SHINee "Kiss kiss kiss"

"Eres como un sueño para mí, quiero ser tu sombra, para siempre poder estar junto a ti"

Arashi "Sakura sake"

"Estos sueños sin nombre han brotado, no mires hacia atrás porque no hay un mañana detrás de ti, mira hacia adelante"

SNSD "All my love is for you"

"Incluso si estas muy lejos de mí, solo cierra los ojos y mi corazón estará cerca de ti"

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RECOMENDACIÓN DRAMA!!! RECOMENDACIÓN PELÍCULA

Ayudante de Cupido-- Capitulo 7°- “¿Qué es el Amor?"



Avanzó lentamente, permitiendo que la firmeza de sus pasos resonara con intensidad sobre aquellas paredes rebosantes en penumbras. Algo casi tan temible como esos extraños iris bañados por el rojo carmesí de la sangre que portaba sin descanso, dejándole ver así a todo el que le contemplara, el aterrador infierno que día tras día lo consumía con sádica voracidad.



Se detuvo solo por un instante en aquel lugar, ese que por siglos le concedió la oportunidad de observar a todas y cada una de las victimas que fueron escogidas por su cruel mano con el transcurrir de los años. Rió mecánicamente con el simple hecho de evocarlas.



Él había sido testigo de infinidad de sufrimientos e innumerables lágrimas que aquellos patéticos seres derramaron una vez el pacto que habían aceptado llevar a cabo se viera concluido. Arrebatándoles de un solo golpe, todas las mariposas, toda la magia y toda la falsa felicidad que por breve tiempo tuvieron el privilegio de experimentar. Quitándoles definitivamente todo el sentido a sus inservibles existencias.



Movió pausadamente su brazo por el contorno del estanque de mármol, provocando que un fluorescente resplandor en tono azuloso, emergiera desde las profundas capas de agua. Solo fue por un breve lapso, un diminuto momento en el que esos rasgos bestiales desaparecieron de sus pupilas para darle paso a un castaño brillante. El mismo cálido mirar que ella había conseguido arrancar de las tinieblas en esa sola noche en que la majestuosa melodía que interpretaba a los espíritus del bosque, se colaba con una energía tan descomunal, que aun una eternidad, no parecía bastar para desvanecer el recuerdo que a fuego la sellaron desde ese entonces a su alma.



-Min Young…- Murmuró con punzante pesar mientras admiraba detalladamente como la imagen de la joven, empezaba a tomar forma sobre las delicadas ondas de agua. Elevó su mano en su dirección con el anhelo de poder tocarla… de sentirla aunque se tratase de una mera ilusión, siendo consciente de cómo su extremidad temblaba con ligereza debido a la angustiante ansiedad de saberla tan inmensamente lejana.- Es inútil...- Mencionó con ira, contrayendo severamente el puño que había distorsionado la silueta de la chica, apenas y sus dedos hicieran contacto con la liquida superficie.



-“Te amare hasta que me duela el alma, hasta mi último aliento, y aun entonces… te juro que te seguiré queriendo”.



Cubrió sus oídos al escuchar aquellas lastimeras palabras taladrar despiadadamente su subconsciente, las mismas que inevitablemente parecían haber perdido su sentido tras la muerte tan brutal a la que Min Young había sido condenada sin siquiera merecerlo.



Aun mantenía demasiado presente las condiciones tan infames en las que se mantenía su cuerpo ese desolado día en que se extinguió su vida del Mundo de los vivos. No quedando un solo mortal excluido de la furia que tras sus estúpidos actos, desataron catastróficamente. Exterminó a todos y cada uno de los involucrados, viendo inscrito en sus propios rostros, el miedo, el terror y la clemencia que Min Young seguramente experimentó en carne propia y la cual burdamente habían ignorado aun a costa de la agonía de alguien que era inocente.



