueno de eso estaba seguro". No pudo seguir pensando en el asunto, podía sentir como un objeto se desplazaba entre las capas de aire a una gran velocidad, estando a unos cuantos centímetros de romper su barrera y terminar de incrustarse justo en su estomago. Sonrió prepotente sin siquiera girarse para ver la dirección del objeto que se abalanzaba hacia él. Solo le bastó con dejar libre algo de su energía para que la gran arma se detuviera antes de llegar a tocarlo, se rodara sorpresivamente y fuese devuelta a su dueño con una rapidez por lo menos dos veces mayor de la que había sido empleada originalmente.

-Debería tomar esto como un ¿Hola?.- Le discutió sarcástico mientras veía entretenido como el brazo que había empleado para lanzar su arma yacía inerte en el suelo mojado del edificio debido al fuerte impacto.- Ya decía yo que ni los siglos podían cambiarte.- Chasqueó la lengua.- Sigues siendo el mismo amargado de siempre.- Acabó de decir al ver que su acompañante prefería por guardar silencio. Se dio media vuelta y con su otra mano sacó a su querida espada de la pared en la cual había pegado. La revisó de cerca para descartar posibles daños, observando alarmado como el brillante acero había sido totalmente rayado por los minúsculos escombros de concreto.- Mira lo que le hiciste a mí pequeña, tardare horas para que regrese a la normalidad.- La devolvió a su funda, tomando su extremidad del diminuto charco de agua que comenzaba a rodearlo y como si fuese la cosa más normal del mundo, la volvió a colocar en su respectivo lugar abriendo y cerrando la palma de su mano para ver si está había soldado de manera correcta.

-Habla ¿Qué demonios haces aquí, Junsu?.- Clavó sus pesados hoyos negros sobre el tipo que ahora descubría su aspecto de ese pesado abrigo.- ¿Acaso no tienes a otros a quien fastidiar?.- Reprochó malhumorado mientras regresaba a su antigua posición y dirigía su vista al gran paisaje, dándole la menor importancia al recién llegado.

Sus cabellos platinados como la nieve eran mecidos con tranquilidad por el viento de tormenta, haciendo un extraño contraste con ese par de orbes que le miraban seguramente sin inmutarse y con aquella típica insolencia que tanto colmaba su paciencia.

Todo en el chico parecía normal a simple vista, a no ser por ciertos detalles que empeñado ocultaba tras esos largos abrigos que acostumbraba usar. Esa era una de las razones por las que Junsu no podía tener las mismas libertades que JaeJoong al poder transitar entre los mortales sin tener el menor inconveniente a ser descubierto, ya que Junsu, a diferencia suya… no era un Dios.

Él al igual que muchos otros seres que conformaban el vasto mundo de donde ambos provenían eran conocidos como "Híbridos", entes con habilidades casi tan magnificas como las de un Dios en su totalidad, exceptuando que el tiempo de vida en ellos se reducía a algunos siglos al mantener entre sus venas los débiles rasgos de la parentela mortal.

-En realidad no estoy aquí porque lo desee JaeJoong...- Posó sus manos alrededor de su nuca y continuó mirando la espalda del chico que otra vez no se dignaba a verlo directamente, aunque estaba seguro que en cuanto dijera lo siguiente, por fin obtendría la entera atención del orgulloso Dios.- He venido porqué mí amo me ha enviado personalmente para llevarle noticias tuyas.-

Dicho y hecho, en cuanto su privilegiado oído escuchó que su manipulador hermano estaba inmiscuido en la presencia de ese fastidio andante, su atención por fin se centro en Junsu, indicándole que prosiguiera.

-Tú tiempo en este mundo se ha prolongado más de lo normal, sin mencionar que tú misión aun no ha sido concluida con éxito ya que tú victima aun esta...- Sus palabras quedaron atoradas en su garganta al ver en menos de un segundo a JaeJoong justo delante de él.

