SHINee "Kiss kiss kiss"

"Eres como un sueño para mí, quiero ser tu sombra, para siempre poder estar junto a ti"

Arashi "Sakura sake"

"Estos sueños sin nombre han brotado, no mires hacia atrás porque no hay un mañana detrás de ti, mira hacia adelante"

SNSD "All my love is for you"

"Incluso si estas muy lejos de mí, solo cierra los ojos y mi corazón estará cerca de ti"

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RECOMENDACIÓN DRAMA!!! RECOMENDACIÓN PELÍCULA

Ayudante de Cupido-- Capitulo 8°- “Alas de Mariposa”




Las gotas de lluvia caían una tras otra sobre el frío asfalto de las calles, dejándose escuchar tenues, relajantes y llenas de gracia. Detuvo sus pasos por unos segundos, permitiéndose así mismo el contemplar a la peculiar pasajera que ajena a sus intenciones, continuaba aun inconsciente sobre su espalda.



-“Por favor… quédate conmigo”.-



Rememoró aquella dulce petición que tan solo algunos minutos atrás, fuese pronunciada por su adormilada tripulante. No pudiendo ocultar las vertiginosas emociones que la pequeña castaña había desatado en su ser con tan solo cuatro sencillas palabras.



 Una ligera sonrisa surcó sus labios al ver el estado de relajación perpetua que Shin Hye emanaba aun con los altos grados de fiebre mermando su salud. Perdiéndose por entero en esos cálidos sentimientos que ignoraba, existieran en un alma tan corrompida como la suya. Sin embargo, aquella ordinaria mortal que retenía entre sus brazos, le demostraron que aun en la oscuridad más abominable, más temida… se podía hallar el embriagante sabor de la felicidad.



 Giró su cabeza echando de nuevo un vistazo a su costado, perdiéndose por entero en la imagen que deseaba, se grabara indefinidamente en lo más recóndito de sus pupilas. Las invisibles gotas de rocío se habían impregnado en los contornos de su rostro, haciendo que diminutos resplandores irradiaran su tez de forma hipnotizante. Sus tersas mejillas se mantenían fieramente sonrojadas, ocasionando que su mágica aura de inocencia se hiciese prácticamente palpable. Sumergiéndolo en un peligroso hechizo del que desafortunadamente ya era imposible el poder liberarse.



 Tragó con violenta pesadez, viéndose en la necesidad de retirar su vista de la castaña de manera precipitada. Su respiración se tornó entrecortada, esforzándose levemente por mantener sosegado el arrasador tornado de electricidad que quemaba desde la punta de sus dedos hasta lo más hondo de sus entrañas.



 Podía sentir sus acompasadas inhalaciones acariciar las fibras de su piel al tiempo en que soltaba y retenía el aire atrapado en sus pulmones. Ocasionando que los latidos de su corazón tomaran el mismo ritmo de aquel que zumbaba apasionado e impetuoso en la punta de sus oídos. Mientras la tibia candidez que desprendía cada una de sus células se entremezclaba con la propia, dando origen a una energía completamente nueva, sublime y desconocida. Presionó con mayor intensidad las manos que sujetaban las extremidades de Shin Hye, impulsando involuntariamente el cuerpo de la chica aun más próximo al suyo.



-Nunca nadie, conseguirá apartarme de tu lado… te lo prometo.- Manifestó con su acostumbrada lánguida expresión, restándole importancia a la poca conciencia de la joven, después de todo, sabía que ella percibiría el significado tan profundo que se ocultaba en aquellas escasas letras.



 Aumentó su paso una vez finalizara su monologó, tomándole solamente unos cuantos metros para de esa forma llegar al departamento que desde algún tiempo ambos compartían. Estaba por acortar la distancia que le separaba de la entrada, no obstante, una conocida presencia se registró con premura en los alrededores, frenando así todas sus intenciones de continuar. De inmediato su iris se tiñó de un amenazante escarlata, estando dispuesto a atacar al intruso si la seguridad de la castaña se veía perjudicada.



-¿Qué haces aquí?.- Arremetió sin miramientos JaeJoong, desvaneciendo ágilmente su poder una vez reconociera la silueta de Park Jung Min postrada bajo la inclemencia de la gélida tormenta. Lo analizó de pies a cabeza con la acidez del desdén destilando por sus poros, obteniendo una reciprocidad casi escalofriante por parte del chico que retadoramente sostenía su mirada.