-“No pude hacer nada por ella…”-



Fue la respuesta que con suma impotencia JaeJoong le había comunicado mientras intentaba inútilmente reavivarla con ayuda de sus poderes, sin embargo, todos y cada uno de sus esfuerzos fueron completamente en vano. Las diversas heridas que abrían palmo a palmo su piel eran considerables, sin olvidar que los golpes internos que dañaron su sistema, fueron el catalizador de la hemorragia que velozmente se hacía notar, impregnando la tierra con ese espeso elemento que abandonaba a ese cascaron despojado de vida.



Tragó pesadamente al sentir el desagradable sabor de autodestrucción acariciar su paladar con solo revivir aquel tormentoso pasado, presintiendo claramente como sus habilidades sobrenaturales volvían a despertar de su letargo con un poderío aun más devastador. Sus venas palpitaron enloquecidas tras apreciar la peligrosa adrenalina desgarrar su interior, centrándose exclusivamente en aquel par de ojos que cual depredador, tintinearon deseosos de probar a la presa que por largo tiempo le concedió el privilegio de respirar.



Giró su cabeza al divisar al recién llegado, examinando cuidadosamente al sirviente que a paso cauteloso, se aproximaba ante su persona con vanidosa sumisión. Una respetuosa reverencia, seguida por un cordial saludo fue lo que logró oír por parte de aquella hibrido, justo antes de hacer un cortante ademan con la mano para darle a entender que dejara de lado todo el ridículo numerito que continuamente degustaba llevar a cabo simplemente para fastidiarle.



-Habla de una vez…- Empezó a decir Hyung Jun, retomando su posición en aquel peculiar estanque.



-Tus suposiciones eran acertadas…- Habló Yoona con el desdén a flor de piel.- Esa miserable humana se ha convertido en algo tan primordial para JaeJoong, que esté se niega a apartarse de su lado.- Concluyó con el orgullo herido, no pudiendo retener la mueca de irritación que surcó sus labios al vislumbrar las sospechosas reacciones del mayor de los dioses.



-Así que mi pequeño hermano fue cautivado por una humana, ¿eso es lo que insinúas decirme?.- Demandó saber el chico en tono neutral mientras aquellos imponentes orbes se colocaban precipitadamente sobre su rostro, registrando todos los secretos que pudiera ocultarle su ordinaria mente. Rápidamente bajo su vista hacia el suelo, negándose a encarar el caos tan devastador que por un santiamén, vio tatuado en ese rojizo mirar. Aguardó algunos segundos para poder recuperar la compostura, reteniendo el aliento fuertemente para así finalizar con el informe que tras su visita al mundo de los humanos, había recabado.



-Los sentimientos que JaeJoong ha forjado por esa mortal están fuera de cualquier alcance…- Mencionó la semidiós con detalle, reviviendo cada fugaz mirada, cada tenue sonrisa y cada acción arrebata que el ayudante de Cupido, experimentaba siempre que la castaña se mantenía en alguna extraña situación. Ratificando nuevamente las conjeturas que anteriormente conocía.- Está decidido a protegerla… aun a costa tuya.- Informó con rencor hacia el chico que había escuchado todas y cada una de las palabras que habían salido torpemente de su boca.



-Mi hermano es tan estúpidamente predecible.- Articuló con el latigazo del veneno rebosando en cada una de sus letras, haciendo mención al plan que por exhaustivos años, estuvo maquinando siniestramente con un esmero terrorífico.



-Acaso tú…- Lo señaló despectivamente.- ¿Estabas al tanto de todo lo que ocurriría una vez JaeJoong se acercara a esa mortal?.- Indagó con amenazante suspicacia, confirmándole con su silencio, el peso de una venganza perdida entre las envejecidas arenas del tiempo. Pasó una mano por sus largos cabellos tratando de digerir adecuadamente semejante locura. No concibiendo la verdad que se ocultaba entre tanta podredumbre.- Calculaste cada paso, cada mínima acción de su parte hasta colocarlo en ese mezquino estado de dependencia… ¡eres despreciable!.- Alegó con cólera e indignación, no creyendo de lo que estaba siendo testigo.