-Tú no eres nadie para sermonearme, hibrido.- Amenazó cortante mientras lo tomaba del cuello de su abrigo, haciendo que se elevara unos cuantos centímetros en el aire.

-Yo solo cumplo órdenes pero recuerda que al igual que yo, tú también estas bajo su mando… te guste o no, aun no eres libre.- Expusó con todo el veneno del mundo el peso de su realidad.

Era verdad por mucho que se negara a reconocerlo, él no era libre y aun seguía encadenado como una bestia a la correa que su amo le había impuesto como castigo a su falta aunque jamás lo aceptara por mucho a que su orgullo se revelara. Le debía obediencia a ese mal nacido de "Cupido", tenía que someterse ante su sangre y como un sirviente cualquiera, bajar la cabeza ante su propio hermano. La marca de maldición en su cuello era la prueba más fehaciente de que así tenían que ser las cosas.

-Gracias por el recordatorio, ahora ya te puedes largar.- Lo soltó de mala gana, esfumándose de su vista para después de unos instantes reaparecer en una de las paredes en donde permaneció recargado sobre el frío concreto, cerró sus ojos y cruzó sus brazos en espera de que aquello le diera a entender a Junsu, que todo lo que tenía que decirle le importaba un reverendo comino.

-Has estado demasiado tiempo expuesto, esa es una de las razones por las que tus poderes empiezan a decaer.- Hizo referencia a la mano que JaeJoong intentaba apartar de su panorama.

-Esas son boberías, esta herida no significa nada… sanara en un par de días, solo eso.- Reiteró firme en su posición, manteniendo el rostro altivo, obviando el hecho de que él chico semidiós tenía razón y en efecto, sus habilidades empezaban a disminuir día con día.

-Ojala estés en lo correcto.- Sonrió al ver lo terco y orgulloso que era el chico al tratar de esconder el declive por el que pasaba, algo que él mismo había comprobado dos días atrás cuando empezó a vigilarlo ocultó entre las sombras, sin tener el menor problema de acuerdo a las ordenes de su amo, una tarea que obviamente no hubiese podido realizar si JaeJoong se mantuviera con el cien por ciento de sus capacidades.- Por cierto, sin duda tengo que felicitarte.- La leve sonrisa pronto se ensanchado entre sus labios al terminar de repasar esa traviesa y maliciosa idea que desde que se había percatado había deseado fervientemente comprobarla y esta sin duda era la oportunidad perfecta.

-De que hablas.- Cuestionó sin más.

-Leí el informe de tú nueva víctima.- Solo bastó con esa leve mención para que esas fulminantes orbes reaccionaran y desearan apuñalarlo violentamente.

No pudo contener las carcajadas que burbujeaban dentro de su ser al presenciar detalladamente sus reacciones, ¡así que realmente estaba en lo correcto!… esto sin duda sería divertido, muy divertido.

-Es una mortal sumamente encantadora, hermosa en toda la extensión de la palabra debo de admitir.-

Sus cejas se fruncieron y sus manos se cerraron en puño con una presión tan grande que de inmediato se mostraron pálidos por la falta de circulación. Sus labios se movieron casi en cámara lenta dejando escapar un gruñido de disgusto que no supo si llegó a ser escuchado por el chico o simplemente dio oídos sordos para continuar con su "agradable" monologo.

-Una joven de carácter dulce, totalmente inocente e ingenua y que a pesar de tener ese pasado tan perturbador sigue manteniendo su ser intacto.-

Su voz llena de fascinación era el condimento perfecto para que la ira de JaeJoong despertara de nueva cuenta, percibiéndose claramente en esa aura sombría que emanaba y que prácticamente podía palparse.