-¡Que le hiciste a Shin Hye!.- Soltó con furia desgarradora, ignorando magistralmente el cuestionamiento que el joven dios exigía respondiera. Colocó su atención en el mediano bulto que aquel tipo retenía consigo celosamente, notando como Shin Hye se mantenía fuera de cualquier entorno. Deseó aproximarse, estar cerca de ella y corroborar por sí mismo que estaba sana y salva, aun así, el menor de los dioses paralizó a todos y cada uno de sus músculos sobre el duro pavimento impidiéndole avanzar.



-No importa lo que hagas, sufras o padezcas…- Empezó a decir JaeJoong con cruel desazón, disminuyendo gradualmente la trayectoria que les distanciaba. Clavó sus pupilas azabaches sobre el almendrado de él, haciendo que cada una de las palabras que salían de su boca tuviese un efecto catastrófico.-… Ella jamás corresponderá a tus patéticos sentimientos.- Lanzó con rudeza el peso de una verdad que por tres agotadores años, Jung Min se negó a reconocer por muy innegable que fuese la realidad que aun ahora parecía abofetearlo para hacerlo reaccionar.



-Estoy consciente de ello...- Respondió con amargo pesar, dejando que los confines de su cara fuesen desencajados por una afligida sonrisa.-… Aun así, lo que siento por ella es tan grande, tan profundo… que el solo hecho de saberle cerca me permite ser feliz y continuar.- Guardó silencio por breves segundos. Respiró profundo y volvió a reír desconsolado.



-Estuve ahí cuando se sentía triste… estuve ahí cuando comenzó a abrirse después de la terrible vida que con esfuerzo aprendió a sobrellevar como solo un mal recuerdo.- Cerró sus puños con la ira que circulaba incontrolada entre sus venas.- Estuve ahí para ver sus primeras sonrisas y estuve también ahí cuando tú entraste en nuestro mundo haciéndolo colapsar.- Mencionó con el deseo de dañarle de cualquiera de las formas existentes.



 Por su parte, JaeJoong permaneció en completo mutismo. Pareciendo digerir con remordimiento, todas y cada una de las explicaciones que Jung Min le había comunicado. Después de todo, hacia lo correcto al desconfiar de él. Ya que al igual que el desquiciado primo de la chica, también había ido en su búsqueda con el único fin de destruirle.



-Te equivocas…- Se escuchó decir con un cansancio devastador. Contestando en un santiamén, las inquietudes que taladraban el subconsciente de JaeJoong.



 Ambos jóvenes rastrearon a la persona que con fatiga, intentaba erguirse frente a ellos. Topándose con la castaña que por primera vez, cogía en mano la batuta que regía aquella extraña discusión.



-Shin Hye…- Enunció su nombre con amena añoranza.



 La estudió con detenimiento, reparando en el impresionante resplandor que adquirían sus orbes meramente por vislumbrar al chico que la acompañaba. Un punzante nudo se instaló en su garganta imposibilitándole respirar con naturalidad, lastimándole ver por cuenta propia, que aun pese haber estado en los momentos más agridulces, Shin Hye nunca lo observaría con aquella devoción con la que veía a quien había conocido hace solo algunas semanas atrás.



-¿Por qué demonios defiendes a este sujeto?, ¡Porqué!.- Demandó le explicara cuanto antes.



 Sus emociones se sacudían una contra otra, acumulándose caóticamente dentro de su alma, desmoronando en miles de pedazos a su intranquilo corazón.



-¡Solo mira las condiciones en las que te encuentras!... ¡Y todo es culpa suya, solo suya!.- Señaló despectivamente a JaeJoong, elevando el tono de su voz.



-¡Basta!.- Vociferó con las escasas energías que aun lograban tener a sus piernas posicionadas con firmeza. Caminó con lentitud hacía el lugar en donde Jung Min aguardaba, esperando comprendiera lo que su interior anhelaba gritar a los cuatro vientos.