Uno tras otro, los minutos fueron transcurriendo con agonizante lentitud. Ocasionando que un profundo escalofrío perforara en lo más hondo de sus huesos cuando en un sorpresivo instante, Hyung Jun liberó una hueca carcajada al aire. Por mero instinto retrocedió unos cuantos pasos, no pudiendo controlar el apremiante deseo de alejarse del joven dios con el solo sonido de su risa.



Soltó un suspiró rebosante en resignación, advirtiendo en lo que esa acción significaba. Una energía desconocida la paralizó de pies a cabeza de forma intempestiva, imposibilitándola a escapar de las ataduras invisibles que sellaban su persona. Transformando a sus músculos en simples hilos de marioneta que poco a poco eran tensados con mayor severidad.



El crujir de las extremidades se dejo sentir sumamente doloroso en cuanto Hyung Jun moviera sus dedos cual titiritero, cortándole tajantemente la entrada del oxigeno que requería para mantenerse despierta. Los vellos de su nuca se erizaron al presentir su energía emanar en total desequilibrio, aumentando el pavor que destilaba y se percibía en el ambiente al saberlo aproximarse.



-Sabes…- Inició diciendo, tomaba sin el menor tacto la barbilla de la joven, encargándose  de guiar ese bello rostro a una distancia mucho más conveniente. Sonrío con plena satisfacción al verla en ese estado de desesperación pura, pareciéndole saborear el exquisito sabor de la muerte que ansiosa la aguardaba.-… La venganza es un plato que se come frío.- Le dijo el chico con lúgubre enigma, colocando aun más fuerza a las redes que la estrangulaban.- Lamentablemente, para mi es tan ardiente que me quema las entrañas.- Finiquitó con un desprecio tan aplastante, que bien podía ser considerado como el augurio de una guerra devastadora.





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No sabía cuántas horas llevaba ahí… ¿cuántas serían?, la verdad ya había perdido la cuenta, aunque tampoco le afectaba mucho el conocerlo, de lo único que estaba enteramente segura era de esa gran punzada de sufrimiento que la recorría con ferocidad, hiriéndola una y otra vez sin tregua… sin descanso.



Apretó con firmeza los fríos barrotes que conformaban aquel puente en el que por tantas horas había pasado ya, agradeciendo el estar en completa soledad… como siempre lo había estado y como siempre lo estaría.



Elevó su apagado mirar hacía ese cielo pintado de negro que se exponía delante de sus cansadas pupilas, apreciando como las heladas gotas de tormenta caían continuamente sobre sus cálidas y sonrojadas mejillas. Cerró sus parpados solo por un momento, sintiendo como el calor de sus lágrimas se mezclaba con el gélido tacto de las gotas que mojaban su cuerpo intentando reanimarla.



-“!Aun sí el mismo infierno se interpone en mi camino… te juro que te encontrare!.”.-



Abrió súbitamente sus ojos ante el recuerdo de aquellas contundentes palabras. Esas que Leeteuk había jurado cumplir la noche en que había conseguido fugarse del que se suponía era su hogar. No obstante, la realidad que la acompañó tristemente desde niña, le confirmaron que todas esas personas a las que tendría que llamar “familia”, jamás la verían más allá que a una pieza estratégica en un ambicioso juego de poder. No siendo más que un simple peón del cual disponían cruelmente para su propio beneficio.



Estrujó con mayor vigor los barrotes de metal, permitiéndole a sus piernas ceder finalmente ante la gravedad que incesantemente le solicitaba rendición. Colapsó con dureza hacia el asfalto mojado, apresando sus rodillas entre sus brazos justo antes de recargar su cabeza sobre ellas con fatiga extrema. Contuvo la apremiante necesidad de toser, reparando en el terrible ardor con que se expandían y contraían sus pulmones al punto del desgarre, víctimas de la tortuosa fiebre que padecía y la cual había ignorado premeditadamente.