-Ella es la victima perfecta, es una lástima que aun no hayas obtenido un alma tan pura como esa.- Le miró de reojo esperando su reacción.- Tal vez solo necesites algo de ayuda y...-

-¡Ni siquiera lo pienses!.- Espetó con severidad con esas pupilas escarlata encendidas con la sola idea de que se viera obligado a marcharse del lado de Shin Hye.- Ella es solamente mía… y por ningún motivo permitiré que alguien más ose tocarla, ¿Te quedó claro?.-

Abrió levemente pasmado sus pupilas ante tal demostración de posesión, aumentando así su curiosidad por saber que tan grandes eran las razones que impedían a JaeJoong, acabar de actuar en contra de esa niña mortal.

-En ese caso date prisa y termina con esto ó… ¿Es qué existe otro motivo por el que no quieras dañar a esa humana?.- Su acento imprudente lo puso en alerta.

Ese fastidioso de Junsu había descubierto algo, tal vez no sus verdaderos propósitos pero al menos algo de eso intuía. Pretendió serenarse y mostrarse sosegado como de costumbre en espera de que absolutamente nada fuera legible tras su fría mascara de indiferencia, de lo contrario se arriesgaba a ser descubierto ante la presencia de su hermano.

-Solo requiero más tiempo.- Soltó como lo más evidente para decirle por respuesta.- Ahora termina de largarte y aselo saber al bastardo.-

-Está bien, le haré saber tú petición después de todo una joya tan rara como esa humana, necesita ser obtenida con todo el cuidado de este desagradable mundo.- Movió sus pasos hasta llegar a estar en la barandita en donde había encontrado a JaeJoong quedando así a sus espaldas.- Estoy seguro que el amo no pondrá quejas sí es para conseguir a esa pequeña mortal.- Se golpeó mentalmente al darse cuenta que había hablado de más, estando convencido que el chico le miraba tras terminar de decir aquello ya que claramente podía sentir el peso de sus poderes perforarle la nuca.

-Ese engendro nunca se había tomado tantas molestias con nadie, mucho menos con una de sus víctima.- Una sensación vertiginosa se hizo presente en su estomago, provocándole una enorme incomodidad. Era como tener un mal presentimiento, como si una gran catástrofe se ocultara tras las palabras que Junsu acababa de decirle sin tener noción. Sin esperar a que esa incógnita siguiera torturándolo, uso su velocidad sobrehumana hasta estar justo detrás del joven sirviente y con el menor de los esfuerzos enroscó su fuerte mano sobre su cuello alzándolo sin oponer resistencia.

-¿Cuál es su interés en ella?.- Demandó saber de forma inmediata, haciendo más presión alrededor de su garganta al ver el mutismo en el que seguía el Junsu.- ¡Responde!, ¡Qué es lo que quiere realmente con Shin Hye!.- Ni siquiera había sido consciente de lo que había dicho, simplemente el nombre de la castaña había surgido sobre sus labios de forma tan natural que no logró evitar maldecirse por lo que acababa de hacer y por lo que a partir de ahora pasaría con él y con ese desastre de mujer que ya no podía seguir ignorando más.

El apretón que sostenía al semidiós fue haciéndose cada vez más intenso hasta que los fuertes dedos de JaeJoong terminaron de cerrarse ante el vacío que surgió a causa del desvanecimiento del chico que había cambiado radicalmente su composición en estado líquido.

-Esto sí que es interesante…- Le dijo entre risas mordaces mientras recuperaba su forma normal de esa acuosa y casi transparente.-… Desde cuando un Dios de tú estirpe se rebaja a llamar por su nombre a una insignificante mortal.- Buscó insistente su mirada esquiva sin resultado, manteniendo aun esa sonrisa brillante y maliciosa enmarcando su jovial rostro.

-No tengo por qué darte explicaciones.- Atacó con acidez, alejando de su mente la imagen tan llena de burla que Junsu le otorgaba ante su torpeza, una falta que desde luego el chico sabría aprovechar muy bien a su costa.