-Desde que mis ojos se abrieron a este mundo he sido sumergida sin piedad en una monstruosa oscuridad…- Le dijo con penosa melancolía, evocando una vez más aquellos inhumanos momentos que junto a Leeteuk y su propio padre, aprendió a sobrellevar como algo habitual en su prefabricada existencia.-… No obstante…- Viró en la dirección en donde se ubicaba JaeJoong, eliminando así cualquier pizca de desolación que se aferrara en seguir hiriéndola.-… Con el solo hecho de sentirlo a mi lado, la oscuridad que me rodea deja de tornarse triste, para convertirse en algo…- Contrajo los parpados al ver su visión panorámica obstruida, alcanzando a contemplar solamente manchones distorsionados.-… en algo simplemente hermoso.- Murmuró con pausa justo antes de perder el conocimiento. Siendo el menor de los dioses el primero en reaccionar.



 Park Jung Min continuó en su puesto, afianzando sus extremidades al concreto como una acción desesperada para no mostrarse débil ante aquel que denotando preocupación extrema, sostenía a Shin Hye entre su regazo de manera protectora. Una rebelde lágrima escapó de la prisión que insistente se empeñaba en construir, haciendo que sus mejillas se matizaran con aquel deprimente color del abandono. Subió una de sus manos a la altura de su pecho, a ese sitio que agonizante, palpitaba a un ritmo que de ahora en adelante, dejaba de tener cualquier sentido.



-No mereces el amor de un ser tan maravilloso como Shin Hye y lo sabes… ¿cierto?.- Cuestionó con severidad, no obteniendo mas contestación por parte del chico, que no fuese la desagradable tensión que fácilmente podía percibirse en el ambiente. Aun así, no era requerida alguna respuesta por parte suya, su silencio podía decirle más cosas que cientos de palabra huecas dichas con convicción.



 Recorrió el sendero que le llevaría a la salida. Esperando a que los eventos vividos esa fatídica noche, se mantuvieran enterrados en lo más lejano de su mente, en un sitio tan oculto y secreto, que hasta él mismo, le sería imposible el volver a recordarlos.



-Aun si el destino optara por alejarme...– Inició diciendo JaeJoong con aquella expresión carente de emociones que por siempre lo caracterizaría, frenando los intentos de Jung Min de continuar avanzando. Solicitándole con esa acción, le escuchara con claridad.-…Solo por ella, sería capaz de doblegar la voluntad del mismo destino.- Concluyó con plana tranquilidad mientras impulsaba el adormecido cuerpo de la castaña de nueva cuenta a su espalda, tomándola con toda la delicadeza que un ser tan sombrío como él podía permitirse tener.



 Los divisó adentrarse en el interior de aquellas cuatro paredes. Degustando el agrio sabor de la verdad que delante de sus ojos se exponía con toda su magnificencia. Rechazando la idea de que realmente aquel misterioso chico cubierto por las sombras de la noche, fuese el ganador de una guerra que desgraciadamente, había perdido aun antes de siquiera empezar a combatir.



 __________



 Vigiló su sueño por incontables horas, examinando en repetidas ocasiones que tanto su temperatura y respirar regresaran a la normalidad. Tomó asiento cerca de la amplia cama, sorprendiéndole el hecho de que esa indefensa humana, lo turbara aun en esas insólitas circunstancias. Acarició con ternura la suavidad de sus labios, no pudiendo refrenar el inminente deseo por tocarla, sentirla y protegerla.



 Dulce y delicado. Solo un inocente roce que bastó para apaciguar los demonios que día con día se encargaban de devorarlo. Recargó su frente junto a la suya, percibiendo su embriagante aroma adentrarse por cada uno de sus poros. Atrapándolo, seduciéndolo más y más en esa trampa de sensaciones que había aprendido a degustar.



- Mientras tú puedas volver a volar... no importara que mis alas sean las que se destruyan.- Susurró con quietud cerca de su oído. Haciendo de alguna manera referencia, al terrible pronostico que muy pronto se desataría con devastadora furia sobre sus cabezas.



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 Su andar era torpe y descuidado, ganándose el enojo de varios de los estudiantes que tras su estado vacilante, fueron agredidos. Se recriminó mentalmente para retomar su compostura, sin embargo, solamente bastaba con cerrar sus ojos para que aquella contundente frase resonara dentro de su cabeza en un eco persistente e incesante.



-“A partir de ahora… eres mi mujer”.-



Deliberó con una rotunda espontaneidad el portador de aquellas pupilas color sangre, una vez entraran en los territorios escolares, dejándola en un esperado estado de ofuscación total. Una risueña mueca de felicidad se dibujó sobre sus labios, agradándole el hecho de que JaeJoong la hubiese escogido a ella, como el ser destinado para continuar a su lado.



