Esos escasos segundos que duró el beso para
ambos fue algo indescriptible. Pero como todo lo hermoso puede ser destruido,
justo al separarse llegó Jaejoong agitado por haber corrido varias calles
buscando a Verónica.
—¡Aquí estas! —gritó al obsérvalos muy cerca
el uno del otro—. Estás empapada, puedes coger un resfriado. Vámonos —la tomó
de la mano y comenzaron a caminar.
Verónica desconcertada solo le siguió el
paso. Geun Suk con la mirada retadora quedo de pie sin poder hacer nada. Gina
le sugirió que los siguiera, notando la extraña manera de comportarse de los
tres. ¿A caso sospechaba la razón? Podría ser, Gina era muy inteligente y la
forma de actuar de ellos era muy obvia...demasiado.
En el auto el silencio era incómodo para
todos, pero nadie se atrevía a decir una sola palabra. Jaejoong iba conduciendo
y a su costado subió a Verónica. Geun Suk sentado en la parte trasera no
despegaba la vista de Verónica aunque solo pudiera ver su espalda. Recordaba lo
cerca que había estado de ella y el sentimiento que lo invadió al sentir sus dulces
labios. Era la misma que sentía con la anterior Verónica, porque ahora estaba
más que seguro que esa chica de hermosos ojos grandes y brillantes era la misma
persona que aquel amargo día la vida le arrebato. Pero que de alguna forma le
había regresado, sin recuerdos pero él se encargaría de hacerlos presentes cada
día.
Jaejoong se sentía incómodo al ver la mirada
de Geun Suk clavada en Verónica. Era la primera vez que un sentimiento de ese
tipo lo invadía. Verlos tan cerca hizo hervir su sangre temperatura anormal. Su boca entreabierta no
pudo hilar palabras. El venia unos pasos delante de Gina y pudo ver con
claridad todo lo que había sucedido. Los vio al momento de besarse sintiendo su
corazón acelerarse latiendo de furia. Solo pudo apretar sus puños con tanta
fuerza que sus venas saltaron dibujándose más en su blanca piel. No supo como
pero logró dominar ese sentimiento. Si no hubiera sucedido así, tal vez ahora
sus puños estarían llenos de sangre.
—No debiste separarte de mí —dijo Jaejoong
esfumando el ambiente silencioso mientras posaba su mano sobre la de Verónica
haciendo que Geun Suk frunciera el entrecejo al verlo—. No sabes lo
desesperante que fue pensar que te había sucedido algo malo.
—No tenías por qué preocuparte, no estaba
sola.
—Sí, lo sé —claro que lo sabía y por eso
mismo le molestaba el que se alejará para estar con él—. Sé que Geun Suk no
permitiría que nada malo te sucediera. No creo que se perdone si algo le sucede
a la chica que su mejor amigo ama.
Esta confesión dejo a todos sorprendidos, no
se lo esperaban, ni siquiera el mismo Jaejoong. Fue algo que salió de su boca
sin pensarlo. Solo deseaba sacar un poco el coraje que tenía dentro.
Verónica retiró su mano de la de Jaejoong. No
le gustaba lo que había escuchado, no ahora que su corazón había experimentado
una sensación como la que le provocó la cercanía de Geun Suk. Era algo que le
precia familiar y por esa razón se sentía bien con ese beso. Pero por otra
parte se sentía agradecida con Jaejoong por haberla salvado aquel día. Ese día
que podría decirse fue el primero en este mundo. No obstante también sentía, o
creía sentir, algo similar con él aunque ahora estuviera pensando que no era
amor lo que sentía.
Geun Suk por su parte sintió un nudo en su
garganta. Quería gritar que esa chica de la cual su mejor amigo decía estar
enamorado, no podría estar con nadie más que con él. La vida se la había
devuelto y no permitiría que un hombre fuese ahora quien se la arrebatara.
Aunque ese hombre fuera precisamente su mejor amigo.