Una suave y melancólica risa escapó de sus agrietados labios al evocar dentro de sus memorias, el día que había llegado a la ciudad en donde había sido tan feliz cuando aún era pequeña y en donde cosas tan sencillas como la inocencia y la alegría, aun se podían reflejar con suma facilidad en la luz de su mirar. Inclusive la lluvia que caía a todo lo ancho del infinito parecía ser la misma de hace tres años atrás, no pudiendo controlar el escozor de las lágrimas que tras revivir aquella avalancha de recuerdos, se deslizaban calladamente sobre sus pómulos, esforzándose porque el escenario terminara por ser definitivamente el mismo.



Aun podía sentir el dolor de las contusiones que habían lastimado sus pies desnudos después de haber caminado por incontables kilómetros con el único propósito de fugarse de aquella prisión a la que estuvo encadenada por agonizantes meses. Viéndose obligada a vagar por las abandonadas calles con el rostro marcado en llamativos moretones y el ferroso sabor de la sangre transitando por su garganta una vez se atreviera a poner el primer pie fuera de ese mundo bañado en penumbras en el que Leeteuk la enclaustró. Recibiendo así, las miradas y murmuraciones perversas de las personas que se topaban en su andar como si se tratase de un horripilante fenómeno de circo.



Deslizó su vista hacía la ropa que con insistencia se adhería a su cuerpo, haciendo que la amarga sonrisa que surcaba su boca fuese aun más desconsolada. Mordió su labio inferior queriendo retener el enorme impulso que quemaba su pecho por gritar a los cuatro vientos lo duro que había sido sobrevivir en un sitio en donde todo el que la rodeaba se empeñaba desesperadamente en hacerla desaparecer.



Se abrazó a sí misma en busca de un solo gramo de compasión que estuviera dispuesto a permanecer a consigo, simulando revivir aquel instante en el que completamente destruida tanto anímica como físicamente, había terminado es ese mismo puente, deteniendo con sus extremidades entumecidas y rígidas por el frío que inundaba las avenidas, los precarios retazos de tela a la que había sido reducida su vestimenta una vez tuviese que enfrentarse al brutal agredió de su primo para así alcanzar su invaluable libertad.  



Los primeros meses habían sido los más difíciles, los más oscuros. Siendo Jung Min y Young Saeng, el tibio rayo de esperanza que grácilmente había entrado a su vida para brindarle una diminuta ráfaga de dicha y felicidad.



Ambos habían reemplazado su gris universo decorado con tinieblas, por una fantástica gama de colores que de nuevo la había incitado a sonreír, soñar y disfrutar de los dulces momentos que injustamente le fueron arrebatados. Tomándose el atrevimiento de construir su prospecto de vida con aquellas mágicas ilusiones que exclusivamente había visto en los cuentos de hadas. Esos relatos rebosantes en fantasía, en donde las familias eran dichosas pese a los cientos de obstáculos y dificultades diversas que se presentaban en su camino. Siendo el amor de ese “príncipe encantador”, la recompensa más sublime que podía existir.



En poco tiempo logró prefabricar una realidad totalmente opuesta a la suya. Una en donde considerarse como huérfana era más fácil y menos inhumano, no costándole demasiado creer en su propia mentira.



Los siguientes años se alimentó con falsos sueños que flotaban solo en su cabeza, conformándose meramente con ver en la lejanía a ese chico perfecto con quien aspiraba darle una continuidad al peculiar guión que había escrito. Descubriendo en Lee Min Ho, el espejismo de todas esas utópicas idealizaciones que su cerebro creó para salvaguardar su propia cordura. Sin embargo, había bastado con que ese arrogante joven de profundos ojos surgiera en su surrealista vida, para que los castillos que había forjado entre nubes de color rosado, se vinieran a pique. Haciendo explotar de tajo, la burbuja que había puesto para protegerse de todo el exterior.



Tocó su pecho con una de sus húmedas manos, percibiendo con congoja como su enloquecido corazón, aumentaba impetuosamente su palpitar con solo pensar en el portador de aquellos extraños y misteriosos orbes.



-No lo hagas, por favor no lo hagas.- Repetía incesante entre los sollozos que bajo el retumbar de la lluvia, se dejaban apreciar tan frágiles como lo estaba su lacerada alma.



