Observando el camino hacia su nuevo colegio
Kim Hyun Joong se cuestiona sobre su decisión. Aún no sabe si estuvo bien
aceptar el intercambio. En Japón tenia las mejores notas en su escuela, pero el
motivo de dicho viaje fue más por la propuesta hacia su talento. Su amor por la
música, la guitarra y el canto fue por ello que se decidió a cambiar de rumbo. El
director no se opuso a eso, estaba mejor si el colegio se llenaba cada vez más
con alumnos dotados.
Al llegar bajo del auto y se dirigió hacia el
interior del lugar en donde fue recibido por el director estrechando sus manos
como saludo cordial para enseguida encaminarse hacia las habitaciones. Ya que
toda su familia se encontraba en Japón y no tenía a donde ir prefirió quedarse.
—Disculpe, Director Cho —interrumpió su
secretaria—. Lo busca en la dirección la señorita Miyuki.
—Enseguida voy. Disculpe, joven Kim. Es un
asunto importante que tengo que atender.
—No hay problema, continuaré yo solo. Muchas
gracias —respondió Hyun Joong para enseguida despedirse y continuar su camino.
Mientras caminaba observaba cada detalle del
inmenso jardín. Las hojas de los arboles meciéndose con la brisa del aire. El
cual también acariciaba su rostro. Le daba una tranquilidad que jamás había
experimentado. Pero esa tranquilidad se vio interrumpida por un fuerte golpe en
su pecho. Había sido golpeado por la cabeza de una chica que se acercaba en
sentido contrario a él con la mirada baja observando su teléfono móvil.
—¡Ten más cuidado! —gritó la joven sobando su
frente.
—Lo sient... porque mejor no pones atención
por donde caminas, en vez de estar embobada con ese aparato —Estaba por
disculparse pero al oír a la chica de esa forma prefirió no quedarse callado.
—¿Embobada? ¿Quién te crees para tratarme
así? —respondió la chica aun más furiosa—. Mejor olvídalo, no tengo tiempo de
hablar contigo —finiquitó para enseguida marcharse.
—Ni siquiera llevo un día y ya tengo
problemas —dijo para sí mismo al encontrarse solo—. Sera mejor no darle
importancia.
Se dirigió a su habitación para desempacar
sus pertenecías y descansar un poco. El viaje en carretera del aeropuerto al
colegio lo había dejado exhausto.
Caminando lo más rápido que sus pies le
permitían, Danna se apresuraba a llegar a la salida del colegio. Continuaba con
el celular en la mano tratando de comunicarse con Sang Bum.
—No puedo creer a ese chico, ni siquiera se
disculpó —dijo en voz baja al momento de sobar de nueva cuenta su frente, ese
golpe aun dolía—. Hola, mi amor —por fin logró comunicarse con su novio—. ¿En
dónde estás? dijiste que me estarías esperando en el colegio y no te encontré
.
—Lo siento, princesa —respondió el joven—. No
podré ir hoy, mis padres vinieron de visita y tengo que atenderlos. Lo siento.
Al finalizar la llamada regreso hacia los
dormitorios. Estar sola en el inmenso lugar le daba nostalgia, pero no podía
hacer nada más que esperar a cuando él volviera.
—Hemos llegado —dice el chofer del taxi en el
que se encuentran Sun Woong y su madre.
Al bajar del coche quedan estáticos al
observar las dimensiones del colegio.
Todo sea por ti, hermanita y por ti también,
Padre, se repite mentalmente el chico.
Había decidido entrar a esta Academia para
cumplir la promesa hecha a su padre en su lecho de muerte. Ser un gran músico y
cantante. Era lo que más amaba en la vida a parte de su familia. Además también
lo hacía por su hermana menor, ella tenía una enfermedad que su posición
económica le impedía costear sus medicinas. Pensaba que si lograba ser
reconocido en ese lugar, empresas de entretenimiento podrían saber de él y así
lograría llegar lejos. Su madre había influido mucho en su decisión. Le habían
ofrecido un trabajo en la cafetería de la escuela y a su hijo una beca del cien
por ciento.
Otro auto se detiene justo detrás de ellos
sacándolos de su asombro. De el desciende una joven de cabello rojizo, piel
blanca y tersa, sus ojos grandes de un color café claro. Al igual que ellos
observa detalladamente el gran edificio.
Bien, creo que es momento de comenzar de
nuevo, pensó Maite al estar de pie frente a ese lugar en donde su vida pasada
quedaría en el olvido.
Antes de continuar se percata de una señora y
un joven a su costado, se despide de ellos con una reverencia y regalándoles
una sonrisa sincera.
Sun Woong queda hipnotizado por un par de
segundos hasta que su madre lo regresa tierra. Se dirigen hacia el interior y
ahí son recibidos por la secretaria del director pidiéndoles que por favor
esperen un poco en lo que se desocupa.
—¡Bienvenidos! —dice al llegar, el director—.
Es un placer contar con gente como ustedes en esta institución. Señora por
favor cuide mucho de los alumnos en la cafetería. Y usted joven aproveche al
máximo esta oportunidad.
Ambos asienten felizmente. Oportunidades así
no son fáciles de obtener y eso lo sabían perfectamente. No estaban dispuestos
a perderla por nada del mundo.
Son acompañados hasta sus dormitorios para
que puedan estar tranquilos y descansen un poco.