Al llegar al colegio Verónica bajó del auto
rápidamente sin darles tiempo a ninguno de detenerla o hablar. Era preferible
dejarla así. Necesitaba estar sola ahora más que nunca y eso lo comprendían. Lo
mismo hizo Geun Suk segundos después. Para él tampoco era buena idea continuar
en esa situación incómoda.
Las clases comenzaron, la academia estaba
repleta de jóvenes aspirantes a grandes artistas. Los pasillos de los salones
estaban llenos de chicos y chicas andando de aquí allá en busca de su aula
correspondiente.
Como primera clase en el salón de los nuevos
estudiantes, toco la de Ingles impartida por la profesora Miyuki. Ahí se
encontraban Geun Suk, Gina, Verónica, Yeni, Seung Hyun, Junho, Maite y Sun
Woong y algunos otros chicos nuevos. Mientras
que en el otro salón la clase era de música impartida por el profesor Park Jung
Soo y en la que se encontraba Jaejoong, Danna, Kim Sang Bum y Kim Hyun Joong.
Después de algunas horas el timbre anuncio la
hora de descanso. Gina salió del aula en búsqueda de algo de beber para ella y
Verónica. No le gustaba ver a su amiga en ese estado en el cual quedo después
de lo sucedido en la ciudad. De regreso, ya con las bebidas compradas en la
cafetería, caminaba en completo silencio hasta que un sonido emitido por un
piano llamó su curiosidad. Siguió la melodía, la cual provenía del salón de
música, y se encontró con la puerta abierta y dentro del aula a un joven de
cabello un poco largo y castaño. El chico mantenía la vista en las teclas del
instrumento y no se percató que tenía público. Esa chica que tanto llamaba su
atención en el jardín, se encontraba de pie limitándose solo a observar y
escuchar tan hermosa música.
—¡Bravo! —expresó Gina al terminar el joven
de tocar, dejándolo inmóvil ante la sorpresa—. Lo siento, no quise molestar.
—N-no te p-preocupes —respondió tímidamente
Young Saeng. Ni en sus mas locos sueños se imaginó que esa hermosa chica, casi
parecida a un ángel, estuviese dirigiéndole la palabra.
—Tocas realmente bien. ¿Es difícil?
—Con práctica y dedicación, es más fácil de
lo que parece. S-si quieres te enseño.
—¿En verdad lo harías?
—C-claro.
Otra oportunidad así, sabía que no la tendría
y por esa razón no pensaba desaprovecharla. Parecía algo irreal que justamente
la chica que le robaba el sueño estuviera frente a el hablándole tan cómodamente.
Geun Suk al ver salir a Gina vio su
oportunidad para acercarse a Verónica. Deseaba conversar con ella de lo
sucedido aquel día bajo la lluvia. Necesitaba sabe si al igual que él había
disfrutado tanto ese instante. Pero ese chance se desvaneció al presentarse en
la puerta Jaejoong pidiendo hablar con él, era algo importante y urgente.
—Supongo que te das una idea de lo que quiero
hablarte ¿cierto? —comenzó Jaejoong al estar en el jardín de la academia, justo
frente al árbol de cerezo. Las ramas eran mecidas por el viento que soplaba en ese
momento—. Tu silencio responde mi pregunta.
—¿Tenemos que llegar a este punto? —expresó
por fin Geun Suk. Le parecía ridículo lo que estaban haciendo y la actitud de
ambos. Pero tratándose de Verónica lo ridículo podía quedarse guardado en algún
rincón.
—No sé qué es lo que está pasando —dijo
Jaejoong con la vista hacia el cielo. Esperaba encontrar las palabras que
necesitaba decirle—. No sé por qué tiene tanto parecido con tu novia. Pero
entiende que no es ella. Verónica por más que se parezca físicamente no es la
misma chica que tú amaste. Por favor no la incomodes más. Si vuelve a ocurrir
algo similar a ese día en la ciudad, no sé si pueda manejarlo con la misma
serenidad de entonces —la respuesta por parte de su amigo fue absoluto
silencio. Eso no le gustaba para nada. La forma en la que Geun Suk se
encontraba lo desesperaba más de lo que ya estaba— Por su bien y por el de nuestra
amistad te pido que la dejes en paz.