-Tienes mucha razón y lamento no contestar a tus dudas, pero si el amo no te lo dijo que te hace pensar que yo sí lo hare.- Subió sus brazos a su nuca sumamente complacido con todo lo que había averiguado en esa corta estadía en el mundo mortal. Convencido que el mayor de los dioses estaría más que satisfecho de conocer las verdaderas razones que movían a su "querido hermanito" para aun no concluir con sus labores y seguir de alguna forma atado a esa mujer que tanto se negaba a renunciar.- Solo de una cosa puedes estar seguro.- Estaba por irse pero no pudo resistir la tentación de acabar de amargarle el día a JaeJoong.

Se encaminó unos cuantos pasos hasta quedar a su lado y en voz divertida le susurró lo que para él y su señor era algo más que un hecho, era toda una realidad.

-Esa humana… jamás será para ti mí estimado, JaeJoong.- Finiquitó antes de evaporarse en el aire, llevándose también la lluvia que durante días había estado presente en toda la ciudad.

La tensión que lo asediaba era tan pesada y opresiva que bien lograría ser cortada por el filo de un cuchillo. Sus nudillos crujían ansiosos por tomar algo hasta hacerlo pedazos, de preferencia a ese estúpido de Junsu que había colmado su paciencia hasta límites inimaginados al atreverse a decirle lo que muy en el fondo sabía de ante mano.

-Se que algo planeas...-

Esa sensación de malestar se acrecentaba de manera alarmante con el paso de los minutos, en donde cada parte de su cuerpo se lo confirmaba a gritos. Presenció la calma y quietud de los alrededores, era como estar en medio del ojo de un huracán. Ese pequeño lapso de total estabilidad y paz del que se podía disfrutar hasta que en el momento menos pensado la furia de una fuerza superior arremetía sin clemencia con todo a su paso, solo para causar la destrucción.

-No voy a permitir que te salgas con la tuya… Kim Hyung Jun.- Pronunció con frialdad el nombre del ser que lo retenía encadenado desde varios siglos atrás por errores que sabía, merecían su profundo resentimiento.

Su hermano maquinaba algo demasiado grande de eso estaba seguro y para su disgusto la pequeña Shin Hye estaba más inmiscuida en esto de lo que en un principio llegó a imaginar. Ella era la pieza clave de un extraño rompecabezas, uno que hasta ahora desconocía pero que descifraría antes de que Hyung Jun se atreviera a poner sus manos sobre ella.

__________

Las tenues lucecillas de los diversos puestos alumbraban su caminar por aquellas solitarias calles por las que ahora transitaba con la vista gacha, como si el pavimento repleto de porquería fuese la cosa más interesante que había por hacer. Sólo hace una hora atrás había sido llevada por Min Ho hasta las puertas de su hogar después de haber disfrutado de toda una tarde en su compañía, una tarde como hace mucho no pasaba pues el chico se había encargado de hacerla reír en cada instante, le había profesado cientos de palabras dulces y románticas y desde luego también había robado sus labios en incontables oportunidades.

Todo era tan mágico, tan perfecto y sin embargo… ¿Porqué si todo era tan plenamente maravilloso, por qué razón se sentía vacía?, ¿Por qué no se sentía completamente… Feliz?.

-¿Que esta pasándome?.- Se preguntó con angustia al tiempo en que dejaba salir un hondo y pesado suspiro.

Por fin tenía todo, ¡Todo con lo que había soñado!. ¿Que no se suponía que ahora ya tendría que estar satisfecha y alegre al haber alcanzado sus metas y haber dejado sus tristezas en el olvido?, así debería de ser pero... No, ella no se sentía como debería de estar una persona que finalmente y después de muchos esfuerzos consigue un codiciado logro.

Definitivamente nada era como se suponía que tendrían que ser las cosas… Nada de lo que sentía era parecido a lo que pensaba que sería.