Al llegar a su habitación, Sun Woong se
detiene frente a la puerta a observar el letrero en ella. Se percata que no
estará solo ahí. Tendrá un compañero de cuarto, solo espera que sea fácil de
tratar.
Se decide a abrir la puerta con un movimiento
lento, como si tratase de ocultarse de alguien o pasar desapercibido. Pero a
pesar de su sutil movimiento se encuentra con un chico que lo observa fijamente
en silencio. A primera impresión siente miedo. Esa mirada en él no le agrada,
parece un tipo de mal carácter. Prefiere no hacer comentario alguno y solo se
limita a ofrecerle una reverencia.
—No soy un matón o algo por el estilo
—manifestó el joven de mirada ruda—. Me llamo, Choi Seung Hyun. Si vamos convivir por lo menos presentémonos ¿no
crees?
—S...Sí —respondió titubeante—. Yo soy Sun
Woong, mucho gusto.
—Igual. Te dejo para que termines. Iré a
tomar un poco de aire.
—Por lo menos es buen tipo —dijo al
asegurarse estar solo—. Pero... ¿Quién es esa chica?
A su mente regresaron esos escasos segundos
que la vio a un costado de él, al inhalar aire respiro el aroma dulce que
desprendía la chica. Esa sonrisa, esa mirada.
—Parecía triste a pesar que sonreía —Se
despabiló rápidamente al percatarse de sus palabras—. Nadie sabe lo que las
personas son capaces de esconder tras esa mascara que llamamos rostro.
Seung Hyun prefirió salir de la habitación
para darle su espacio al chico nuevo. El también lo era pero prefería el aire
libre a estar entre esas cuatro paredes sofocantes.
En su caminata por el jardín observó la copa
de un árbol que se asomaba por el resto. Un árbol de cerezo, floreciendo sin importar
el lugar y el clima. Se acercó más, aun admirado por la belleza de sus hojas
color rosado. A su alrededor se encontraba un lago con el agua visiblemente
clara y transparente, en el se reflejan las ramas del cerezo, ofreciéndole el
doble de la belleza. Aunque parecía un chico rudo, cosas como esas lo hacían
ver más sensible.
Mientras observaba tan perfecto cuadro que la
madre naturaleza le ofrecía, una imagen llego a su mente. La chica que salvo
hace algún par de días llevaba torturando su cabeza desde entonces. Ignoraba el
porqué, pero ella había logrado escabullirse en lo más recóndito de sus
pensamientos y sus sueños. Su rostro pulido por los mismísimos ángeles, sus
ojos brillantes como las estrellas en una noche clara y su voz angelical y un
tanto infantil. Todo de ella lo bombardeaba en cada oportunidad que tenía. Pero
se decía a si mismo que sería imposible volver a encontrarse. Y aunque así
fuera, la forma de tratarla no iba a ayudarle mucho. Pero ¿cómo podía actuar?
si jamás se había puesto tan nervioso con una chica como ese día.
Aunque estaba sumergido en sus pensamientos
escucho una voz familiar.
No puede ser, Seung Hyun incluso su voz se
escucha tan real.
Pero se equivocaba. A unos cuantos metros de
tras de él Yeni va en camino a los dormitorios de chicas. Pero no está sola. Un
chico con anteojos y de cabello rubio la acompaña. Seung Hyun sintió algo
extraño al verlos caminar sonrientemente. ¿Celos?
Porque debería tenerlos
Era algo que no comprendía. Pero desde que
esa chica apareció lo único que producía en su interior eran sensaciones
desconocidas.
Por su parte Yeni en compañía de su mejor
amigo desde la infancia Park Junho o como ella prefería decirle Simon. Se
criaron juntos cuando ella se mudó a Estados Unidos. Desde entonces jamás se
separan.
Junho es un chico tímido e inteligente o eso
es lo que aparenta frente a la chica que se encuentra caminando felizmente a su
lado.
—¿Tú? —interrogó Yeni al percatarse de la
presencia de Seung Hyun
—¿Conoces a este chico? —demandó Simon al ver
la sonrisa en el rostro de ella.
—Él me salvo la vida —respondió aun con la
sonrisa de oreja a oreja. No podía creer lo pequeño que era el mundo. No pudo
ocultar la felicidad que le daba al verlo nuevamente. Desde ese día no lograba
dormir tranquila pensando solo en él—. Muchas gracias nuevamente.
—No fue gran cosa —contestó Seung Hyun sin un
mínimo de expresión en su rostro. Trataba de esconder lo entusiasmado que
estaba al saber que estaría más cerca de él—. Veo que ya no tendrás problemas
de salir sola por las noches. Estas muy bien acompañada.
—¿Eh? No es lo que crees. Él es solo… —Se
quedó con las palabras en su boca. Seung Hyun ya estaba algunos pasos delante
de ellos. Se había marchado.
—¿En serio ese tipo te salvó la vida? —dijo
en tono molesto Simon.
—Sí, y no descansaré hasta encontrar la
oportunidad de pagarle lo que hizo por mí.
Junho sintió un dolor en su pecho al escuchar
esas palabras de los labios de Yeni. Mucho más por la forma tan dulce que lo
decía. Parecía estar interesada en algo más, no solo en pagar su deuda con ese
chico. Y eso le hacía enfurecer. No podía permitir perder la lucha contra
alguien que ella prácticamente acaba de conocer.
Sacudió su cabeza de forma negativa. No podía
sacar conclusiones tan precipitadamente. Ya el tiempo le diría si estaba en lo
correcto o no.
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