Finiquito antes de comenzar a caminar dejando
a su amigo con la misma expresión en su rostro que mantenía durante la
conversación o mejor dicho la advertencia de su parte.
—Lo siento, Jaejoong —manifestó Geun Suk
deteniendo en seco el andar de su mejor amigo—. No puedo hacer lo que me pides.
Sería como si me estuvieras condenando a morir en vida. No quiero volver a
sentir lo mismo que la primera vez que la perdí. Si en mis manos esta
mantenerla a mi lado, no lo dudaré ni un segundo.
Ante su respuesta, que bien o mal ya la
esperaba, Jaejoong se alejó sin decir nada más. Ya no hacía falta la
declaración de guerra estaba dicha y aceptada. ¿Pudo más el amor por Verónica
que la gran amistad que los unía? Al parecer así era, ninguno doblaría las
manos hasta resultar ganador. Pero se olvidaban de una cosa. La más importante.
La opinión de la chica que sin saberlo se encontraba en medio de dos hombres
que si pudieran pelearían a muerte solo por tener su amor. Tan preciado tesoro
para los dos.
Miyuki se encuentra en su oficina
aprovechando que Jung Soo no está. Solo iba por algunos papeles que necesitaba
para la clase. Los tomó del cajón del escritorio y se dispuso a salir. Pero su
paso se vio truncado al percatarse de que Jung Soo estaba de pie justo en el
umbral de la puerta solo observándola en silencio. Paso saliva y enseguida
comenzó a caminar hacia su salida sin pensar en dirigirle alguna palabra o
siquiera una mirada.
—¿Piensas seguir en ese plan de fingir que no
existo? —la voz suave de Jung Soo la detuvo enseguida. ¿Es que acaso también
podía leer sus pensamientos?
—Y-yo no finjo nada —respondió aun sin
dirigirla la mirada.
—Entonces por favor concédeme un poco de
tiempo para hablar.
Miyuki asintió regresándose hacia el interior
de la oficina. Por más que quisiera escapar para no estar tan cerca del hombre
que aun su corazón añoraba, también necesitaba saber algunas cosas sobre él.
Jung Soo con una mirada triunfante ante el gran logro que había tenido, cerró
lentamente la puerta para así evitar ser interrumpidos. Pero de poco sirvió ya
que en el segundo que la puerta se cerró, se escuchó un ruido, anunciando que
alguien pedía entrar. Borrando la alegría en su rostro Jung Soo se decidió a
abrir. Al hacerlo vio a un hombre en ropa deportiva que se encontraba dándole
la espalda. Al escuchar la puerta abrirse se dio media vuelta quedando ambos de
frente.
—¿Tú? — expresó Jung Soo con algo de
desagrado al percatarse de quien se trataba. ¿Hasta cuándo se dignaría la vida
a darles algo de privacidad? En verdad la necesitaban.
—Nos volvemos a encontrar —respondió
sonriente Luang. Una sonrisa más que forzada, suponía que Miyuki estaría ahí
también. Además de que no le serviría de nada si se comportara como un rival
frente a él.
—¡Luang! —nombró más que contenta Miyuki. Su
amigo llegaba como mandado del cielo—. ¿Qué haces aquí?
—Ahora trabajo aquí.
—¡Enserio!
—Sí. Quería darte la sorpresa. Tu abuelo, digo
el Director me ofreció un puesto en la Academia como maestro de deportes. Así
que nos estaremos viendo más seguido.
Jung Soo apretó el puño intentando controlar
sus celos. ¡Genial! Ahora menos tendrían tiempo de conversar como él deseaba.
Sin dejar de mencionar que Luang no se despegaría ni un momento de Miyuki. Pero
ya encontraría la manera de hacerlo, no importaba si para ello tendría que usar
métodos impensables.
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