-Tengo que tranquilizarme.- Se animó a sí misma, disfrutando del fresco aire que la tormenta de los días pasados había dejado en el ambiente. Subió su cabeza hasta toparla contra ese astro con destellos platinados, dándose cuenta que se había entretenido más de la cuenta en su paseo nocturno y pronto sería riesgoso moverse por las calles a esa hora de la noche.

Recorrió varias cuadras, sintiendo un poco de alivio al ver que tan solo tenía que cruzar la calle y estaría en su departamento, sin embargo, en cuanto dio dos pasos sobre el camino vehicular un par de incandescentes luces se encendieron dejándola algo turbada. Le costó algo de trabajo el volver a abrir sus sensibles parpados debido a la intensidad, observando sorprendida y petrificada que un auto se avecinaba justo a donde estaba ella sin ningún tipo de intensión de detenerse.

-Eres tú…- Apenas un leve quejido de desconsuelo logró salir de su boca al ver atreves del parabrisas la silueta del conductor que deseaba embestirla sin piedad.

Esas cobrizas y casi gélidas pupilas, esa larga y hermosa cabellera castaña y ese rostro que aun guardaba algunos rasgos de niñez a pesar de la gran madurez y amargura que se podía descifrar en cada una de sus facciones… no tenía la menor duda, era ella.

El rugir del motor le destrozo los oídos en el momento en que piso el acelerador a fondo para impactarse contra su cuerpo. Cerró por mero instinto sus ojos, notando como una intempestiva ráfaga de viento la impulsaba fuera del alcance de ese automóvil antes de que la tocara. Sintió como rodaba por el pavimento de la acera junto con otro pesado cuerpo que terminó por robarle el aire de golpe al quedar sobre ella.

-¿Es que no puedo dejarte cinco minutos sin que algo malo te ocurra?.- Le dijo sarcástico al verla desde donde él estaba.

Su corazón se agitó sobre su pecho al reconocer esa imponente voz tan llena de arrogancia y autosuficiencia, abriendo sus parpados solo para encontrarse con ese oscuro mirar contemplarla con reproche y… ¿Alivio?. No tuvo más tiempo para averiguarlo ya que JaeJoong le tomó con sumo cuidado y delicadeza para llevarla hasta una de las paredes para que apoyara mejor su magullado cuerpo.

Lanzó un -"Espera aquí".- Y como si nada se puso de pie antes de dirigirse hasta donde estaba ese lujoso deportivo rojo que segundos atrás estuvo por mandar a Shin Hye al otro mundo.

Una mediana figura salió del auto, su largo cabello castaño ondeaba con el viento de la noche al igual que la corta falta de colegiala que llevaba puesta. Intentó forzar su vista para ver qué es lo que había sido esa extraña ventisca que había surgido de la nada llevándose fuera de su alcance a la chica que deseaba aniquilar, pero por más que se esforzaba solo veía que la joven se encontraba recargada sobre la calle en completa soledad.

-Esta vez tuviste suerte pero para la próxima te aseguro que no seré tan considerada… hermanita.- Habló con despreció tomando las llaves de su auto y subiendo finalmente en él. Sonrió de forma torcida al recordar la cara tan llena de pánico que había puesto Shin Hye al saber que moriría.

Era una verdadera lástima que hubiera fallado, ahora tendría que planear otra forma de cómo deshacerse de ella lo antes posible. Solo borrándola del mapa su existencia tomaría sentido de nuevo y todo regresaría a como era antes de que apareciera, solo si esa estúpida se pudría en el infierno, LeeTeuk regresaría de nuevo a refugiarse entre sus brazos y ella tomaría el lugar que le correspondía tanto en su vida como en su cama.

-Así que tú fuiste la causante de todo esto mocosa del demonio.- Bajó de un solo salto a tierra firme desde lo alto del edificio en donde había escuchado la pequeña charla de la castaña.

Desactivó su poder después de obtener lo que deseaba de ella, pudiendo leer ese gran odio y resentimiento que emanaba hacia Shin Hye, ese deseo por hacerla a un lado a como diera lugar y el obsesivo amor que le profesaba al oscuro primo de ambas.