 Estaba por cruzar uno de los pasillos del instituto cuando una peculiar conversación capturó su curiosidad. Borrando de tajo toda la paz, felicidad y dicha que pudiese haber experimentado. Dejando en su lugar el pavor, la desesperación y la agonía latente.



 Su cuerpo se sacudió en débiles espasmos, teniendo que recurrir a la pared más próxima para que sus rodillas no se flexionaran entre sí, haciéndola caer con dureza sobre las sucias baldosas.



-Dicen que su estado es crítico, al parecer YooChun sa bom nim fue víctima de varios asaltantes…- Oyó decir a uno de los estudiantes mientras la expresión de su rostro testificaba su comentario.



-Se rumora que fue localizado en un terreno baldío con innumerables contusiones, fracturas y heridas de gravedad.- Habló otro de los jóvenes que ajeno a lo que producía en la chica, se mantenía vociferando sin inconveniente.



 Cubrió su boca con ambas manos, ahogando en lo más hondo de su garganta aquel quejido de pesar que escoriaba su mirada en tibias lágrimas de lamentación. Conociendo a una sola persona capaz de producir tanto sufrimiento sin tener el menor atisbo de remordimiento tras efectuar sus actos.



-LeeTeuk…-



Salió presurosa, pasando de largo los reclamos de los tutores que enfadados, le solicitaban retomara sus deberes en su respectiva aula. Aun así, era imprescindible el tener más información sobre la salud del joven profesor, que sin dudarlo, había arriesgado su vida solo para defenderla del ascendió de su obsesivo primo.



-¡Detente!…- Demandó aquella voz tan familiar, obligándola a obedecer al tiempo en que contraía su mano derecha sobre el antebrazo de Shin Hye, impidiéndole hacer algún movimiento que no fuese el que deseara.



 Levemente retiró su vista de aquella que le observaba casi con reproche, rechazando el contacto que Min Ho le proporcionaba en su intento por acercarse.



-¿Por qué me evitas?.- Inquirió de forma demandante pero a la vez sosegada. Analizando con ahínco las reacciones que la castaña mostraba, siendo indiscutiblemente opuestas a esas que desde el primer día le distinguió. Su común sonrojo y nerviosismo se habían esfumado definitivamente, hallando solo un puñado de incomodidad combinado con áspero desazón.



-Tengo que irme.- Mencionó sin siquiera encarar su mirar.



-¡Dime que es lo que ocurre!.- Lanzó con desesperación mientras impedía su escape en huída. Tomó ambos lados de su rostro con la consternación prácticamente palpable, bastándole un solo segundo, un solo instante, para hallar la respuesta que tan fervientemente, Shin Hye trataba de esconder por temor a dañarle.



-Lo siento…- Articuló entre débiles sollozos que parecían brotar instintivamente.



 Sujetó las cálidas manos que con anterioridad se empeñaban en inmovilizarla. Retrocediendo poco a poco, aumentando continuamente la distancia que cual abismo, se crearía una vez la castaña diera el último paso decisivo.



 Una brisa de aire golpeó los alrededores, haciendo que las ramas de los árboles se meciesen con una relajante melodía. El mismo que cual confidente, resguardaría el secreto, que era imposible el seguir escondiéndole al mundo.



-Yo te amo…- Murmuró Min Ho al darle alcance, abrazándola a su regazo para que percibiera la sinceridad de aquellas palabras que por vez primera, eran dichas con el mismo ímpetu con el que se había grabado su nombre en su sangre, cuerpo y alma.



 El sonido del metal se dejó apreciar grácil una vez el colgante en forma de alas de mariposa que llevaba consigo, tocara el piso precipitadamente. Sus enrojecidas pupilas adquirieron rasgos bestiales, estando dispuesto a exterminar a la marioneta que por semanas, manipuló a su entero beneficio. No obstante, justo antes de cometer cualquier acción en su contra, fue que logró notarlo…



Los hilos que sometían a Lee Min Ho ya no estaban… habían desaparecido.



-Esto no puede ser posible…- Apenas pudo articular debido a la impresión de lo que aquello significaba. No teniendo más opciones que pudiesen justificar lo que estaba aconteciendo.



 Ese mortal que tanto detestaba… realmente se había dejado cautivar por la pequeña Shin Hye.



 Continuara…

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