Hundió aun más su cabeza entre sus rodillas, negándose a prestarle atención a las explicaciones que su interior trataba de decirle y las cuales obstinadamente prefería ignorar.



-Solo basto pensar en él para que reaccionaras de esta forma, ¿cierto?.- Cuestionó con angustia hacía ese atolondrado órgano suyo, no estando dispuesta a aceptar la verdad que tras vencer varias pruebas, finalmente le había dado alcance.



Lentamente intentó ponerse de pie, comenzando a sentir con rapidez, los estragos de la fiebre que a niveles agigantados se incrementaba. Se sostuvo de la barandilla de hierro con la intención de retirarse, sorprendiéndole el trabajo que le costaba a sus piernas el empezar siquiera a moverse. Dio unos cuantos pasos hacía ese desolado escenario que se exponía delante de ella, resoplando entre sus tímpanos las toscas exhalaciones con las que se contraían sus pulmones.



-¡Maldita sea..!.- Lanzó entrecortadamente mientras contraía la mirada para poder enfocar a la castaña que se perdía entre la inmensidad de la lluvia.- ¡¿Acaso eres idiota?!... ¡solo obsérvate, apenas y puedes estar de pie!.- Gruñó con suma molestia al ver las malas condiciones en las que se mantenía Shin Hye después de haber estado expuesta bajo la imparable tormenta que golpeaba la ciudad.



Se detuvo repentinamente al percibir aquella voz acariciar sus oídos con la petulancia innatas que él y solo él era capaz de destilar con su simple respirar. Viró sobresaltada a sus espaldas, encontrándose con la imponente silueta del ojionix, esa que combinada con la perpetua oscuridad de los alrededores, lo hacían lucir como una devastadora y mitológica  criatura sacada del país de las pesadillas. Su pecho se movía agitado, delatando la larga carrera que había emprendido en su búsqueda, haciendo que los pliegues de su ropa se fusionaran con mayor notoriedad a su cuerpo.



-JaeJoong…- Enunció involuntariamente el nombre que sin descanso atacaba a sus pensamientos, infiltrándose cual maldición. Como toda una enfermedad que agredía sin compasión a cada una de sus células, dejándola sin armas que le ayudaran a defenderse. Incitando a su corazón a latir al ritmo de un desconocido sentimiento, uno que nunca antes había tenido la oportunidad de experimentar o al menos definir.



Un sutil temblor la inundó desde los pies a la cabeza al verlo en aquel lugar que tantos dolorosos recuerdos tenía impregnados. Apreciando con vehemente claridad el furioso recorrer de electricidad quemarle cada palmo de su piel, centrándose duramente en la boca del estómago. Creando la ilusión de que cientos y miles de mariposas agitaban vigorosas sus tersas alas, desencadenando sensaciones que desde luego superaban cualquier espejismo o falsa realidad que su inocente mente pudiera idealizar.



-¿Qué pasa?- Indagó sin demoras.



-A partir de este día...- Empezó a mascullar en cuanto JaeJoong intentara posar una de sus manos sobre su hombro, frenando todos sus intentos por aproximarse a la castaña.



 Sin explicación aparente sus piernas retrocedieron unos cuantos metros en la distancia, enfatizando letra por letra, lo que le pedía al chico obedeciera sin reparos ni condiciones.



-… doy por terminado el pacto entre nosotros, así que te exijo… nunca más vuelvas a estar cerca de mí, ¿te quedó claro?.- Le dijo con honda determinación, al tiempo en que las lágrimas descendían por su cara con mayor pesar que antes.



-Si mientes o dices la verdad no es algo que me importe…- Contraatacó con naturalidad, mandando al demonio en un santiamén la petición que Shin Hye solicitaba respetara.



 Alejó sus pupilas chocolate de los restos de escombro y porquería que cubría el pavimento, posándola con nerviosismo sobre el hipnotizante azabache del joven, en busca de algo que no comprendía y aun así, estaba completamente segura que lo descubriría en el brillo de aquellos ojos que le cortaban el aliento.