Decidió ya no pensar más en ese asunto, lo primero era ver como se encontraba la joven.
Cuando llegó hasta su lado, Shin Hye se hallaba con la cabeza ladeada debido al cansancio del que había sido presa por el momento tan estresante que acababa de vivir. Sus mejillas enrojecidas estaban marcadas por diversos surcos cristalinos, seguramente el resultado de haber llorado por su revoltosa y desubicada hermana menor. Una punzada lo recorrió entero al verla en ese estado, se veía tan indefensa y desprotegida en un mundo en donde todos parecían desearle el peor de los males, que por primera vez se sentía culpable por lo que él también intentaba hacerle.

Sin muchos preámbulos la tomó en brazos para llevarla hasta el interior de la casa, diciéndose así mismo que lo que ella provocaba en él era solo una obsesiva atracción, era únicamente un enfermizo deseo y nada más.

-Creí… creí que te habías marchado.- Su voz adormilada parecía un ronroneo suave y tentador, lo suficiente como para llamar su atención y centrar sus negras orbes en el agotado rostro de la chica.

-No digas tonterías, Shin Hye.- Le dijo fría y secamente antes de regresar su profunda vista al frente.- Además tú eres la única que tiene las llaves, sin ellas como abriría.- Una ligera y casi invisible sonrisa se dibujo sobre sus labios al escuchar la fresca risa de la castaña al decirle lo último. ¿Acaso estaba bromeando con ella?, tal vez. Se sentía tan bien el oírla reír de manera tan espontanea que sin duda lo tomó por sorpresa lo que aun adormilaba fue capaz de decirle.

-¿Sabes?, después de todo…- Sus parpados se iban cerrando más y más hasta verse solamente una fina línea de rizadas pestañas.-… después de todo, no eres tan insoportable como imaginaba.- Le dio a conocer a JaeJoong mientras sus mejillas tomaban algo más de tono sobre su blanca y tersa piel de porcelana.

Se permitió olvidarse por un momento de todo lo que la agobiaba para centrarse solamente en ese joven de cabellos y mirada del mismo color de la noche que ahora la llevaba consigo. Soltó un suspiró de tranquilidad y sin el menor tabismo de timidez, recargo su cabeza sobre el fuerte pecho del chico, dejándose arrastrar por aquella sensación tan agradable que la invadía al estar tan cerca de él.

-Gracias… por salvarme… JaeJoong.- Fue lo último que pudo articular antes de caer al mundo de los sueños, en donde por primera vez en mucho tiempo se sentía realmente… completa.

Permaneció en el mismo lugar por varios minutos viéndola solamente dormir, disfrutando como los rayos de la bella luna se posaban sobre ella bañándola con delicadeza como si fuese un ser fuera de este mundo que por alguna broma del destino había perdido su rumbo y ahora se encontraba entre seres inferiores a ella.

-Eres una pequeña bruja.- Le reprochó como si a Shin Hye como si pudiese escucharlo.

Guió su mano hasta posarla sobre su suave mejilla, sintiendo como su sangre se alteraba con solo tocarla… ya no podía negarlo por más tiempo.

Finalmente y aunque lucho para evitarlo… ocurrió. El cazador terminó siendo la presa.

Sin siquiera haberse percatado había caído en el hechizo que esa bruja de cabellera castaña le había lanzado en el mismo instante en que se miraron y unieron sus almas por ese pacto maldito de Cupido.

Esa niña mortal que logró lo que ninguna antes fue capaz de hacer a través de su interminable viaje por las arenas del tiempo. Esa mujer era la misma que ahora llevaba en su regazo, aquella que si lo deseara podría obtener absolutamente todo cuanto pasara por su mente con la única condición de que su corazón le perteneciese a él y… solamente a él.

Continuara…

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