-Escucha con atención porque lo repetiré todas las veces que sea necesario para que lo entiendas, pequeña torpe…- Mencionó con aquella devastadora sonrisa adornar sus labios, rompiendo segundo a segundo, los pocos metros que Shin Hye había colocado como escudo en su intento de apartarlo. Rio con gracia para sus adentros. Por más que él mismo se empeñara en hacerlo, era demasiado tarde. Lo que esa niña mortal había hecho consigo… era absolutamente irreversible.



-¡Basta!, ¡no quiero escucharte, no lo hare!.- Habló desesperada mientras daba media vuelta, ordenándole a su cerebro despertara de una vez por todas del trance en el que se había estacionado aun en contra de su voluntad.



 Sin embargo, no había podido caminar más allá de dos cortos pasos cuando en un total e inesperado movimiento, JaeJoong haló con fuerza de uno de sus brazos, impidiéndole evadir la verdad que aun en contra de su propio mundo y de todas las funestas secuelas que su elección desataría, había aceptado afrontar.



-… Aun sí el cielo se parte y cae a pedazos, jamás me alejare de tú lado.- Musitó muy cerca de su oído para que pudiera oír la sinceridad de las palabras que se apagaban con el rugir de los cielos.



 Por su parte, Shin Hye se removió exaltada entre aquella cálida y reconfortante prisión que le prohibía escapar de su nueva y contundente realidad. Esa que sin notarlo, había comenzado a necesitar desde esa mañana en que el destino la había puesto de frente con JaeJoong.



-¡Suéltame!.- Le dijo entre forcejeos inútiles.



-¡Maldita sea, admítelo!.- Lanzó enérgico como un desafío voraz, estrujando los puños que la castaña había empleado para agredirle.- ¡Admite que te has enamorado de mí!.- Vociferó cual disparo a quema ropa, paralizando por entero a los demás músculos que aun quisieran seguir riñendo en su contra.



-Es-estas equivocado.- Contestó entre tartamudeos incoherentes tras largos minutos de mutismo. Retiró su vista de aquel oscuro iris que le analizaba ásperamente, intuyendo a su alma desquebrajarse en incontables pedazos.



-Como quieras…- Enunció con plana seriedad. Liberó las extremidades que anteriormente estaba sujetando, causado un inexplicable malestar en Shin Hye, una vez se alejara a una distancia considerable con la intención de marcharse.



Solo cuando lo vio partir fue que lo comprendió. Ni siquiera fue consiente cuando sus piernas comenzaron a desplazarse más y más rápido haciéndola correr pese a los elevados grados que amenazaban con hacerla colapsar. Meramente quería que se detuviera y que desechara la idea de dejarla en el olvido. Lo necesitaba… lo amaba tanto como el aire que se requería para la vida.



-Por favor…- Le dijo Shin Hye al llegar hasta donde JaeJoong estaba detenido, aferrándose con cada fibra de su ser a aquel chico que hacía latir a su corazón con la más tenue de sus sonrisas.-...Quédate conmigo.- Pidió encarecidamente justo antes de asaltar los labios que cual ladrón furtivo, proclamaría como suyos en la quietud de esa hermosa noche.



Pausadamente fue subiendo sus brazos a los costados del ojinegro, permitiéndole por primera vez a sus sentimientos, fuesen ellos los que tomaran el rumbo que consideraran correcto. Cerró sus parpados, olvidando por un instante que ambos aun estaban expuestos bajo la inclemencia del tiempo. Sonrió con un dejo de ternura ante semejante situación. Ya que había dejado de percibir todos los sonidos y penurias a su alrededor, concentrándose exclusivamente en esa embelesante melodía que cual sinfonía… tocaba solo para ella, aquel perfecto guardián de las tinieblas.



Ahora lo sabía, el amor era ese maravilloso sentimiento que surgía de la nada. Dejando de lado los “Te quiero” engañosos y los “Te amo” disfrazados con traición. Requiriendo solo de una mirada para poder leer el secreto que resguardaba en las profundas capas del silencio.



-“Antes de verte herida… soy capaz de sacrificar todo lo que tengo, solo para protegerte”.-




Continuara…

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